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Gregorio Parra: "Me sentí engañado por Marta Domínguez... por su dopaje"
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ENTREVISTA A LA VOZ DEL ATLETISMO

Gregorio Parra: "Me sentí engañado por Marta Domínguez... por su dopaje"

Fue durante tres décadas uno de los célebres narradores de TVE. Estuvo en ocho Juegos Olímpicos e impulsó un documental con grandes atletas que nunca vio la luz a pesar de su empeño en el proyecto

Foto: El célebre periodista Gregorio Parra posa para El Confidencial. (G. G. C.)
El célebre periodista Gregorio Parra posa para El Confidencial. (G. G. C.)

Han pasado casi 18 años desde que Gregorio Parra (Águilas, Murcia, 1946) dejó Televisión Española (TVE), pero mantiene intacta su puntualidad. Aparece con un ejemplar de El Mundo y con una gorra para protegerse del sol en la cafetería en la que ha sido citado. Su saludo, "¿cómo andas, Rafa?", viene acompañado de un gesto poco usual, que lo acompañará durante el resto de la entrevista: llamar al entrevistador por su nombre.

Parra empieza a hablar incluso antes de que se encienda la grabadora, en un debate sobre la salud actual de la prensa. Pide café con leche, pero, por favor, corto de café. Se interesa por el entrevistador, preguntándole su lugar de procedencia, e incluso cuenta una anécdota sobre ese sitio. Es normal que conozca tantos lugares, porque se pasó media vida viajando.

Un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) lo sacó de TVE en 2007, pero no le afectó, porque ya había pasado a retransmitir casi todo desde plató. Se fue con más de 140 días de vacaciones pendientes, fiel a su estilo de trabajar más que el resto y estar bien documentado. Ahora se dedica a leer, a pasear y a disfrutar de los amigos. Parra, con experiencia en ocho Juegos Olímpicos, atiende a El Confidencial.

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PREGUNTA. Usted estuvo en siete Juegos Olímpicos. Pocos periodistas han estado en tantos.

RESPUESTA. Siempre me consideré un privilegiado por el dinero que gané y por todo lo que he tenido suerte de ver. Hay poca gente que tenga la misma pasión que yo.

P. Los primeros fueron los de Múnich, en 1972.

R. Fui allí acreditado por Radio Nacional de España (RNE), empresa en la que trabajaba desde 1968. Me pagué yo el viaje y la estancia.

P. ¿Cómo fue aquello?

R. Porque la empresa no me llevó. Yo hice una inversión en mi futuro, porque me pagaban 6.500 pesetas (39 euros) de la época, que era un buen sueldo. Unos Juegos Olímpicos son una experiencia maravillosa y quería estar allí.

placeholder Gregorio Parra, célebre periodista de TVE que cubrió ocho Juegos Olímpicos, posa para EC. (G. G. C.)
Gregorio Parra, célebre periodista de TVE que cubrió ocho Juegos Olímpicos, posa para EC. (G. G. C.)

P. ¿Había precariedad en aquel periodismo?

R. Nunca me sentí precario. De hecho, he estado en expediciones de hasta 170 periodistas.

P. Hablábamos de Múnich 72.

R. Recuerdo la victoria de John Akii-Bua en 400 metros vallas, que se reía de su perseguidor. Le sacaba 40 metros y miraba hacia atrás. Eso pone de manifiesto la falta de fair-play, según el país del que se proceda. Esa risa me llamó muchísimo la atención.

P. ¿Qué tal le fue la cobertura?

R. Los países organizadores se encargaban de cubrir los Juegos Olímpicos, Rafa. Me refiero a que las imágenes las producían ellos y procuraron hacer cosas preciosas.

placeholder Foto: G. G. C.
Foto: G. G. C.

P. ¿Tuvo constancia del secuestro de Septiembre Negro en la villa olímpica?

R. Por la tarde. Si estás trabajando, no te enteras. He tenido la habilidad de enterarme de una noticia y rápidamente desplazarme al lugar de los hechos. En ese aspecto, no hay ningún medio tan poderoso como la radio, porque la televisión es muy lenta.

P. Imagino que habría conmoción tras lo ocurrido.

R. Sí, brutalmente. Había una sensación de asombro en el centro de prensa, porque no nos explicábamos cómo había podido ocurrir. A pesar de este acontecimiento, Múnich 72 tuvo momentos maravillosos, como cuando una niña de 16 años (Ulrike Meyfarth) se proclamó campeona de salto de altura.

P. Las siguientes Olimpiadas ya fueron en la tele. ¿Cómo dio el salto a la pantalla?

R. Luis de la Plaza, militar y amigo, se fue a Televisión Española porque se iban a crear dos programas míticos, Informe Semanal y Estudio Estadio. Trabajé en ambos de manera simultánea, con Jesús Hermida como jefe en Informe Semanal. Me pasaba el día trabajando, y nunca tuve problema.

Nunca me sentí precario. De hecho, he estado en expediciones de hasta 170 periodistas.

P. ¿Qué tal la televisión en tiempos del franquismo?

R. Jamás noté una injerencia en esa época. En esos años, que era habitual que los representantes franquistas entregaran los premios de las competiciones, no me importaba en absoluto quiénes daban las medallas; me interesaba qué deportistas las habían ganado.

P. Usted fue la voz del atletismo. ¿Cómo era su relación con el Comité Olímpico Español (COE)?

R. No tuve relación alguna con el COE más allá de la mera cordialidad. No sufrí ningún tipo de maltrato por parte de nadie, salvo del señor Odriozola (presidente de la Federación de Atletismo). Tenía la mala costumbre de decir el "hijo de puta" de Parra.

P. ¿Pidió su cabeza?

R. Sí. Odriozola acudía todos los años a ver al director general de TVE para pedirle que me echara. Me dijeron que se refería a mí como el "hijo de puta". Antes de que él llegara, y de que tuviéramos mala relación con él, yo hacía todo el atletismo de España.

Foto: Ana Peleteiro estará en París 2024. (EFE/Daniel González)

P. ¿Se sentía protegido por sus jefes?

R. No hubo ningún jefe que me dijera que estuviera tranquilo, pero yo me sentía protegido por mi trabajo. No era una cuestión de chulería, ojo. Me esforcé toda mi vida por saber más que los ratones colorados. Desde que estaba en RNE, me gastaba 20.000 pesetas (120 euros) al año en publicaciones como Atlética, Miroir des sports, Athletic weekly… No sabía la mitad de los idiomas, pero me bastaban los números, porque allí daban las marcas. Esa era mi forma de documentarme.

P. ¿A cuántas revistas estuvo suscrito simultáneamente?

R. Athletic weekly, Miroir des sports, a otra de Alemania occidental y oriental. A cinco o seis durante muchos años. Te voy a contar una anécdota.

P. Adelante.

R. En Colonia, aproveché para ir a la sede una revista, porque me faltaban algunos números. Recurrí a mi inglés, un poco pobre, para pedirles las últimas ediciones. Allí también fui una vez por un encargo de Pedro Escamilla, redactor de Marca, que me pidió un favor. Ese periódico estaba lleno de fachas, pero era estupendo.

Ningún jefe que me dijo que estuviera tranquilo, pero yo me sentía protegido por mi trabajo.

P. Gregorio Parra era polémico con los atletas y con el poder. ¿Verdadero o falso?

R. Falso. Con los atletas jamás tuve ningún inconveniente, y te diría que tampoco con el poder. Yo no estaba dispuesto a pelotear con los directivos, porque no me interesaba lo más mínimo. Eso no me aportaba nada. Un secretario de la Federación de Atletismo, Emilio Cea, siempre me decía que me podría ir mejor, pero que me faltaba mano izquierda. Y yo entendía por mano izquierda facilitar las cosas que pedían las federaciones.

P. Y usted se negaba.

R. Claro. Es que siempre había un interés por parte de los gestores de cualquier club de moldear tu línea editorial. Felipe del Valle, presidente del club Cross Itálica, era una persona que gastaba muchísimo dinero. Y no tengo la menor duda de que era porque muchos de esos gestores metían la mano en la caja.

P. ¿Fue en cierto sentido un cascarrabias?

R. Probablemente. A lo largo de mi vida, sólo tuve problemas con dos atletas: José Luis Martínez Gallo y Antonio Páez. En realidad, siempre mantuve buena relación con los corredores. Tuve una buena anécdota en Huelva.

P. Cuente, cuente.

R. No recuerdo cómo se llamaba el atleta, pero me gritó en Huelva: "Señor Parra, señor Parra". "¿Qué pasa? ¿Qué pasa?", le pregunté. "Nada, nada. Mi padre está encantado con las cosas que dice usted de mí". Supongo que las diría porque estaban bien. Me dijo que él quería regalarme un par de jamones y me negué. En otra competición, el mismo atleta vino a quejarse porque hacía tiempo que no hablaba bien de él. Y le comenté: "Dile a tu padre que en lugar de dos jamones solamente me mande uno".

Foto: Carmen Valero, en una imagen de archivo. (EFE)

P. ¿Sospechaba del dopaje durante su etapa como comentarista?

R. Siempre.

P. ¿En qué fundamentaba esa sospecha?

R. Hay una serie de países que siempre han sido poderosos en atletismo. Principalmente, Estados Unidos y el bloque de Europa del Este. En Suecia y Canadá, la pureza era brutal, porque existía un concepto del deporte totalmente nítido. Eso no era igual en la Unión Soviética, porque había que competir y ganar. Hay un ejemplo claro, el Europeo de 1985.

P. ¿Qué ocurrió?

R. Se enfrentaron la RDA y la URSS. Aquella prueba siempre la ganaban los alemanes, pero, en aquella edición, los rusos ganaron el 85% de los premios. Iban dopados hasta arriba. Yo sabía esto por los datos que te he comentado que veía en las revistas que me compraba.

Foto: Los anillos olímpicos se exhiben en la Torre Eiffel, en vísperas de los Juegos Olímpicos de París 2024. (Reuters/Pawel Kopczynsk)i

P. ¿Cómo por las revistas?

R. Porque yo tenía todas las marcas de los atletas y sabía cuáles eran sus números habituales.

P. ¿Se sintió engañado por algún atleta?

R. Por Marta Domínguez. La conozco desde que era júnior, cuando se proclamó campeona en su categoría en la inauguración de Anoeta. El entrenador de Marta nunca me dijo que estaban asesorados por Eufemiano Fuentes. Si hubiese sabido esa dato…

P. Usted hubiera desconfiado.

R. Por supuesto. La Federación nunca nos proporcionaba la lista de los médicos que acompañaban a los atletas. Eso era para evitar suspicacias.

En aquella edición, os rusos ganaron el 85% de los premios, iban dopados hasta arriba.

P. ¿Había connivencia entre la Federación y los atletas en este sentido?

R. No, la connivencia existía entre la Federación y el dopaje. También te digo una cosa: el dopaje no convierte a un burro en un yearling. Y creo que ahora hay están más dopados que nunca. Los agentes de los atletas miraban para otro lado. Es más, la sociedad española ha sido muy permisiva con este tema.

P. ¿En qué era precario el deporte español en esos años?

R. España competía en la West Athletics, una competición en la que sólo participaban los países de Europa occidental. Y era muy raro que ganásemos. Ganarle a los franceses era una utopía.

P. Usted estuvo en todos los JJOO desde 1972 a 2004, salvo en Moscú. ¿Por qué?

R. Porque TVE mandó sólo a un equipo de cuatro personas, entre las que estaba Mari Carmen Izquierdo. Ella no tenía ni puta idea. Tenía mucha actitud, pero no era buena periodista. Un día entró en el vestuario del Atlético de Madrid y vio a Capón. Al entrar, lo miró y le dijo: "Joder, Capón, ni tan larga. Siempre me habían dicho que tenías tres patas".

placeholder Parra durante la entrevista con EC. (G. G. C.)
Parra durante la entrevista con EC. (G. G. C.)

P. ¿Tuvo buena relación con sus compañeros?

R. Con mi compañero del alma, José Ángel de la Casa, tuve una gran relación. Si te vale de aval, nosotros vivíamos en el mismo bloque. Yo compré el penúltimo piso y quedaba sólo el ático en venta. El promotor me dijo: "Gregorio, si me vendes el último piso, te doy un millón de pesetas (6.000 euros)". El piso fue para José Ángel, pero le pedí al promotor que no me diera el dinero y que se lo descontara a mi amigo.

P. ¿Se ven a día de hoy?

R. Poco. José Ángel fue un chupón de todos mis datos, porque no se gastó un euro en su vida en ese aspecto. Era una persona que hablaba poco y, por tanto, tenía pocas opciones de meter la plata.

P. ¿Era un narrador soso?

R. Sí, era sosete. José Ángel coincidió y peleó con Matías Prats (padre) y Juan Antonio Fernández Abajo. Es que él le quito las transmisiones a Matías, que era un mito. Eso tiene mucho mérito. De la Casa tenía una habilidad cojonuda, relacionarse con los jefes. Pío Cabanillas fue el hombre que lo situó en un nivel salarial fuera de lo corriente.

P. ¿Era el mejor pagado?

R. Sí, sí, sin lugar a dudas. Él cobraba 25 millones de pesetas (150.000 euros).

Con mi compañero del alma, José Ángel de la Casa, tuve una gran relación.

P. Usted tenía fama de equivocarse en las retransmisiones. ¿Era parecido a Juan Carlos Rivero?

R. Creo que no. Siempre me consideré el periodista con mayor posesión de datos. No es una cuestión de vanidad, sino de exigencia. Yo trabajaba en el medio de comunicación más poderoso de España y entendí que teníamos que ser los mejores en cada una de nuestras especialidades. Cada vez que viajaba, llevaba mi libreta en la que llevaba todos los datos de las últimas semanas. Solía tener casi todos los récords de Europa y del mundo.

P. ¿Qué tipo de narrador era usted?

R. Trataba de aportar al espectador lo que no se veía por televisión y nunca hice hincapié en lo que era obvio. Por ejemplo, en un 400 metros, les decía que prestaran atención a una calle determinada.

P. ¿Frecuentaba los entrenamientos?

R. Siempre. Cuando iba a los JJOO, y no había empezado el atletismo, me desplazaba a los entrenamientos para hablar con los atletas y los entrenadores. Uno ve cómo están los corredores cuando acude a una sesión de preparación. En algunas Olimpiadas, de hecho, fui como jefe de redacción.

Trabajaba en el medio más poderoso de España y entendí que teníamos que ser los mejores.

P. ¿Cuál era su función cuando ocupaba este rol?

R. Que todo funcionase; que hubiera periodistas desplazados a las distintas competiciones, que dieran la información… En los buenos tiempos, nosotros teníamos la señal de todos los deportes y podíamos conectar con todos los puntos. Por eso les pedía que hubiera información constantemente, porque teníamos que aprovechar eso.

P. Tuvo a Pilar Miró como directora de TVE. ¿Qué tal con ella?

R. Tuve una relación estupenda y era magnífica. Una vez que regresamos de Oslo, José Ángel [de la Casa] y yo íbamos en business. Apareció Pilar Miró a saludarnos, porque había tenido que ir a Noruega por otro asunto. Fue un detalle cojonudo.

P. ¿Qué les dijo?

R. Yo hice algunas consideraciones mientras De la Casa me daba codazos para que me callara. En un momento determinado, le dije: "Tofo (mote de José Ángel), deja de darme codazos. Soy yo el que estoy diciendo todo esto, no tú". Hicimos una escala en Copenhague y Pilar me dijo: "Pásate un día por mi despacho y hablamos con más tranquilidad". Le contesté que nunca iría a su despacho, porque eso me salió de forma espontánea. En su despacho, ella no sería la misma y yo sería el mismo bocazas.

Foto: Pilar Miró, en su despacho. (TVE)

P. ¿Cambió algo en TVE con ella?

R. Sí, sí, claro. Pilar Miró fue un sacrificio de Alfonso Guerra, porque él no la quería en TVE, en contra de la opinión de Felipe González. Ella no tenía ni idea de información, pero era buenísima en realización y en cine. Es una de las mejores profesionales que ha pasado por Televisión Española. Yo he tenido la suerte de coincidir con trabajadores como Iñaki Gabilondo, Juan Roldán… Tenía en mente, cuando estudiaba Periodismo, que por qué no iba a ser RNE algo parecido a la BBC. Era una utopía.

P. Usted vivió el traslado al Pirulí.

R. Los que trabajamos en el Mundial de España lo hicimos desde el Pirulí. El resto, desde Prado del Rey (antigua redacción de TVE). La Copa del Mundo fue como los Juegos Olímpicos del 92, porque teníamos una poderosa ilusión. Ahora ya no veo TVE, y tengo apuros para ver la televisión. En la actualidad, es más difícil hacer periodismo que en nuestros tiempos.

P. Ha hablado de Barcelona 92. ¿Qué atmósfera se respiraba?

R. Había una ilusión brutal. En Barcelona, lo pasé muy mal porque no fui comentarista de atletismo en los Juegos Olímpicos. Sergio Gil me castigó por mis protestas después de que se abortase el proyecto Los dioses del estadio (un documental en el que estarían los mejores atletas de la historia) cuando había muchas entrevistas hechas.

En Barcelona, lo pasé muy mal porque no fui comentarista de atletismo en los JJOO.

P. TVE argumentó que no había presupuesto para el coloquio final de ese documental.

R. Cuando presento la propuesta del proyecto al Comité Directivo de TVE en 1988, fue redonda: se contemplaba el aspecto económico y todos los pasos que se iban a dar. El objetivo es que se documental se emitiera antes de Barcelona 92.

P. ¿Qué pasó con ese documental?

R. Ese documental me lo inventé yo, sin que nadie me sugiriera nada. Primero entrevisté a todos los atletas, donde nos recibieran. Les enviábamos una carta para informarle de lo que preparábamos y para que accedieran a esta entrevista. Después de las entrevistas, la idea era que ellos vinieran a España, a un estudio de TVE, para que se juntaran.

P. Hacer el coloquio.

R. Efectivamente. Ellos vendrían invitados por TVE, acompañados de la persona que eligieran, para pasar en España los ocho días del programa olímpico. En realidad, eso no lo iba a pagar TVE, sino La Casera, Nestlé, Danone… Había muchas marcas interesadas en patrocinar ese evento. Estaban los mejores atletas vivos del mundo, y nunca vio la luz. Siempre argumentaron que les faltaba dinero, pero no era cierto. Nadie se molestó en tocar las puertas de los patrocinadores, que hubiesen venido a la carrera. Me pidieron que hiciera un apaño con la que ya estaba rodado, pero ni pensarlo. Yo les había dado mi palabra a los atletas y no iba a incumplirla.

Estaban los mejores atletas vivos del mundo, y nunca vio la luz.

P. ¿Se imaginó que Atenas 2004 serían sus últimos Juegos Olímpicos?

R. Por edad sí. Ya entonces se hablaba del ERE de TVE. El 11 de septiembre de 2006 me marché de la cadena. Un poco antes, había unas pruebas en Stuggart que casi siempre cubrí in situ. Pero en aquella ocasión las hice a través de la televisión.

P. ¿Cómo fue su salida?

R. Ramón Pizarro era el jefe de Realización y le dije que me quedaban cuatro o cinco meses en la cadena, pero que me iba antes. A mí me restaban muchísimos días de vacaciones pendientes y empecé a cogérmelos, que me dijera cuándo volver. El 1 de enero de 2007 me comentó que no tenía que regresar, porque ya se estaba aplicando. Aquello no me aniquiló la vida.

P. ¿Por qué?

R. Porque yo me sentía un privilegiado, Rafa. ¿A quién conoces que haya tenido la suerte de hacer todo lo que yo hice? Nadie me lo impuso, fue una elección mía.

P. ¿Qué tal su relación con José Luis González?

R. Nefasta, porque era insoportable y siempre intentaba ser protagonista. Durante muchos años, tocó a muchas personas en común para que recuperásemos la relación, pero yo no quiero. Alguna vez me llegué a su casa para tocar un café y le sorprendía que alguien quisiera quedar con él. No se lo creía.

placeholder Foto: G. G. C.
Foto: G. G. C.

P. ¿Se puede hacer una buena retransmisión con alguien con el que se lleva uno mal?

R. Sí, sí. Hubo momentos en los que me llevé muy mal con Carlos Martín e hicimos buenas transmisiones. Y con José Ángel nunca fue la alegría de la huerta, porque me cogía los datos para las retransmisiones. Aunque eso te pase con un amigo, te acaba afectando. En 2004 tuve un incidente con él.

P. ¿Qué ocurrió?

R. En ese momento, la relación ya no era buena y él era jefe de Deportes. Me quitó la retransmisión de un 5.000 metros para hacerla él, que no tenía ni puta idea de lo que estaba contando. Nunca había sido así, porque siempre alternábamos la narración de las pruebas.

P. Hablando de retransmisiones, ¿son justificadas las críticas a Juan Carlos Rivero?

R. Rivero me pareció uno de los peores currantes que he conocido en TVE, y siempre tuvo la protección de José Ángel. Él nunca me gustó, y no tengo ningún interés en menospreciar su figura.

Foto: Del Bosque, durante el España-Albania en Düsseldorf. (EFE/Alberto Estévez)

P. ¿Cómo era la vida del enviado especial en esa época?

R. Íbamos a buenos hoteles. De hecho, yo tenía una tarjeta del Intercontinental. Como iba con tanta frecuencia, en mi habitación siempre me encontraba con una cesta de fruta y una botella de champán. También frecuentábamos el Hilton. En los viajes que duraban más de tres horas, volábamos en business.

P. Hay injerencias gubernamentales en TVE. ¿Verdadero o falso?

R. Falso. No lo he conocido a ningún nivel.

P. ¿Es cierto que se despidió con 140 días de vacaciones?

R. Fueron más [risas]. Trabajé muchísimo durante toda mi vida, pero en los últimos ya retransmitíamos desde el estudio. Quizá por eso no me afectó tanto la retirada.

La grabadora se apaga. Pero hay tiempo de que este narrador, que otrora viajaba en business y frecuentaba hoteles cinco estrellas, se suba al metro en Alonso Martínez y pase desapercibido. "El coche en Madrid es un atraso", dice. Nadie se inmuta, pero enfrente tienen a uno de los rostros conocidos de TVE, cuando España sólo tenía una televisión.

Han pasado casi 18 años desde que Gregorio Parra (Águilas, Murcia, 1946) dejó Televisión Española (TVE), pero mantiene intacta su puntualidad. Aparece con un ejemplar de El Mundo y con una gorra para protegerse del sol en la cafetería en la que ha sido citado. Su saludo, "¿cómo andas, Rafa?", viene acompañado de un gesto poco usual, que lo acompañará durante el resto de la entrevista: llamar al entrevistador por su nombre.

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