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Empiezan los Juegos, empiezan los sueños: París dispara la euforia un siglo después
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TODO PREPARADO PARA LA INAUGURACIÓN

Empiezan los Juegos, empiezan los sueños: París dispara la euforia un siglo después

La capital francesa acoge por tercera vez el evento deportivo de mayor envergadura con una definida organización. Y una apuesta por reflejar el sentimiento olímpico desde el aterrizaje

Foto: París está preparada para los Juegos Olímpicos. (EFE/Miguel Gutiérrez)
París está preparada para los Juegos Olímpicos. (EFE/Miguel Gutiérrez)

El aeropuerto París-Orly no es un volcán, pero está en plena erupción. Se nota en el ambiente que hay unos Juegos Olímpicos desde que uno se baja del avión, con constantes alusiones a la cita que mantiene en vilo a toda la ciudad.

Hay aeropuertos en los que solamente se ven los carteles de los conductores que esperan a viajeros apremiados. En Orly, ahora, la premisa ha variado, porque los voluntarios se colocan a escasos metros de la salida. Sacamos nuestra acreditación, pendiente todavía de ser plastificada, y se acercan con rapidez. El saludo es en francés, pero luego pasan a un más que correcto inglés.

—Tiene que acercarse a la mesa con mis compañeras. Allí verificarán sus datos y completarán el registro de entrada a París.

La mesa está formada por dos voluntarias que atienden con suma amabilidad a los recién llegados. No están solas en esta tarea, pues las acompañan hombres trajeados con su distintiva acreditación. Todo debe estar bajo control en una ciudad cuya capacidad de organización está más que nunca en el punto de mira.

Las constantes referencias a los JJOO

Hacemos la fila correspondiente y nos toca esperar detrás de miembros de la delegación uruguaya. Por detrás, se ubica una miembro delegación japonesa. Se palpa en el ambiente la cordialidad existente, con risas constantes entre los compañeros de la organización. Y con una eficiencia extraordinaria.

Llega nuestro turno y entrego el pasaporte. Al comprobar que es español, la trabajadora exclama en perfecto castellano: "Bienvenido". Trata de usted a todos los recién llegados.

placeholder La delegación española, a su llegada al aeropuerto de París. (Europa Press)
La delegación española, a su llegada al aeropuerto de París. (Europa Press)

Llevamos así desde este mismo lunes y estaremos hasta el 11 de agosto, la fecha que finalizan los Juegos Olímpicos. No vamos a parar.

Duda confirmada. El stand no estará visible únicamente durante la previa de la cita olímpica, se mantendrá a lo largo de todo el torneo. Una vez concluye con la acreditación, nos entregan una tarjeta de transporte público gratuita para desplazarnos por todo París. Y nos desean una feliz estancia.

Un blindaje inverosímil

Apenas hemos avanzado 50 metros cuando otra responsable de organización se nos acerca para comprobar que todo está en orden. Se mide todo al dedillo. Andar 100 metros en el aeropuerto implica localizar un nuevo stand desde el que se gestiona toda esta parafernalia.

Foto: París está preparada para acoger los Juegos Olímpicos. (EFE/Christophe Petit)
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Llegar a París es encontrarse el centro de la ciudad en un estado incomprensible, si se tiene en cuenta que acogen el evento deportivo de mayor envergadura. Las calles se encuentran completamente vacías, sin ruidos de coches que denoten que nos encontramos en una gran capital europea.

Lo que prima ante todo es la seguridad. En cuestión de 30 segundos, vemos dos coches diferentes de la policía municipal. En las estaciones de metro, no faltan patrullas de los cuerpos de seguridad estatales. Ni hablar de cuando uno se acerca a la villa olímpica, ubicada muy cerca del Stade de France, el lugar en el que se produjeron los altercados en la final de la Champions de 2022.

Una estación de película

A la villa olímpica se llega a través de la línea 14, cuya ampliación llegó hace poco más de un mes y se esperó durante casi una década. Conecta el aeropuerto de Orly con Saint-Denis. El aterrizaje en la ciudad con el lugar en el que los deportistas soñarán con hacer realidad sus mayores deseos. No hay mayor metáfora del significado de estos Juegos Olímpicos.

placeholder Las habitaciones de la delegación española en la villa olímpica. (EFE/Chema Moya)
Las habitaciones de la delegación española en la villa olímpica. (EFE/Chema Moya)

La suciedad del interior de los vagones contrasta con la pulcritud de la estación de Saint-Denis. Su aspecto es impecable, con instalaciones nuevas y con importantes aglomeraciones que justifican el desembolso realizado. Huele a nuevo al salir del vagón, igual que las páginas de los libros recién comprados.

Se esperan grupos masivos de personas que han obligado a construir cuatro escaleras mecánicas en cada dirección. La estación es atípica porque es la primera de las que hemos frecuentado en la que no es necesario picar con la tarjeta de transporte en la salida. Un enorme cartel de bienvenida alerta del inicio de los Juegos Olímpicos en breve, como si no hubiera suficientes señales a lo largo de la ciudad.

La parada estaba pensada para bajarse cerca de la villa olímpica, pero el camino que parecía una travesía torna en odisea. Bajo el sol parisino, es curioso observar cómo hay más de una decena de furgones policiales en los alrededores, con importantes restricciones al tráfico y constantes miradas a las acreditaciones. Los trabajadores no son eximidos de los férreos controles de seguridad que transforman el acceso en uno similar al de los aeropuertos.

Foto: Carolina Marín, en una entrevista con El Confidencial. (Ana Beltrán)

La villa olímpica es un espacio en el que es posible ver a Carolina Marín esperar junto a la expedición de bádminton para regresar a su habitación, como a cualquier periodista o personal organizador. El presidente del Comité Olímpico Italiano, Giovanni Malagò, recién ha llegado y han cortado el acceso a los transeúntes. Toca tirar de paciencia.

El ambiente que se respira en la villa es de ilusión y ganas de que empiecen los Juegos Olímpicos. Un siglo han esperado en París para ver de nuevo el torneo en su tierra. Y están poniendo todo de su parte para que se convierta en una experiencia mística.

El aeropuerto París-Orly no es un volcán, pero está en plena erupción. Se nota en el ambiente que hay unos Juegos Olímpicos desde que uno se baja del avión, con constantes alusiones a la cita que mantiene en vilo a toda la ciudad.

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