Españoles, el VAR será perfecto en el Mundial de Qatar... pero las manos quedarán para otro día

Desde que el fútbol es fútbol, el fuera de juego siempre ha sido una de las normas más polémicas. No tanto por su reglamentación, que es meridianamente clara, sino por la aplicación de la misma, donde el factor humano era determinante. Ser capaz de ver en qué momento sale el balón del pie de un futbolista, la posición exacta del defensa y si la situación del delantero era legal por cuestión de centímetros era un trabajo de orfebrería que no siempre salía bien.

Esta situación provocó a partir de los años noventa, con la popularización de las retransmisiones deportivas, que los fallos arbitrales en el fuera de juego se convirtieran en más evidentes, siendo uno de los principales motivos de la introducción de la tecnología ya en el siglo XXI. Esa fue la razón primordial del nacimiento de VAR: ayudar al árbitro a minimizar el error humano y ser mucho más justo en la toma de decisiones. Y, en Qatar, dará una vuelta más de tuerca.

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Y es que el VAR que se podrá ver en el Mundial es diferente al que hemos visto hasta ahora pues, por fin, entra en funcionamiento el fuera de juego semiautomático. ¿Qué significa? Pues, ni más ni menos, que ya no existe posibilidad de error al considerar si un jugador se encuentra en posición antirreglamentaria. A través de una serie de chips, cámaras y de imágenes en 3D, la tecnología permite en cuestión de milésimas de segundo detectar un fuera de juego sin margen de error.

Será en Qatar donde esta tecnología llegará para quedarse. Pero, ¿cómo funciona? Muy sencillo: cada estadio de la Copa del Mundo contará con 12 cámaras repartidas, que son capaces de analizar al mismo tiempo el balón y 29 puntos de cada jugador por segundo. A partir de ahí, los puntos informativos se interconectan con Al Rihla, el esférico del campeonato, que cuenta con un chip en su interior que manda datos 500 veces por segundo a la sala de vídeo. A partir de ahí, se hace la magia.

Gracias al cruce de los datos de las cámaras y el balón, en cuestión décimas de segundos se genera una animación en 3D que sirve para determinar sin margen de error si una jugada es legal o, por el contrario, si hay un jugador en posición de fuera de juego. De hecho, la idea es que esta imagen que se genera sea enviada a las televisiones y el espectador también pueda ver en tiempo real la posición de los futbolistas. Así, se acabaron las dudas y especulaciones con el fuera de juego.

Pero al mismo tiempo que el VAR cerrará un debate centenario en Qatar, otro sigue abierto de par en par y, cada vez, generando más dudas al espectador: las manos. De un tiempo a esta parte, cada vez es más difícil saber qué es mano y qué no, tanto para aficionados como para jugadores, entrenadores e, incluso, árbitros. El cóctel que se ha generado con la intencionalidad, la posición antinatural de la mano y los rebotes hacen que nadie sepa cuándo una jugada es sancionable.

La presencia del VAR permite analizar, sin lugar a dudas, sin un balón ha golpeado en una mano. Pero, ¿cómo valorar la intencionalidad, si corta una jugada de gol o si la posición de una mano, por mucho que golpee el balón por encima del hombro, no sirve para equilibrar el cuerpo y no para jugar el esférico? Quizá el baloncesto pueda ser el mejor espejo en el que mirarse: todo pie es pie, ya sea voluntario e intencionado, eliminando la interpretación del árbitro de la ecuación.

Mientras siga existiendo factor humano a la hora de señalizar una mano, el debate va a seguir abierto. ¿Y si toda mano es señalada como tal y la potestad del árbitro radique solo en decidir si es amarilla o no por la voluntariedad de la misma? En el Mundial de Qatar, después de muchas décadas, se cierra el debate sobre el fuera de juego... pero, la decisión sobre las manos queda para otro día. De momento, el gran elemento de enfado y discusión del fútbol mundial.