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La historia familiar de Mikel Merino, el héroe que silenció a toda Alemania en la Eurocopa
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A SEMIS CON MÁS CORAZÓN QUE CABEZA

La historia familiar de Mikel Merino, el héroe que silenció a toda Alemania en la Eurocopa

Un cabezazo del navarro a falta de dos minutos para los penaltis desató la euforia en España. Writz había forzado la prórroga con un remate que dejó helados a los españoles

Foto: Merino, en la jugada del segundo gol. (EFE/Ronald Wittek)
Merino, en la jugada del segundo gol. (EFE/Ronald Wittek)

Aguanten los corazones. Estamos en los cuartos de final, la instancia que tornó en maleficio. Lo que antes fue pesadilla, se transformó en sueño idílico. Derribar el Muro de Berlín era el peaje a pagar para estar en unas semifinales de Eurocopa. Y España lo logró gracias a Mikel Merino, el héroe inesperado de esta inexplicable epopeya. Vamos a intentarlo.

Aguanten los corazones. Porque quedan dos minutos para que lleguen los penaltis, y los nervios se aceleran. Merino se suspende en el aire y congela a toda Alemania. El balón tarda en caer, pero el destino ha apostado por España. Llega el júbilo, del banquillo y del país entero. La ilusión alcanza su pico mientras las lágrimas colapsan las gradas.

Aguanten los corazones. Merino es el protagonista de un tanto histórico y el heredero de una saga que bien merece una placa en Stuttgart. Su padre, Miguel Merino, marcó con Osasuna en el mismo estadio en el que su hijo debutó con la Selección Española. Que los éxitos de la familia sean en idéntico lugar sólo es comprensible desde un contundente cohecho con el azar.

Aguanten los corazones. Kroos ve el salto de Merino, y su cara es el espejo de lo que siente Alemania. Es la anatomía del instante que destroza el sueño de un país. Porque la derrota es doble, perder a una leyenda y abandonar el torneo. Perder tuvo pocas veces un precio tan elevado.

placeholder Merino celebra con Rodri el segundo gol. (Europa Press)
Merino celebra con Rodri el segundo gol. (Europa Press)

El rol de Merino

Aguanten los corazones. El grito de Merino es de justicia, por entender su rol cuando apuntaba a titular en la previa del torneo. Por aceptar que su protagonismo ha sido, es y será limitado mientras Fabián continúe a este nivel. Por mantener la fe cuando sólo había motivos para ver gigantes en los molinos ante la proximidad de los penaltis.

Aguanten los corazones. Porque este equipo sobrevivió a los paupérrimos cambios de De la Fuente, cuya especulación con el resultado llevó a España al precipicio. Pero los guiones del fútbol son inescrutables: una sustitución difícilmente entendible como el de Merino fue decisivo para estar a 90 minutos de una final continental.

placeholder Lamine abraza a Merino tras el pase. (EFE/Christian Bruna)
Lamine abraza a Merino tras el pase. (EFE/Christian Bruna)

Los momentos de drama

Aguanten los corazones. La Selección resistió tras el golpe y se mantuvo en pie, un gesto que otrora sólo era común a los teutones. Tal vez aplicarles a Alemania su propia medicina convirtió la prórroga en un impasse sin grandes sobresaltos… Es imposible explicar a esta España, ubicada a la misma distancia de la tragedia que de la euforia, desatada a raíz del gol de Merino.

Aguanten los corazones. Llegan otras semifinales, como en 2021, cuando España se coló entre las cuatro mejores sin que hubiera ningún tipo de confianza. Sólo queda que esta vez alcancen la final, aunque sea con un final tan agónico como el que protagonizó Merino.

Aguanten los corazones. Estamos en los cuartos de final, la instancia que tornó en maleficio. Lo que antes fue pesadilla, se transformó en sueño idílico. Derribar el Muro de Berlín era el peaje a pagar para estar en unas semifinales de Eurocopa. Y España lo logró gracias a Mikel Merino, el héroe inesperado de esta inexplicable epopeya. Vamos a intentarlo.

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