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La lesión de Dembélé, otra prueba para el Txingurri Valverde
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el técnico ejerce el cargo con eficacia

La lesión de Dembélé, otra prueba para el Txingurri Valverde

Cuanto más estridente ha sido el ambiente alrededor del presidente y su junta, inmersos en una moción de censura tras un verano desastroso, más eficaz ha sido la labor del entrenador

Foto: Ernesto Valverde da instrucciones durante un partido. (EFE)
Ernesto Valverde da instrucciones durante un partido. (EFE)

Los apodos suelen destacar una cualidad física, psicológica o social de una persona. En el caso de Ernesto Valverde, ‘Txingurri’ (hormiga en euskera) le viene como anillo al dedo. Pequeño y delgado, puede parecer alguien insignificante a simple vista si uno no se fija en la determinación y la disciplina con la que ha conducido toda su carrera hasta llegar al FC Barcelona, donde su mano, sus ideas, su orden, ya ha comenzado a dar sus frutos, ordenando las piezas de un puzzle de tal manera que todas encajen formando parte de un todo. Con su normalidad, su ausencia de estridencias, ha sido clave además para organizar sin hacer ruido a un equipo en pleno barullo institucional. Cuanto más estrépito ha habido alrededor del presidente y su junta, inmersos en una moción de censura y tras un verano desastroso, más eficaz ha sido él en su labor. El trabajo de la hormiguita ya se ve en una construcción enorme como es el Barça y que tuvo su culminación en la victoria en Getafe, aunque este sábado, tras confirmarse la grave lesión de Dembélé, el técnico deberá volver a rearmarse y agrupar a sus piezas. El francés, el fichaje más caro de la historia del Barça, no volverá hasta enero.

Valverde comenzó por no decir ni una palabra más alta que otra, ni una sola queja, a pesar de que su llegada al club azulgrana fue de todo menos plácida. La marcha de Neymar a las primeras de cambio tras la gira en Estados Unidos era algo con lo que no contaba en un principio. Y con el derrumbe en la Supercopa frente al Real Madrid comenzó a tomar nota. El objetivo era mantener la esencia del Barcelona, sin revoluciones ni ataques egocéntricos que no van con él, pero sí tocar lo justo para enderezar el rumbo. El conjunto azulgrana sigue siendo un equipo en construcción, solo estamos en septiembre y el entrenador ya ha dejado claro que no ha venido para descubrir la pólvora, mientras repite una frase que es la de “aprovechar las inercias”. Así fue como nació un dibujo asimétrico que le ha dado excelentes resultados. Cuatro victorias en Liga y una en Champions, con 14 goles a favor y solo uno en contra, así lo atestiguan.

placeholder Un gol de Paulinho le dio los tres puntos al Barcelona en Getafe. (Reuters)
Un gol de Paulinho le dio los tres puntos al Barcelona en Getafe. (Reuters)

Los cambios en Getafe, claves

Antes de viajar a Madrid y después del baño de autoestima en el debut en Champions con el 3-0 a la Juventus, se presumía que el ‘Txingurri’ realizaría cambios en Getafe, pero de inicio sólo Semedo se quedó en el banquillo, mientras que Sergi Roberto volvía al lateral derecho. A la media hora la lesión de Dembélé en su segundo partido como titular le obligó a cambiarle por Deulofeu, pero fue tras el descanso y con el 1-0 en el marcador cuando tomó una primera decisión que dejó asombrada a la mayoría: Iniesta se quedó en el banquillo y salió Denis Suárez.

El manchego disputaba su sexto partido consecutivo y no había sido, ni mucho menos, de los peores de su equipo en la primera mitad. Con su peso específico, su veteranía y siendo uno de los capitanes, fue tal la sorpresa al principio que se especuló con que hubiera sufrido alguna molestia física. No fue así. “Nos estaba costando mucho llegar a las últimas líneas, no estábamos jugando rápido y el campo tampoco ayudaba porque el terreno de juego estaba muy seco. No lográbamos romper las líneas del adversario y ser profundos. Nos estrellábamos contra un muro y no podíamos pasar”, explicó el técnico tras el choque. Denis Suárez se encargó de encontrar líneas de pase y esa profundidad que tanto le estaba costando a su equipo. Firmó el gol del empate, siendo la clave de todo.

En el 77’ Valverde intervino otra vez para cambiar a Rakitic, que ha sido también uno de los jugadores más destacados en este inicio de temporada, para sacar a Paulinho. El partido necesitaba músculo y el brasileño anda sobrado de fuerza, como demostró en la jugada y el tanto que supuso la victoria de su equipo. Desde el 2012, con Tito Vilanova en el banquillo, no se veía que dos suplentes marcaran en un partido. Curiosamente sucedió también en Getafe y entonces fueron Messi y David Villa.

placeholder El gran beneficiado por la lesión de Dembélé es Gerard Deulofeu. (EFE)
El gran beneficiado por la lesión de Dembélé es Gerard Deulofeu. (EFE)

La gran ocasión para Deulofeu

El entrenador extremeño supo leer el partido en el momento correcto para darle la vuelta al marcador a un encuentro que se le había puesto cuesta arriba y ahora deberá encontrar soluciones al grave trastorno que le supone la lesión de su fichaje estrella. Deulofeu está ante la oportunidad de su vida, pero el canterano no aguantará, por calendario, un partido tras otro hasta que el francés regrese y el dibujo asimétrico que tan buenos resultados le estaba dando podría variar en algún momento. En el problema que supone la ausencia de Dembélé, Valverde está obligado a encontrar una solución, pero ‘la hormiguita’ trabajará otra vez en equipo para encontrar el mejor camino para todos.

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Lo primero que se elogió de él fue su normalidad y la calma con la que manejó una situación complicada para la entidad de manera sigilosa, casi como si no estuviera. Ahora ya existe la evidencia de que en el banquillo del Barça, además de una persona trabajadora y prudente, hay un entrenador con ideas propias y personalidad más que suficiente como para hacer y deshacer cuando lo crea conveniente. La mano de Valverde ya se nota en este Barcelona.

Los apodos suelen destacar una cualidad física, psicológica o social de una persona. En el caso de Ernesto Valverde, ‘Txingurri’ (hormiga en euskera) le viene como anillo al dedo. Pequeño y delgado, puede parecer alguien insignificante a simple vista si uno no se fija en la determinación y la disciplina con la que ha conducido toda su carrera hasta llegar al FC Barcelona, donde su mano, sus ideas, su orden, ya ha comenzado a dar sus frutos, ordenando las piezas de un puzzle de tal manera que todas encajen formando parte de un todo. Con su normalidad, su ausencia de estridencias, ha sido clave además para organizar sin hacer ruido a un equipo en pleno barullo institucional. Cuanto más estrépito ha habido alrededor del presidente y su junta, inmersos en una moción de censura y tras un verano desastroso, más eficaz ha sido él en su labor. El trabajo de la hormiguita ya se ve en una construcción enorme como es el Barça y que tuvo su culminación en la victoria en Getafe, aunque este sábado, tras confirmarse la grave lesión de Dembélé, el técnico deberá volver a rearmarse y agrupar a sus piezas. El francés, el fichaje más caro de la historia del Barça, no volverá hasta enero.

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