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Coraje, pero también pizarra: así atravesó el Atlético de Simeone la tormenta perfecta
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LA INTRAHISTORIA DEL LÍDER

Coraje, pero también pizarra: así atravesó el Atlético de Simeone la tormenta perfecta

El conjunto rojiblanco dio un paso al frente en el momento más delicado. El técnico argentino compensó desde el banquillo la inexperiencia e incertidumbre de su plantilla

Foto: Los jugadores del Atlético de Madrid celebran la remontada ante Osasuna. (Reuters)
Los jugadores del Atlético de Madrid celebran la remontada ante Osasuna. (Reuters)

Es probable que a estas alturas de la película sea difícil desterrar tópicos incrustados en la mente de los aficionados más recalcitrantes. Es posible que, del mismo modo, una nueva Liga del Atlético de Madrid frente a equipos que superan con creces su presupuesto y plantilla no sirva para remover consciencias y colocar a Diego Pablo Simeone en el pedestal que merece (de ahí su sueldo). Para algunos seguirá siendo un entrenador conservador, incluso algo peor. Un victimista caracterizado por gimotear y no quien ha normalizado una situación extraordinaria: ver al Atleti destronar al Barça de Leo Messi y al Real Madrid de Zinédine Zidane a 38 jornadas. Y sin embargo, el líder del campeonato ha superado la tormenta perfecta gracias a un técnico que ha compensado la falta de experiencia de su plantilla con osadía y temple tras una temporada de transición. Así salió vivo el Atlético cuando todo parecía pender de un hilo. Así está a punto de ganar su segundo campeonato el argentino.

placeholder Los jugadores rojiblancos celebran el 2-1 de Luis Suárez. (Reuters)
Los jugadores rojiblancos celebran el 2-1 de Luis Suárez. (Reuters)

El 25 de abril, el conjunto rojiblanco perpetró una primera parte inoperante ante el Athletic Club y acabó cayendo por 2-1 en San Mamés. La ansiedad había atenazado al equipo hasta el punto de despilfarrar el colchón de puntos acumulado en una primera vuelta impoluta. Se respiraba agonía en una plantilla donde muchos no estaban acostumbrados a cargar con tamaña responsabilidad. Faltaban líderes que agarraran el timón de un equipo que amenazaba con naufragar en la orilla. Habían tirado por la borda 19 de los últimos 42 puntos en juego y no habían vencido en ninguna de sus últimas cuatro visitas a domicilio. Para colmo, Madrid y Barça venían lanzados. Se temía lo peor entre la parroquia colchonera.

Simeone pasó al ataque

La sangría de resultados negativos contrastaba con el ritmo frenético marcado previamente y el juego menguaba. Al Atleti le faltaba gol, convicción, energía y su futbolista más determinante no arrancaba tras volver de la lesión (Luis Suárez). El panorama, lejos de ser halagüeño, estaba plagado de nubarrones negros a punto de descargar un chaparrón de críticas. Entonces, algo cambió.

El Barça pinchó en hueso ante el Granada (1-2) y la pelota volvió al tejado del Wanda Metropolitano. El Atlético sacó como pudo el compromiso en Elche (0-1), con infarto en forma de penalti fallado en el minuto 90 incluido, y Simeone reflexionó para sus adentros. Tan cerca estuvo el desastre que decidió darle un giro de 180 grados al comportamiento de su equipo para lo que restaba de Liga. El cuadro colchonero cambió el paso atrás por el paso adelante. La especulación por la valentía. Ir a por los partidos en lugar de esperar. Y pasó al ataque.

placeholder Simeone celebra la agónica victoria ante el Elche. (Reuters)
Simeone celebra la agónica victoria ante el Elche. (Reuters)

Al Camp Nou se llegó con la necesidad imperante de vencer. Había dos opciones. Salir a ganar y demostrar por qué el Atlético había controlado esta Liga o echarse hacia atrás con el riesgo de nadar a contracorriente más tarde y encontrarse con que el delicado estado físico del equipo impidiese una reacción en el segundo tiempo. Quizás esperar un gol llovido del cielo en forma de balón parado. Pero esto ya no era 2014. Del minuto 70 al 90, los capitalinos habían encajado cinco de los últimos 13 goles en contra y únicamente habían anotado uno.

Simeone escogió la primera y abrió en canal el sistema defensivo azulgrana. La línea defensiva se situó en el centro del campo y no en su área. Fueron a morder arriba, cortocircuitaron la salida de balón culé y tan solo el desacierto de sus hombres de ataque y un notable Marc-André ter Stegen evitaron que los rojiblancos se llevaran un botín más que justo al descanso. Simeone le propinó un repaso táctico a Koeman. Carrasco desbordó, Llorente atacó la profundidad, Koke capitaneó al equipo, Correa hizo sus diabluras entre líneas y Savic, Felipe y Oblak aguantaron al equipo en la segunda mitad.

Foto: Luis Suárez se lamenta tras fallar una ocasión de gol. (EFE)

"Lo único que les pedía a los futbolistas es que jugaran y fueran ellos mismos. Vinimos a Barcelona a hacer un partido con trabajo colectivo y sucedió lo que imaginamos, el equipo atacó sosteniendo el juego tras recuperar la pelota, con un gran primer tiempo y el segundo fue algo más parejo", reveló el 'Cholo' en rueda de prensa. En lo material, el Atleti salió con un punto. En lo intangible, el encuentro reforzó una teoría que Koke ya había lanzado al aire tras el empate ante el Betis en el Benito Villamarín (1-1) semanas antes. "Es todo un tema mental. Si estamos fuertes de mente, llegaremos al objetivo que queremos". El Atlético reforzó sus convicciones, se percató de que estaba preparado, que lo peor ya había pasado y cargó pilas para lo que se venía: un tramo final no apto para cardíacos. Nunca dejarían de creer. Ni en los peores momentos.

La Real Sociedad desembarcó en el Metropolitano y el Atlético repitió la fórmula. Un fútbol abrasador desde el inicio, un desatino en área rival que dio vidas extras a un rival con el agua al cuello. Luis Suárez fallaba lo inenarrable y se desesperaba. Simeone esperando que, en algún momento, la situación del charrúa mudase de piel y se enfundase la del goleador determinante. El Atleti sabía que sería sufriendo o no sería. Otros tres puntos para el bolsillo y en la mente, solo un nombre: Osasuna. Se reiteraba como un mantra: Osasuna. Osasuna. Osasuna. La competición entraba en la "Zona Suárez" con la peor racha del uruguayo desde que aterrizase en el conjunto madrileño.

placeholder El uruguayo se lamenta tras fallar una ocasión clara de gol. (Reuters)
El uruguayo se lamenta tras fallar una ocasión clara de gol. (Reuters)

Y el domingo, vuelta a empezar. Los pupilos rojiblancos explotaban las debilidades de los visitantes gracias al cambio de dibujo de Simeone (del 3-5-2 se pasó al 4-4-2 para fijar a los centrales visitantes y sumar otro centrocampista) y empujaban al rival a su área hasta desnaturalizarlo. Carrasco y Llorente eran un filón en ataque desde posiciones interiores, Koke mandaba en la base del juego, Correa jugaba en el potrero, Trippier sacaba el telescopio en la banda derecha y Suárez...con la puntería desviada.

Parecía un milagro que el 0-0 se mantuviese al descanso cuando los locales habían disparado 16 veces a portería (dos postes en la retina, innumerables goles cantados y un 72% de posesión que se quedaba en el tintero). Empezó la segunda parte. El gol no llegaba. El nerviosismo hacía acto de presencia. Osasuna se estiraba. Simeone agitó el árbol. Lodi y Joao Félix dentro. El primero para dar profundidad y amplitud por fuera. El segundo para dar un paso al frente. Suárez peleado con el gol. Simeone aportaba soluciones. Y a la primera ocasión, gol de Budimir. Se desata la locura colectiva.

El argentino cambió el partido desde el banquillo

El intrépido Atlético se podría haber visto paralizado por el histerismo, bombardear el área a base de envíos cruzados y precipitados, pero apostó por echarle más leña al fuego y edificar la remontada en la paciencia. Pausa de hidratación: "Todos fuertes. Cabeza. Todo está en la cabeza, fuertes ahí", insistía el técnico argentino. Un toque de seda de Joao Félix, un cohete de Lodi frente a Sergio Herrera. "Muchos jugadores se quedaron en el camino por no tener voluntad. Con solo talento no se llega. Yo no quiero que me pase eso". La declaración del luso corresponde a la previa ante el Chelsea, pero conviene rescatarla hoy.

placeholder El gol de Renan Lodi lo cambió todo. (Reuters)
El gol de Renan Lodi lo cambió todo. (Reuters)

La catarsis había iniciado y aún faltaba otro protagonista por unirse a la fiesta. Carrasco encendía la mecha por la derecha después de que Simeone lo cambiara de banda y Luis Suárez, tras no marcar desde el 21 de marzo, mandaba al fondo de la red un balón muerto en el interior del área. "Vino con una rebeldía extraordinaria, ha estado alejado del gol, pero siempre estuvo allí. Nos da jerarquía y quién mejor que él para resolver un partido que pudimos enderezar cuando se nos iba", apostilló Simeone tras el encuentro. El técnico argentino es uno de los mejores corrigiendo sobre la marcha desde la dirección de campo y lo ha vuelto a demostrar en este final de Liga. “No quería que sacáramos centros por sacar, tirar más desde fuera, jugar en los últimos centros y encontrar a los jugadores con juego asociado, porque con los centros laterales ellos se sentían cómodos”, añadió en rueda de prensa.

"Fue uno de los mejores primeros tiempos de la temporada. Fallamos muchas ocasiones, yo en concreto. Pero para ganar la Liga hay que sufrir y hoy ha tocado mucho. Todo el mundo te lo dice, es uno de los lemas del Atlético, pero no pensaba que tanto", confesaba el uruguayo una vez liberada la presión con un gol en el alambre. Ahora únicamente falta la última prueba de fuego para coronar un campeonato en el que el Atlético de Madrid solo perdió lo que antes ganó por méritos propios: un margen de maniobra en forma de puntos. Simeone no dudará en ayudar (y rescatar) a los suyos. Con cabeza, con corazón y sin aflojar. Sin dejar de creer.

Es probable que a estas alturas de la película sea difícil desterrar tópicos incrustados en la mente de los aficionados más recalcitrantes. Es posible que, del mismo modo, una nueva Liga del Atlético de Madrid frente a equipos que superan con creces su presupuesto y plantilla no sirva para remover consciencias y colocar a Diego Pablo Simeone en el pedestal que merece (de ahí su sueldo). Para algunos seguirá siendo un entrenador conservador, incluso algo peor. Un victimista caracterizado por gimotear y no quien ha normalizado una situación extraordinaria: ver al Atleti destronar al Barça de Leo Messi y al Real Madrid de Zinédine Zidane a 38 jornadas. Y sin embargo, el líder del campeonato ha superado la tormenta perfecta gracias a un técnico que ha compensado la falta de experiencia de su plantilla con osadía y temple tras una temporada de transición. Así salió vivo el Atlético cuando todo parecía pender de un hilo. Así está a punto de ganar su segundo campeonato el argentino.

Diego Simeone