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El colapso de Mbappé con la máscara. A esto se agarra el francés en su vulgar Eurocopa
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el plástico en la cara, un incordio

El colapso de Mbappé con la máscara. A esto se agarra el francés en su vulgar Eurocopa

Los sudores fríos de Mbappé empiezan en los cuartos de final. Un partido en el que la máscara ya no le vale de excusa y tiene que cambiar la dinámica de su pobre rendimiento

Foto: Mbappé cae al suelo contra Bélgica. (EFE/EPA/Abedin Taherkenareh)
Mbappé cae al suelo contra Bélgica. (EFE/EPA/Abedin Taherkenareh)

La desgracia acompaña a Kylian Mbappé. Sin brillo y deslucido, el francés no da la talla en la Eurocopa. Un cuerpo extraño agobia y oprime su cara, le quita visión, dificulta la mirada de reojo y rehúye el contacto. El plástico duro, de fibra de carbono, que utiliza como protección facial, es un fastidio. Le produce pesadez y se queja de que es un engorro. Tiene que ser un incordio, pero Mbappé, un grandísimo jugador, colapsa y está a un nivel vulgar. Agarrarse a la lata de la máscara no le salva de las críticas.

Está lejos de ser el futbolista que genera caos en las defensas, incisivo y eficaz con el que Francia podría haber tenido partidos más plácidos. El balance hasta los octavos de final es negativo, con un solo gol, de penalti, y acciones en las que le ha costado desbordar y estar acertado. En su país, señalan a Mbappé por su irregularidad, producto de un bajón físico y no tener la cabeza puesta, cien por cien, en el juego.

Paga la acumulación de los disgustos. No hizo una pretemporada normal por el castigo del PSG, le afectaron los momentos de tensión con los chantajes de Nasser Al-Khelaïfi, le perjudicó que Luis Enrique le hiciera pasar por el banquillo y no apareció en las semifinales de la Champions. Incapaz de marcar las diferencias y hacer gol en los dos partidos contra el Borussia Dortmund. A todo esto, se unen las tensiones por los impagos del club parisino. ¿Por qué Mbappé no aparece en los grandes partidos? Se preguntan en Francia.

Deschamps confiaba en que se liberaría en la concentración de la selección, donde cargaría pilas en lo físico y lo mental. Diseñaron una minipretemporada especial para coger energías y frescura de cara a la Eurocopa. El seleccionador celebró que veía un Mbappé que había recuperado la sonrisa, focalizado en la Eurocopa y motivado con el anuncio de su fichaje por el Real Madrid.

placeholder Mbappé sufre un resbalón ante Bélgica. (Reuters/Piroschka van de Wouw)
Mbappé sufre un resbalón ante Bélgica. (Reuters/Piroschka van de Wouw)

El giro se produjo en el momento en el que decidió pronunciarse e involucrarse en asuntos políticos. El ambiente en la concentración está influenciado por las elecciones en Francia, la lucha por un sector de jugadores que piden el voto para frenar a la ultraderecha y a Mbappé, en su papel de capitán, se le pidió que diera un paso al frente. Lo hizo y no le benefició. Sus palabras tuvieron repercusión, recibió críticas y salió del foco deportivo.

Previsible y anodino

La fatalidad del golpe que se dio en la nariz en el debut contra Austria es la desdicha en el mal rendimiento de Mbappé. No se acostumbra a la máscara, le reduce la visión y le molesta con el sudor. El vuelo que le falta a Mbappé provoca que se vea a una Francia previsible, anodina y con dificultades para sacar los partidos adelante. Jugará los cuartos de final contra Portugal, otra selección que le cuesta ganar y a la que le sacaron los colores los georgianos.

De Mbappé se espera que empiece a carburar este viernes en Hamburgo y se eche a Francia a sus espaldas contra la Portugal de Cristiano Ronaldo. Ninguno de los dos pasa por un buen momento, pero con Mbappé había más expectativas antes del torneo que con el portugués y no está respondiendo.

Foto: Joselu con el brazo en alto saluda a los aficionados. (Reuters/Wolfgang Rattay)

Los sudores fríos de Mbappé empiezan en los cuartos de final, en un partido en el que la máscara ya no le vale de excusa y tiene que cambiar la dinámica de su pobre rendimiento. Lo necesita, además, para redimirse de su fallo en el penalti contra Suiza que echó a Francia de la pasada Eurocopa.

Lo que se ha visto en los tres partidos en Alemania es un futbolista que falló un uno contra uno clamoroso en el debut contra Austria. No llevaba máscara. El rostro estaba despejado y la visión era limpia. No jugó contra Países Bajos, marcó el penalti contra Polonia y fue intermitente en los octavos frente a Bélgica. Ha dado señales de estar nervioso, impreciso y ansioso. No es el mejor jugador del campeonato y le superan, por ejemplo, las prestaciones que está dando Nico Williams con España y Arda Güler con Turquía.

La desgracia acompaña a Kylian Mbappé. Sin brillo y deslucido, el francés no da la talla en la Eurocopa. Un cuerpo extraño agobia y oprime su cara, le quita visión, dificulta la mirada de reojo y rehúye el contacto. El plástico duro, de fibra de carbono, que utiliza como protección facial, es un fastidio. Le produce pesadez y se queja de que es un engorro. Tiene que ser un incordio, pero Mbappé, un grandísimo jugador, colapsa y está a un nivel vulgar. Agarrarse a la lata de la máscara no le salva de las críticas.

Kylian Mbappé
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