La noche en la que, tras marcar cuatro goles, otro crack decidió que se iría del Atlético

La histórica noche vivida el domingo en el Calderón dejó claro cuál es el listón de exigencia de la actual estrella atlética, Radamel Falcao. Los rumores sobre su marcha se dispararon y obligó al presidente Cerezo a salir rápidamente al paso. Lo hizo, eso sí, con su tono despistado y ambiguo que tantas veces usó para torear las preguntas similares que durante años le hicieron primero por Torres y después por Agüero y Forlán. Los problemas económicos por una gestión errática aprietan, y parece que los 60 millones de euros que pudieran recaudar por el colombiano hacen que a los dueños del club se les caiga la baba sólo de imaginarse que esa venta pueda realizarse. Así, Falcao podría seguir el camino ya manido y usado por otros cracks mundiales que convirtieron el Atlético en estación de paso y no en la cima feliz y gloriosa de su carrera.

Y eso que Falcao tiene suerte. Está viviendo un momento dulce del club, donde parecen asentarse las bases de un proyecto a corto y medio plazo con las miras altas y a la altura de la historia de la institución. Por ello, es probable que la decisión de marcharse le será menos fácil de tomar que a la mayoría de predecesores suyos. Uno de ellos, el italiano Christian Vieri, realizó vestido de rojiblanco una actuación similar a la del colombiano ante el Deportivo, pero con resultado final totalmente opuesto. Tal fue el baño de realidad que se dio el potente delantero que esa misma noche, en el vestuario visitante del estadio Helmántico de Salamanca, se dio cuenta de que debía marcharse del Atlético de Madrid a la menor ocasión.

Ocurrió un 21 de marzo de 1998, en el único partido adelantado al sábado de la 30ª jornada de Liga. Retransmitido en abierto para toda España, se vio un choque con el espectacular marcador final de 5-4 y cuyo protagonista principal estuvo entre los perdedores. Vieri había hecho todos los goles de los visitantes para que su equipo cosechara al final cero puntos. No le quedó ninguna duda de que ese no era el lugar donde debía jugar el entonces delantero titular de la selección italiana, y así se lo comunicó a sus allegados primero en caliente y, pasado el tiempo, ya más reposadamente.  

Una afición que no se acostumbra a estas pérdidas

Hay que situarse en el final del primer ciclo de Radomir Antic en el Atlético. Aquella fue la tercera temporada del técnico balcánico y contaba con una plantilla de garantías y plagada de buenos futbolistas, donde el fichaje de Vieri había sido el gran incentivo para la afición. El italiano quedó pichichi de la Liga en su único año en España pero el Atlético (campeón dos años antes) acabó séptimo, decepcionando a propios y extraños. El delantero jugó el Mundial aquel verano del 98 y a su vuelta, ya en la pretemporada dirigida por su compatriota Arrigo Sacchi, abandonó la nave colchonera por la puerta de atrás. Supuso una decepción más para la afición rojiblanca que todavía hoy no termina de acostumbrarse a estas pérdidas repentinas de sus principales capitales futbolísticos. 

De aquella época se recuerda entre el gran público otra hazaña muy similar, esta en la Copa del año anterior. El Atlético cayó ante el Barça de Robson en una eliminatoria que se decidió en otra loca noche con nueve goles. La ida quedó empate a dos en el Calderón, y en el descanso de la vuelta, los madrileños vencían 0-3 con hat-trick de Milinko Pantic. El serbio hizo otro gol tras la reanudación pero los culés completaron una remontada histórica para acabar 5-4. Se clasificaron y acabaron ganando aquella edición copera. Varapalos desmedidos e inesperados de un Atlético 'predescenso' que acrecentaron la imagen del 'Pupas'.

Falcao no tiene estos motivos negativos sobre su particular balanza. El 'Tigre' vive con mucho a favor en lo deportivo, más incluso de lo que tuvieron el Kun y Forlán hace apenas dos años. Pero si hay voluntad de salida por alguna de las partes, nada hace pensar que no se aleje del Manzanares otro crack más. Aunque por lo menos, de momento, no haya acumulado ninguna decepción personal como la que Vieri sintió en sus carnes ante la UD Salamanca en 1998.