El ‘espíritu de Diego Costa’ zarandea al Atlético y desquicia al Betis

El Atlético de Madrid sigue a lo suyo. Nuevo partido en casa y nueva victoria, y van 12 en la presente Liga, pleno. Estos tres puntos le sirven para colocarse a nueve del líder, el Barcelona y ampliar a siete la ventaja con el tercero, el Real Madrid. Y la victoria por la mínima ante el Real Betis (del que le separan 15 puntos asegurándole una plaza en Champions salvo hecatombe) se logró gracias al ‘espíritu Diego Costa’, esa manera de ponerlo todo en cada lance (mala leche y calidad incluidos) con el único fin de conseguir ganar siempre, sean como sean el rival o las circunstancias.

El brasileño, con cuentas pendientes con algún que otro bético por sus conocidas malas artes (que destacan a veces tanto como su valía futbolística), partía del banquillo en el regreso de Radamel Falcao tras la breve convalecencia del crack colombiano. Y no fue hasta su entrada en el campo cuando la balanza se decantó del lado de los colchoneros. Porque el acierto de otras noches no terminaba de aparecer.

Cierto es que Arda Turan gozó a los pocos segundos de partido de una ocasión inmejorable para abrir el marcador pero su intento de vaselina fue fácilmente desbaratada por Adrián, portero bético. Los de Pepe Mel dispusieron una alineación y disposición táctica similar a la que les sirvió para acorralar a los rojiblancos en la segunda mitad de su última visita al Calderón. En la ida de los cuartos de Copa no consiguieron batir a un inspiradísimo Courtois, y en esta ocasión el trivote formado por Rubén Pérez, Cañas y Beñat no consiguió siquiera maniatar al Atlético.

Los colchoneros, menos acertados que de costumbre en su ímpetu por marcar primero, sí mantuvieron el peso del partido, y la primera mitad, a pesar de acabar sin goles, dejó claro que el Atleti no iba a dejar escapar del coliseo del Manzanares los primeros puntos de la presente Liga. Reaparecía Falcao, aunque sus compañeros no conseguían dar continuidad a sus constantes desmarques y peleas con los zagueros rivales, y lo cierto es que al colombiano se le vio falto de ritmo durante toda la noche.

El Betis, como acostumbra, levantaba el murmullo en la grada rival cada vez que alguno de sus centrocampistas oteaba el horizonte con el balón controlado y se decidía a lanzar un contragolpe. Pero Miranda y Godín, junto a Mario Suárez por delante de éstos, se mantenían impecables al corte para desbaratar las internadas de Campbell, Castro y el debutante y compatriota de Falcao, Pabón.

En definitiva, se llegó al descanso con la sensación general de que los jugadores no conseguían darle precisión a las buenas intenciones con que ambos conjuntos saltan al céped.

Diego Costa revolucionó el partido 

La segunda parte comenzó de manera similar, si cabe, más trabada aún. Pronto, Simeone llamó a Diego Costa, protagonista de las últimas hazañas rojiblancas y de quien no guardan buen recuerdo los defensores verdiblancos. El brasileño entró en el minuto 55 por Adrián, que en esta fría noche de domingo le salió su lado menos participativo. Con la movilidad, brega y predisposición de Costa, el ataque atlético mejoró ipso facto. Y se notó en el marcador también inmediatamente porque en el minuto 65 Diego Costa marcó el 1-0 al remachar en la línea de gol un córner envenenado lanzado por Koke y que la defensa bética fue incapaz de repeler en primera instancia.

Ya con el viento a favor y arropado por su entregado público, los de Simeone saben muy bien cómo mantener el partido a su gusto. El Cebolla Rodríguez sustituyó a Arda, menos acertado que de costumbre. El uruguayo se colocó en la banda izquierda por delante de Domingo Cisma que sustituyó este domingo al sancionado Filipe Luis y demostró, como siempre que ha tenido oportunidad, que para nada desentona en esas funciones. El fichaje de Insúa, en un club con apuros económicos carece de poco sentido deportivo desde este punto de vista.

La cara fea de Costa también afloró cuando realizó una peligrosa entrada a Rubén Péres por la que vio amarilla. A partir de ahí hubo varios piques continuados que desencadenaron en una pequeña tangana sin más consecuencia que la de romper el ritmo en los intentos de la remontada bética, descentrando a alguno de sus futbolistas como fue el caso de Cañas, que también fue amonestado.