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El día que Koeman se sentenció: "Laporta habla mucho, el Barça tiene futuro gracias a mí"
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CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

El día que Koeman se sentenció: "Laporta habla mucho, el Barça tiene futuro gracias a mí"

El neerlandés ha dejado de ser técnico del Barcelona tras su derrota ante el Rayo pero, en realidad, Laporta tenía tomada la decisión mucho antes. Solo era una cuestión de tiempo

Foto: Laporta y Koeman, en la celebración de la Copa del Rey. (@RonaldKoeman)
Laporta y Koeman, en la celebración de la Copa del Rey. (@RonaldKoeman)

Crónica de una muerte anunciada. Eso es lo que ha ocurrido con Ronald Koeman en el Barcelona, un técnico que tenía fecha de caducidad y al que solo le han mantenido en el puesto las dificultades económicas para rescindir su contrato y los problemas para, a mitad de temporada y en un equipo en construcción, encontrar un sustituto de garantías. Pero la última derrota ante el Rayo (1-0) ha hecho saltar por los aires la situación y Joan Laporta ha determinado que ha llegado el fin del técnico neerlandés, aunque es evidente que la cruz la tenía sobre su cabeza mucho antes de acudir a Vallecas. Ocurrió varios meses atrás.

Comencemos por el principio. El Barcelona de Quique Setién venía de perder la Liga del confinamiento en el tramo final ante el Real Madrid y de sufrir el vergonzoso 2 a 8 ante el Bayern en la Champions. Esa situación provocó el cambio de técnico, con la llegada de Ronald Koeman como un soplo de aire fresco..., pero su primera decisión ya fue controvertida: en una llamada telefónica de 40 segundos le decía a Luis Suárez que no contaba con él. Solo unas horas después, llegaba un burofax de Leo Messi solicitando irse del Barça. Se empezaba a gestar una crisis institucional y deportiva difícil de digerir.

Foto: El Kun Agüero se lamenta tras la derrota. (EFE)

Messi terminó quedándose, pero deportivamente el equipo estaba en clara deconstrucción. Sin posibilidades de luchar por la Liga mucho antes de acabar el curso, derrotado en la final de la Supercopa por el Athletic (2-3), eliminado en octavos de final de la Champions por el PSG (por un global de 5 a 2), el título de la Copa del Rey fue la única alegría de la temporada, convirtiéndose en el primer título para Koeman y también para Joan Laporta desde su regreso al club. Pero, tras ese efímero momento de alegría, el camino se ha hecho muy largo para el técnico... y también para el Barça, sumido en una profunda situación caótica.

La marcha de Messi, los problemas económicos, la devaluación de la plantilla y la obligación de competir por todo se han juntado en una coctelera explosiva. Koeman, el héroe de Wembley, llegó al Barça con la idea de ilusionar a la afición y de devolver la competitividad al equipo, pero ya en los primeros compases del curso se vio que sería difícil, momento en el que ofreció una entrevista a la cadena televisiva neerlandesa NOS en la que firmó su sentencia. Sus declaraciones, cargadas de realismo, no gustaron a Laporta, que seguía creyendo que su plantilla podía luchar por ganarlo todo mientras Koeman trataba de mantener los pies en el suelo.

El presidente azulgrana hizo unas declaraciones en las que sugería que la directiva también debía de tener cierto peso en la configuración de la plantilla, algo ante lo que Koeman se revolvió: "Mi relación con Laporta ha mejorado, pero la semana pasada sucedió algo que creo que no está bien. Decía entre líneas que el entrenador no tiene todo el poder. Habló demasiado y no fue prudente en dos ocasiones. Me gusta cuando un presidente hace preguntas, pero eso no debe pasar en la prensa", afirmó. Ese dardo no gustó lo más mínimo a Laporta. Desde fuera, se escenificó un Barça a dos velocidades: lo que pensaba el presidente y lo que pensaba el técnico.

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Pero, además, Koeman tenía una labor difícil: sin estrellas sobre el césped y con un equipo en mimbres, decidió dar la oportunidad a jóvenes valores de la cantera. "Gracias a mí, este club tiene futuro", afirmó, al mismo tiempo que se mostraba sincero sobre la realidad del equipo. "Nos faltan dos años para poder luchar contra los grandes de Europa. La pregunta es: ¿tienes nivel para ganar la Champions y ser el mejor de España durante varios años seguidos? Ese no es el caso en este momento". De nuevo, Koeman daba un baño de realidad que nada tenía que ver con la idea de ilusión y esperanza que vendía Laporta.

A pesar de ello, Laporta se esmeró en escenificar un entendimiento con Koeman. Apoyos públicos, estrechones de manos y ratificaciones que no eran más que una manera de tratar de calmar las aguas. Pero un club deportivo es algo más que una empresa y, cuando no hay resultados, las palmaditas en la espalda de poco valen. La situación se hizo insostenible después del Clásico, cuando el técnico neerlandés fue increpado por radicales culés a la salida del Camp Nou. Solo tres días más tarde, la derrota en Vallecas ha firmado su sentencia. Pero la realidad es que Laporta tenía la guillotina preparada desde hace tiempo.

La temporada ha dado la razón a Koeman: el equipo no ha sido capaz de competir contra los grandes. El Barça ha jugado 13 partidos, de los que ha perdido cinco y empatado tres o, lo que es lo mismo, no ha sido capaz de ganar el 61% de encuentros que ha jugado este curso. Una plantilla carente de grandes estrellas, con jóvenes valores que pueden dar mucho, pero que aún están verdes y sin un estilo de fútbol definido, amén de los continuos cambios de esquema de Koeman, ha llevado a la deriva deportiva a un Barça donde Laporta sigue vendiendo ilusión. Ahora, la situación que queda no es nada sencilla. La papeleta es un papelón.

Crónica de una muerte anunciada. Eso es lo que ha ocurrido con Ronald Koeman en el Barcelona, un técnico que tenía fecha de caducidad y al que solo le han mantenido en el puesto las dificultades económicas para rescindir su contrato y los problemas para, a mitad de temporada y en un equipo en construcción, encontrar un sustituto de garantías. Pero la última derrota ante el Rayo (1-0) ha hecho saltar por los aires la situación y Joan Laporta ha determinado que ha llegado el fin del técnico neerlandés, aunque es evidente que la cruz la tenía sobre su cabeza mucho antes de acudir a Vallecas. Ocurrió varios meses atrás.

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