Es noticia
Herminio Menéndez: "Felipe VI me obedecía a ciegas en la preparación para Barcelona 92"
  1. Deportes
  2. Juegos Olímpicos
ABANDERADO ESPAÑOL EN 1980

Herminio Menéndez: "Felipe VI me obedecía a ciegas en la preparación para Barcelona 92"

Durante ocho años, representó el 33% del medallero español y se le podría definir como piragüista. Pero también fue representante de futbolistas, directivo y colaboró en la organización de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92...

Foto: El olímpico Herminio Menéndez posa para El Confidencial. (J. I. R.)
El olímpico Herminio Menéndez posa para El Confidencial. (J. I. R.)

Es viernes a media tarde, con una brisa algo inusual en pleno verano madrileño. Somos citados en la cafetería Santinno de Majadahonda, enfrente de la ciudad deportiva del Atlético de Madrid. Pero no es el fútbol no lo que nos trae hasta aquí. O sí. Porque es complicado etiquetar a Herminio Menéndez (Candás, Asturias, 1953) como un simple piragüista.

Herminio representó durante ocho años el 33% del medallero español gracias a sus éxitos en Montreal 76 (fue plata en K4 1.000 metros) y en Moscú 80 (plata en K2 500m y bronce en K2 1.000m). En la Unión Soviética, fue abanderado español, aunque tuviera que llevar la bandera del Comité Olímpico Internacional (COI).

Abandonó el piragüismo tras Los Ángeles 84, pero no se alejó del deporte. Estuvo en el equipo que organizó los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, en el plan de transformación de los clubes a sociedades anónimas deportivas, integró las directivas de Sporting y Sevilla y, para concluir, fue agente de futbolistas. Ahora está jubilado, pero todavía tiene tiempo para dedicarse a algunos negocios de exportación e importación.

"Eres puntual", dice al llegar a la cafetería, en la que basta preguntar por él para saber que es un cliente frecuente. Hablamos de Sevilla y de su paso por la ciudad antes de encender la grabadora y de mantener una charla en la que sólo pone una condición: "Por favor, no me hables de usted".

placeholder Herminio Menéndez explica su historia en El Confidencial. (Jon Imanol Reino)
Herminio Menéndez explica su historia en El Confidencial. (Jon Imanol Reino)

*********

PREGUNTA. España tiene un medallero muy amplio, pero hubo una época en la que usted representaba el 33%.

RESPUESTA. Era increíble. Hay que percatarse de que tuvimos 40 años de dictadura en los que estuvimos aislados, también en el deporte. Eso nos perjudicó a todos: a los deportistas, a los entrenadores… Nadie iba a congresos, a las competiciones… El retraso del deporte español fue enorme hasta 1987. Ese año, llegué al Consejo Superior de Deportes (CSD) y se pusieron en marcha muchas cosas, sobre todo fijar una estructura nueva para el deporte español.

P. ¿El deporte servía de propaganda al régimen?

R. Servían a todos los regímenes, incluso en el telón de acero. España podía hacer poca propaganda, porque ganaban Ángel Nieto, Manolo Santana y parabas de contar.

P. ¿Sintió que abrió el camino a los que vinieron después?

R. Lo sentí y lo viví, porque hicimos algo que era impensable. Eso fue mérito del entonces presidente de la Federación, Hernando Calleja. Era un hombre que se había casado con una suiza y tenía muchísima visión. Hizo un convenio con la Federación Rumana de Piragüismo para que ellos vinieran a Sevilla en invierno y nosotros viajásemos a Rumanía.

P. ¿Qué supuso ese convenio?

R. España no era nadie a nivel mundial en piragüismo. Los rumanos competían con Rusia y Alemania Democrática, porque eran los tres mejores países del momento. Aquí había una base de piragüismo que no tenía conocimientos, pero la había: el descenso del Sella, de los ríos… Cuando llegamos a Rumanía y nos pusieron un entrenador de allí, fuimos como esponjas.

"Al piragüismo llegué porque uno de la pandilla descubrió ese deporte y nos convenció al resto"

P. Rumanía era el paradigma del piragüismo en esa época.

R. Claro. Allí aprendimos mucho porque las técnicas estaban al día, tenían muchos conocimientos sobre la fisiología del deporte, contaban con médicos deportivos, se fijaban mucho en la alimentación… Tuvimos la suerte de ir allí y captamos mucho. Hubo un buen maestro, pero también alumnos que destacamos. En cuatro años, pasamos de quedar últimos en un Mundial juvenil a ser campeones del mundo en Belgrado, en 1975, por delante de Rusia y Rumanía. Fue una final en la que había ocho países del Este y España. Fuimos revolucionarios.

P. Tres años antes, en Múnich 72, disputó sus primeros Juegos Olímpicos. ¿Qué tal la experiencia?

R. Fue la experiencia de un niño de pueblo que pensaba que participar en unos Juegos Olímpicos era una utopía. Yo vivía en un lugar de mar en el que hacer piragüismo era complicado. Ese niño que veía a los extranjeros que venían al Sella acabó en unas Olimpiadas. Al principio, yo compaginaba fútbol con piragüismo hasta que me decanté por uno.

P. ¿Por qué se decantó por el piragüismo?

R. Nosotros jugábamos al fútbol en la calle a todas horas. Al piragüismo llegué porque uno de la pandilla descubrió ese deporte y nos convenció al resto. Gracias a él fueron mis primeras regatas.

P. ¿Por dónde fueron esas primeras regatas?

R. Principalmente por el norte: País Vasco, Cantabria, Asturias, también por Palencia… Esa era la zona por la que nos movíamos.

"En Madrid yo no disfrutaba de la noche, mi vida eran los entrenamientos, acostarme temprano y levantarme pronto"

P. Le preguntaba por el momento en el que se inclinó por el piragüismo.

R. Me incliné porque me seleccionaron para el equipo nacional que viajó a Rumanía. Hicieron una convocatoria de los mejores talentos y me llamaron para ir. Le di un gran disgusto a mi padre porque dejé el fútbol por el piragüismo. Pero luego disfrutó muchísimo con mis triunfos.

P. En aquella época también entrenaban en el Guadalquivir.

R. Sí, sí. Yo vivía en la residencia Blume y pasábamos una temporada en Sevilla y otra en Madrid. En verano, nos tocaba en el pantano de San Juan.

P. ¿Qué tal el cambio a la capital?

R. El cambio no fue muy grande, porque me dedicaba a entrenar. En Madrid yo no disfrutaba de la noche, igual que me pasaba en Asturias. Cuando aterricé en la capital, mi vida eran los entrenamientos, acostarme temprano y levantarme pronto. Era una vida que replicábamos en las temporadas que pasábamos en Sevilla. Eso sí, cuando llegaba la Feria, nos sacaban rápido de allí.

P. Múnich 72 está marcado por el secuestro en la villa olímpica. ¿Qué recuerda de ese episodio?

R. Lo recuerdo muy bien, porque desde mi apartamento se veía el de los israelíes. Eso implicó un cambio muy grande, porque hasta ese momento las villas olímpicas eran lugares muy cosmopolitas, en el que los familiares entraban sin problemas… Desde entonces la seguridad aumentó muchísimo y se complicaron las visitas a los atletas. Múnich 72 supuso un antes y un después en los Juegos Olímpicos.

P. Se habla de las fiestas en la villa olímpica. ¿Cuánto hay de verdad y de leyenda en eso?

R. Tuve mala suerte en los cuatro Juegos Olímpicos en los que estuve, porque competí el último o el penúltimo día. Te voy a contar una anécdota.

P. Adelante.

R. Cuando uno termina de competir, hay jolgorio, no te voy a engañar. En Moscú, antes de una final de 1.000 metros K2, estaba en la habitación preparado para dormir. Pero era imposible, porque había muchísima jarana abajo en la expedición española. Me puse de mala leche, porque no podía descansar y me jugaba una medalla. Cuando bajé, entré en la sala de la que salía el ruido y me encontré con el equipo de baloncesto, que ya habían terminado y estaban de cachondeo. Me subí a la habitación y les pedí que continuaran la fiesta, pero varias plantas más abajo.

"En el Mundial de 1975, nadie esperaba que nosotros fuéramos campeones porque no éramos para nada favoritos"

P. ¿Entabló relación con otros deportistas españoles durante esos años?

R. Sí, sí. Me llevé especialmente bien con Juan Antonio Corbalán. Luego cree la primera asociación de deportistas olímpicos, de la que fui fundador y precisamente en ella estuvieron Paco Fernández Ochoa, Corbalán…

P. En Montreal 76 ganó su primera medalla. ¿Cómo lo recuerda?

R. En Montreal tuve luces y sombras, aunque conseguí la medalla de plata. Habíamos sido campeones del mundo el año anterior y habíamos ganado todas las carreras que había habido en Europa. En esa época, también participaba en el K1. Antes de esos Juegos Olímpicos, solo había una medalla posible, la de oro.

P. ¿A eso se refería con sombras?

R. Sí, porque además ganó Rusia. Ellos tuvieron la fortuna de que la tribuna estaba situada próxima a su calle, mientras que nosotros estábamos alejados. El viento nos molestó a nosotros, pero no a ellos. Los rusos fueron campeones olímpicos cuando no estaban ni entre los tres favoritos. Fue una final reñida.

P. ¿Qué tal el seguimiento mediático?

R. Muy grande, porque nosotros y los compañeros de vela éramos los únicos con opciones de medalla. También el equipo de hockey hierba rozaba los metales en esos años.

P. ¿Beneficia ir de tapado en el deporte?

R. Sí. En el Mundial de 1975, nadie esperaba que nosotros fuéramos campeones del mundo porque no éramos para nada favoritos. Un año antes, habíamos dado un salto muy grande, porque entramos en finales. Pero yo pensaba que íbamos a tardar algo más hasta alcanzar las medallas.

P. ¿Cómo fue el recibimiento tras el éxito de Montreal?

R. En Madrid no me hicieron ningún tipo de homenaje ni me recibió nadie. En mi pueblo, en cambio, me homenajearon y me recibieron todos los vecinos. Tengo otra anécdota de cuando fuimos campeones del mundo.

P. Cuente, cuente.

R. Nos proclamamos campeones en agosto de 1975, tres meses antes de que Franco muriera. Él nos concedió la medalla al Mérito Deportivo, pero no nos la pudo entregar porque falleció, le tocó al rey Juan Carlos.

"La democracia trajo aire fresco, podíamos viajar con facilidad y nos permitió actualizarnos del mundo exterior, del que estábamos aislados"

P. ¿Qué tal con él en las distancias cortas?

R. Me he llevado bien con él. Me escogió para hacer la preparación física del rey Felipe VI de cara a los Juegos Olímpicos de Barcelona.

P. Tuvo entonces más trato con Felipe.

R. Bastante más, es muy campechano. Nos veíamos en el gimnasio tres días a la semana. Es una persona muy normal y me obedecía a ciegas lo que le decía.

P. Volvamos a Montreal. ¿Ese éxito fue clave para ser abanderado en Moscú?

R. Estoy convencido. Aquella medalla de plata en K4 y el cuarto puesto en K1 me convirtieron en el deportista que mayores méritos había hecho. Recuerdo que fue una satisfacción enorme, porque cumplí metas que no tenía en mi cabeza.

P. Usted representaba el 33% del medallero español, pero no vivía del deporte.

R. Yo trabajaba en Ensidesa, una empresa siderúrgica asturiana, y tenía permisos y excedencias. El Gobierno nos daba una pequeña ayuda para gastos, porque nosotros vivíamos en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) Joaquín Blume.

P. ¿Cómo compaginaba la jornada laboral con la práctica deportiva?

R. Me daban muchos permisos para ausentarme por los torneos, pero acabé pidiendo una excedencia de cinco años. Sin eso, no hubiera llegado a lo que llegué. Era imposible compaginar el trabajo con el deporte de alto nivel.

P. Ha mencionado antes a Franco. ¿Cambió algo en el deporte con la llegada de la democracia?

R. Todo. La democracia trajo muchísimo aire fresco, entre otras cosas porque podíamos viajar con facilidad. Eso nos permitió actualizarnos del mundo exterior, del que estábamos muy aislados.

P. ¿Qué tal Moscú 80? Todavía era la época del telón de acero…

R. Hubo un nerviosismo muy grande en la previa, porque Estados Unidos boicoteó esa edición como consecuencia de la invasión soviética en Afganistán. Entonces los americanos presionaron a los países afines para que se unieron al boicot y no compitieran. Nosotros vivíamos con tensión, porque era muy probable que no participásemos. Afortunadamente, el Gobierno decidió que competiríamos con la bandera del Comité Olímpico Internacional (COI).

P. ¿Le convenció participar así?

R. Es que no había otra, tuve que desfilar con la bandera del COI. Si no hubiéramos aceptado participar así, es probable que hubiéramos hecho el boicot. El Gobierno actuó bien en ese momento.

P. ¿Temió quedarse sin esos Juegos Olímpicos?

R. Sí, sí, estábamos todo el día leyendo la prensa. Había momentos en los que veíamos muy negra la situación y otros en los que se despejaban esos nubarrones.

P. ¿Fue una edición descafeinada?

R. Depende para qué. En piragüismo, Estados Unidos no era ninguna potencia y, por tanto, no supuso nada su ausencia. En cambio, en atletismo o en natación eran de los mejores y el nivel bajó.

"En Moscú 1980 los rusos sí, se doparon seguro. Las recuperaciones que hacían de las carreras eran imposibles"

P. En Moscú ganó dos medallas. ¿Cómo transcurrieron esos cuatro años desde Montreal?

R. El cambio fue que no nos presentamos en K4, lo hicimos en K2. En 500 metros competí junto a Del Riego y en 1.000 metros, con Ramón Misioné. El entrenador decidió las parejas y que yo fuera el patrón de ambas embarcaciones.

P. Para que los que no le hayan visto, ¿se parece en algo a Craviotto o a David Cal?

R. David Cal es el mejor canoísta de la historia de España. Por el carácter, es posible que me parezca más a Craviotto, porque es un líder nato y yo era parecido. La diferencia entre ambos es que Saúl se especializó en velocidad punta, mientras que yo era un todoterreno: me usaban para fondo, velocidad, medio fondo… Afortunadamente, hoy hay más especialización. A mí me tocaba competir en cuatro o cinco pruebas en los torneos y era una paliza.

P. ¿Cómo se definiría como deportista?

R. Como un chico de pueblo que llegó a lo que nunca se imaginó en su vida: ser líder del deporte que escogió. Disfruté mucho con ello, porque tuve grandes triunfos. También tuve desgracias, pero el deporte es así.

P. ¿Sospechó de los rusos por dopaje en Moscú 80?

R. Sí, sí, se doparon seguro.

P. ¿En qué se basa para manifestarlo?

R. Rusia y Alemania Oriental llevaban varios años investigando centros de medicina deportiva para buscar anabolizantes, esteroides… cuando todavía eso no se buscaba. Además, hay un dato brutal: no hubo ningún positivo por dopaje. Es la única vez en la historia. Las recuperaciones que hacían de las carreras eran imposibles.

P. ¿No volvió a ver eso en los rusos?

R. Te voy a explicar una anécdota sobre el dopaje. En 1981, Juan Antonio Samaranch, que ya era presidente del COI, me invitó a la reunión anual de la organización junto a atletas en activo. Era la primera vez que participamos deportistas. Allí hice una propuesta a raíz de lo que vi en Moscú y porque también había entrenado en varias ocasiones en los países del Este. Y uno no es tonto.

placeholder Herminio Menéndez sonríe en la entrevista. (Jon Imanol Reino)
Herminio Menéndez sonríe en la entrevista. (Jon Imanol Reino)

P. ¿Qué propuesta?

R. Propuse que se hicieran controles de dopaje no solo durante las competiciones, también a lo largo del año. ¿Sabes cuál fue la respuesta? Nunca más me llamaron para esa reunión y no hicieron nada.

P. ¿Entre los deportistas hablaban del dopaje?

R. Sí, sí. Yo entrenaba siete horas al día y mi masa muscular era la que era. Y veías los cuerpos de los demás… La quijada, por ejemplo, es típica del que consume anabolizantes; los músculos eran demasiado desarrollados para ser un trabajo normal… Era palpable.

P. Todavía no me ha explicado cómo era la vida en la época del telón de acero.

R. En los países que yo estuve, me percaté de que la propaganda comunista era brutal. Además, no tenía nada que ver lo que pensábamos de ellos en Occidente con la imagen que tenían los ciudadanos de la Unión Soviética. Los niños vigilaban a sus padres y, si uno de ellos era mal comunista, podía denunciarlo. O un vecino. O tu primo. O tu amigo. Todo estaba controlado.

P. Póngame algún ejemplo.

R. Recuerdo que siempre había alguien en la entrada de todos los edificios en los que estuve. Te ponían un brazalete rojo para controlar las entradas y luego quién salía. En el ascensor, te acompañaba otra persona para ver a qué piso ibas y con quién te reunías… Todo eso lo anotaban. Además, había racionamiento.

P. Entiendo que comieron poco en esos Juegos Olímpicos.

R. Bueno… Tampoco se puede decir poco, pero la villa olímpica no tuvo nada que ver con las otras que visité. Recuerdo que llegamos a Moscú procedentes de Rumanía, y fuimos de los primeros. Los rumanos no sabían lo que era un yogur, no había leche, la fruta escaseaba… Pero es cierto que en la villa comimos lo que no habíamos comido en territorio rumano.

P. ¿Creía que tenía opciones de medalla en Los Ángeles 84?

R. No es que creyera que tenía opciones, es que era imposible que no la lograra. Era la olimpiada más fácil para mi, porque no venían los rusos.

P. ¿Qué faltó ahí para tocar metal?

R. Ahí hubo muchos errores por parte del CSD. Estábamos en un lago, porque los americanos las olimpiadas las hacen privadas, lo alquilan todo. A partir de las dos de la tarde, había un vendaval que no se podía competir y teníamos que entrenar de 07:00 a 14:00. Muchos olímpicos alquilaron una villa al lado del lago y a nosotros no nos la quisieron arrendar. Estábamos en la Universidad de Santa Mónica, muy bonita, pero a 200 kilómetros del lugar de competición.

"Ruiz Mateos vino en pijama a mi despacho, el presidente del Cádiz con un taxi pitando"

P. ¿Le costó asimilar esa decepción?

R. Me cabreé mucho. Llegué de los Juegos Olímpicos y me retiré, con 30 años.

P. ¿Fue un calentón o estaba decidido?

R. Fue un calentón, pero tenía que arreglar mi vida. Tenía tres medallas olímpicas y ocho campeonatos del mundo. Lo que pasó en Los Ángeles me desmotivó mucho.

P. ¿Tenía un plan definido para cuando dejara el deporte?

R. Tenía la excedencia, pero renuncié a ir al trabajo. Todos mis compañeros eran ya peritos o ingenieros y yo tenía la categoría de oficial porque no había seguido con los estudios. Tuve la suerte de estar en el Grupo Covadonga, en Gijón, un club importante con 38.000 socios. Tenía de todo menos fútbol. Me propusieron ser director deportivo del club y empecé ahí.

P. ¿Cuál es tu primera toma de contacto con Javier Gómez Navarro para trabajar a su lado?

R. Después del Grupo Covadonga, me hace una propuesta el Principado de Asturias para ir de asesor en la dirección deportiva del departamento de deporte de Asturias. Estando allí, me reúno con él y me hace la propuesta de trabajar cómo asesor ejecutivo.

P. Ustedes tuvieron mucho trabajo.

R. Sí, realizamos varios proyectos. Primero, una nueva Ley del Deporte, un plan de saneamiento del fútbol y una ley de sociedades anónimas deportivas para la transformación de los clubes.

P. Por entonces gobernaba el PSOE y usted estaba involucrado en el Centro Democrático y Social (CDS).

R. Sí, yo me presenté por Asturias como número dos. A través de un buen amigo mío médico, el Doctor Barteaza, me presentó a Adolfo Suárez y me propone como candidato. Afiliarme me costó dinero porque no había un duro en el partido: tuve que poner mi coche, ir con un altavoz, pagar las pegatinas, los carteles...

P. Hablaba del plan de saneamiento del fútbol. ¿Cómo lo gestionaron?

R. Surge porque en los clubes deportivos nadie tenía responsabilidad: se metían en unos líos terribles y nadie era responsable. Venía otro y otro y aquí nunca pasaba nada. Cuando tiras con pólvora ajena, pues no te importa decir: 'Gasto 1.000, 2.000 o 3.000'. Antes era con ingresos y gastos. No había muchos ingresos. Eran la publicidad, la taquilla y los abonados. Y las ventas de jugadores, o las compras.

P. ¿Hubo mucho estrés en esa última noche en la que Betis o Atlético de Madrid estuvieron al límite?

R. Estrés solo hubo en un momento. Recuerdo que el último día, Ruiz Mateos vino en pijama a mi despacho, el presidente del Cádiz con un taxi pitando, Lopera tampoco llegaba… Pero sí hubo un momento crítico, con el Atlético de Madrid, porque no llegaba el dinero.

P. ¿Es verdad o leyenda que Gil suscribió y no desembolsó las acciones?

R. Es leyenda. Con Gil no voy a entrar en el cómo, pero Jesús recaudó 2.000 millones de pesetas (12 millones de euros) y los puso en el banco.

P. Lo vivieron al límite.

R. Nos presionaron para que le diéramos un plazo mayor al Atlético de Madrid, porque el dinero no llegaba. Pero nosotros nos negamos, tanto Javier [Gómez Navarro], como todo el equipo. Ese momento fue complicado.

P. ¿Felipe González delegaba bien en estos asuntos?

R. Totalmente, nunca tuvimos ningún impedimento, al contrario. Lo mismo conmigo. Las propuestas que hice tenía independencia y contaba con el apoyo de Gómez Navarro.

P. ¿Cómo acabó como director general del Real Sporting?

R. Primero, yo soy del Sporting y del Sevilla. Lógicamente, por nacimiento y muchas cosas soy del Sporting. En 1994, se marcha Gómez Navarro y entra Cortés Elvira de secretario de Estado, que habíamos estado trabajando juntos, y me nombra director general de su gabinete. Pero no me sentía a gusto y se lo trasladé.

placeholder Herminio Menéndez, durante la entrevista con El Confidencial. (Jon Imanol Reino)
Herminio Menéndez, durante la entrevista con El Confidencial. (Jon Imanol Reino)

P. Entonces se fue al Sporting.

R. Me hicieron una propuesta y me fui. Al principio, no me dejaba marcharme, pero ya la segunda vez que se lo dije no me pusieron problemas. Llevaba siete años trabajando en el Gobierno y estaba cansado.

P. Hablaba antes de estructura. ¿No se entiende el deporte español actual sin Barcelona 92?

R. Si no hubiera habido Juegos Olímpicos, hubiéramos tardado más en tener esa estructura. Fue una excusa importante que nos sirvió para darle un cambio al deporte español y la prueba es que ganamos 22 medallas. Había más que en toda la historia atrás. Hoy, hay que reconocerlo, el CSD no lidera como nosotros liderábamos en aquel momento. Parece que ahora va detrás del problema, no lo ataja.

P. ¿En el Sporting, qué tareas le tocaron?

R. Fue una etapa muy tranquila, porque todos los años estuvimos en Primera. Con muchas dificultades, pero en Primera siempre. Era un club saneado, con una estructura muy seria, con una junta directiva muy seria y donde estuve muy bien.

P. Y llegó el cambio a Sevilla.

R. Me llega una oferta impensable en aquella época. Me hizo pensar, tardé un poco en aceptar, pero pensé que era un reto importante. Tenía allí muchos amigos y la ciudad me encanta, algo que sumó a la hora de decidirme. La situación era para llorar, porque las fichas eran impagables.

P. ¿Fue la herencia envenenada de Cuervas?

R. No, esto lo hizo José María González de Caldas. Trajo a Bebeto y a Prosinecki con unas fichas altísimas. Desde que llegó, no pagó nada, ni las flores de los entierros, ni las farmacias. Había una lucha entre los consejeros, la parte que tenía Caldas, la parte de Carrión… Yo era el pimpanpún, pero un día hay que viajar a Madrid a un partido. En la caja había telarañas, no había nada. Las agencias no nos daban créditos. A El Corte Inglés le debíamos 30 millones de pesetas (180.000 euros).

P. ¿No le dieron ganas de saltar del barco?

R. Sí, claro. Muchas veces pensé: '¿Qué hago yo aquí, Dios mío?'. 3.700 millones de deuda (22 millones de euros). Y se tuvo que hacer un estudio porque no se sabía a quién se le debía.

"Estoy satisfecho de dos cosas: con mi etapa de deportista y con mi etapa en el CSD. Hice que este país cambiará la mentalidad"

P. ¿Hasta cuándo aguantó allí?

R. Yo me fui porque cogí una arritmia crónica del estrés. Mi cardiólogo, cuando me vio, me dijo que cambiara de profesión, que tenía una arritmia que no se podía curar y que tenía que vivir con ella. Pero bueno, cuando yo me fui, el club estaba ya saneado. Tuvimos mucha suerte. Con el descenso a Segunda hicimos unas ventas impresionantes. Vendí a Prosinecki a Croacia porque se creó ese Estado. Me fui a Zúrich, que estaba el equipo allí entrenando. Compré un periódico y vi: "Presentación de Prosinecki con el presidente del Gobierno". Y todavía no habíamos firmado nada. No había acuerdo y armé un follón a nivel político… Yo dije que para salir tenían que pagar tres millones de dólares. Una locura

P. Fue también agente de futbolistas. Otro giro de su vida.

R. Cuando me dice el médico que no puedo seguir con ese ritmo de vida, con ese estrés, se lo digo al presidente. Me fui y me asocié con el empresario más importante de Brasil y Sudámerica.

P. ¿A quién llevó?

R. A todos los brasileños.

P. ¿A Roberto Carlos y los demás?

R. No, a Roberto ya no. Pero todos los que fueron al Sevilla o al Betis, todos: Edú, Fabio Aurélio, Renato, Luis Fabiano, Adriano, Julio Baptista, Assunçao...

P. ¿Se lo reconoce más por deportista o por haber sido de directivo de clubes y del CSD?

R. Estoy satisfecho de dos cosas. Con mi etapa de deportista y con mi etapa en el CSD. Hacer que este país cambiará la mentalidad de la mujer, del deportista, de los dirigentes… para mí fue muy gratificante.

Es viernes a media tarde, con una brisa algo inusual en pleno verano madrileño. Somos citados en la cafetería Santinno de Majadahonda, enfrente de la ciudad deportiva del Atlético de Madrid. Pero no es el fútbol no lo que nos trae hasta aquí. O sí. Porque es complicado etiquetar a Herminio Menéndez (Candás, Asturias, 1953) como un simple piragüista.

Juegos Olímpicos
El redactor recomienda