Williams y Yamal redondean su mágica conexión en una noche inolvidable para España

Nadie imaginaba a mitad de junio, cuando el balón rodó en el Allianz Arena, que un mes después todos los focos estarían en una selección con dos debutantes deslumbrantes. Dos futbolistas que han asombrado a todos los aficionados. Hay jugadores llamados a protagonizar hazañas en el fútbol, por suerte, dos son españoles.

Nico y Lamine. Williams y Yamal. Dos chavales que han aportado a la Selección aire fresco en la Eurocopa. Ambos por las bandas. Uno por la derecha y el otro por la izquierda han llevado en volandas a este grupo a lo más alto del torneo.

Los niños disfrutan

Lo han culminado en la final, el epílogo perfecto a su torneo. Corría el minuto 46, cuando el balón llegó a las botas de Lamine. Ese niño con juego desbordante y atrevido que no se amedrenta ante nada. Recogió un pase de Dani Carvajal para encarar la defensa inglesa con ese desparpajo tan característico, pero al llegar a la frontal veía a su padre.

La conexión entre los extremos ha sido mágica durante toda la Eurocopa. Se buscaban continuamente, como en el patio del colegio, porque querían jugar el uno con el otro. "Nico, al hueco". "Toma, Lamine". Se divierten y se hace notar en el juego de la Selección.

La electricidad y el continuo dinamismo dieron por momentos estabilidad al equipo. Han aportado un cambio radical y poco visto en los últimos torneos. Dos puñales peligrosos en ataque.

Nico recibía ese pase medido, con cariño, para poner por delante a España. Lamine ni había necesitado levantar la cabeza, sabía que él iba a estar ahí. Juegan de memoria. Saben dónde está el otro en cualquier momento.

Conexión Lamine-Nico

¿Y quién era el primero en pegarse la carrera para felicitar al goleador? Exacto, el asistente. Le había dado el gol y quería ser el primero en celebrarlo con él.

Hasta ese momento pocas oportunidades habían tenido para plasmar la conexión en esta final. La Selección jugaba, estaba cómoda, pero no terminaba de materializar el buen juego en claras ocasiones. Los hermanos no se habían encontrado y España lo notaba.

La recompensa es mejor si hay que esperar para alcanzarla. España tuvo paciencia durante toda la primera parte y culminó la obra de arte en la segunda. El premio fue mayúsculo: proclamarse campeones de Europa. Con Nico y Lamine como abanderados del presente y estandartes del futuro, con esa conexión que ya es seña de identidad de su relación fuera y dentro del campo.