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La esgrimista que hizo caso omiso a los doctores: "Una medalla no resalta mi valor como persona o deportista"
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ENTREVISTA A LUCÍA MARTÍN-PORTUGUÉS

La esgrimista que hizo caso omiso a los doctores: "Una medalla no resalta mi valor como persona o deportista"

Desde los 17 años padece epilepsia de libro. Aunque le recomendaron que dejara el deporte de élite, siguió en él y ahora ha cumplido su sueño de disputar unos Juegos Olímpicos

Foto: Lucía, al clasificarse para los Juegos Olímpicos. (Federación Internacional de Esgrima)
Lucía, al clasificarse para los Juegos Olímpicos. (Federación Internacional de Esgrima)

Estaba recién duchada y preparada para competir en los Juegos Olímpicos, con enormes ganas. La conversación con Lucía Martín-Portugués (Villanueva de la Cañada, Madrid, 1990) se produjo antes de que se quedara fuera de la pelea por las medallas en esgrima, en sable.

A ella no le fue complicado elegir entre la esgrima y el ballet, porque era escoger "entre un tutú y pegarme con una espada". Desde entonces ha progresado en el deporte de élite, no sin inconvenientes a la hora de compaginarlo con los estudios. En París, cumplió su sueño de disputar unos Juegos Olímpicos.

Hay días en los que le ha costado entrenar, como en cada aniversario de la muerte de su padre. Pero su tenacidad la trajo hasta París, a pesar de que muchos doctores le dijeron que tenía que dejar el deporte al sufrir epilepsia de libro desde los 17 años. Los incrédulos, sin embargo, tuvieron que creer. Martín-Portugués atiende a El Confidencial en la villa olímpica.

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PREGUNTA. Hay mucho runrún sobre superar las 22 de medallas de Barcelona. ¿Lo notan los deportistas?

RESPUESTA. No estoy teniendo ninguna consciencia sobre que haya que superar una cifra. Sin embargo, he notado que en este ciclo olímpico ha habido una inversión muchísimo más grande en deporte que ha hecho que superemos la cifra de personas clasificadas, exceptuando Barcelona 92. Nadie tiene una presión exagerada sobre que hay que superar la cifra de medallas. Como ha habido tanta inversión en deporte, puede que la consecuencia lógica sea superar las 22.

P. ¿Cómo se ha traducido en mejoras esa inversión?

R. Ha habido patrocinadores directos a deportistas desde empresas privadas; ha habido un aumento en inversión de dinero al Consejo Superior de Deportes (CSD), a las federaciones a través de los programas Team España y X Olímpico; ha habido una serie de políticas que a los deportistas nos ha llegado directamente. Se han reformulado las becas que llevaban sin modificarse desde antes de Barcelona. En resumen, habido un trabajo muy duro por parte de todas las partes que se dedican al deporte. Evidentemente, cuando ellos hacen su parte la nuestra parte mucho más fácil. Vamos a conseguir, o por lo menos vamos a estar cerca, de ese récord histórico.

P. ¿Tienen algún tipo de ayuda cuando se retiran?

R. Antiguamente cuando tenías una carrera deportiva, como cobrábamos a través del Plan ADO, no teníamos una nómina como tal, no cotizabas a la Seguridad Social (SS). Por eso había deportistas que se plantaban en los 40 o 45 años sin vida laboral. Hace un par de años, la Asociación de Deportistas, junto a otras entidades, luchó para que estemos dados de alta en el convenio de deportistas de alto nivel y nos cuente como vida activa.

P. ¿La preparación es más laxa cuando están en la villa olímpica?

R. En mi caso es al revés. Aquí estoy hiperactiva. Soy una persona nerviosa y aquí hay muchísimos estímulos, muchas cosas nuevas, distintas personas. A mí me está costando dejar esa parte de sobreestimulación de lado para centrarme. Estoy empezando a bajar la activación, a empezar a centrarme en mí. He ido ya a la competición para ver el pabellón, ver a la gente tirar para empezar a meterme en el ambiente de la esgrima. Y estar todo lo lista que pueda.

P. ¿Qué tal la vida en la villa olímpica?

R. Me encanta interactuar con deportistas de otras disciplinas. Eso es lo mejor: conocer a las personas e interactuar con ellas. También escuchar las historias de la gente, cómo han llegado hasta aquí, qué han hecho con su vida y hacerlo personalmente, no desde una pantalla o un periódico.

P. ¿Se sienten futbolistas durante estas dos semanas?

R. Los deportistas olímpicos tenemos un foco muy importante. Es una pena que sea mientras dura la competición y no haya más constancia de todos los deportes durante todo el año. Pero eso no es nuestra culpa, eso es vuestra culpa, periodistas. Si solo nos enseñáis cuando os interesa, poco hacemos. Al final creo que los deportistas somos figuras y referentes para los más jóvenes y no se nos da la visibilidad que los medios de comunicación podéis darnos para que la gente tenga una vida más saludable, más disciplinada, más acorde a los valores del deporte.

P. ¿Cómo se inició en la esgrima?

R. Somos cuatro hermanos y uno de ellos hacía esgrima y hubo una exhibición en su colegio. Él se apuntó. Yo hacía ballet, así que tenía que esperar a que él terminase para que mi madre nos recogiese. Entonces, yo le veía y decía: 'Lo mío va a ser menos tutú y más tratra'. Así que me cambié al esgrima.

P. ¿Le costó esa decisión?

R. Tenía seis años. Uno era llevar un tutú y el otro era pegarme con espadas [risas].

P. ¿Por qué optó por el sable y no por la espada o el florete?

R. Eso fue casualidad porque en mi club solo se hacía sable. Si hubiese hecho una de las otras armas no hubiese sido tan buena, porque tengo características de velocidad, agresividad, fuerza que para las otras armas no son tan buenas. Yo no tengo tanta paciencia.

P. ¿Cómo fue compaginar el estudio con el deporte de élite?

R. Regular. He tenido colegios que me han atormentado totalmente con el deporte y he tenido otros como el Arcadia, en Villanueva de la Cañada, en el que mi tutor y profesor de Educación Física, César del Olmo, me ayudó muchísimo. Siempre hablaba con los profesores e intentaba explicarles la situación. Luego ya me cambié a un colegio de deporte, en la residencia Joaquín Blume, donde van muchos deportistas. Tenía el horario partido y podía entrenar mañana y tarde.

P. ¿Ha vivido el estigma de la educación al deporte en primera persona?

R. Muchísimas veces. De hecho, hasta en la universidad ha habido ocasiones en las que he dicho: 'Mire, profesor, no voy a poder venir a esta práctica porque me voy a una competición. No sé si la puedo recuperar en otro momento, si me puede ayudar…'. Y me han dicho que no, que me iban a suspender. Y yo pensando: 'Es que la ley me ampara y dice que usted me tiene que ayudar'. Luego vas a hablar con el jefe de departamento y te dice que te va a ayudar, que no te preocupes. Al final, hay muchas personas que no quieren o no les gustas que tú seas brillante en varias cosas. Además de no ayudarte, te intentan perjudicar. He tenido problemas con profesoras que me dijeran: 'Igual tienes que dejar el deporte'. Pero mis padres siempre decían: 'La educación de mi hija depende de mí. Usted tiene que enseñarle matemáticas, no educación'.

P. Vamos, que se encontró con profesores que le decían que se centrara solo en estudiar.

R. El 70%.

P. ¿Es sencillo dedicarse al deporte de élite con la estructura educativa de España?

R. España no es un país que esté muy preparado para la educación y el deporte. Hay estructuras para cuando llegas, que te van a ayudar, y hay universidades que te ayudan. No tenemos un plan estatal para fomentar el deporte como tienen otros países, y menos en las mujeres. De hecho, el abandono después de la adolescencia es mucho más alto que los hombres porque las mujeres llegan a la universidad y deciden centrarse en estudiar en vez de en el deporte. Si que el CSD y el COE tienen algunas ayudas importantes para aquellos deportistas que siguen estudiando en la universidad. Es difícil si desde la base no nos ayudan o no nos intentan inculcar la cultura del deporte. Yo no empecé a hacer deporte porque el sueño de mis padres era que yo fuera olímpica.

P. ¿Ha notado que muchas compañeras abandonan el deporte de élite?

R. Sí, y en muchos deportes, no solo en el mío. La gente critica mucho más o les da menos oportunidades que a los hombres. En muchas ocasiones, que un hombre sea deportista es algo normal y que lo sea una mujer es anormal. En muchas ocasiones me han hecho comentarios tipo: 'Ya tienes 33 años, se te va a pasar el arroz. ¿Cuándo te vas a retirar y vas a tener hijos?'. Eso no se lo preguntan al nadador que tiene mi edad. No, son comentarios que hace la gente porque socialmente existe este pensamiento, pero irá cambiando poco a poco.

P. ¿Nota que ya hay cambios en el deporte femenino?

R. Sí, por supuesto. Ha habido un gran impulso y se ha notado una barbaridad en todas las partes. También hay cada vez más niñas y más mujeres que se dedican al deporte porque salen grandes referentes de muchos sitios y empatizan con ellas.

P. ¿Cómo es crecer en un deporte casi sin referentes?

R. Pues yo tuve a Coral Bistuer. Vino a dar una charla a mi pueblo después de una de sus múltiples medallas y yo recuerdo que le pregunté a mi padre: '¿Quién es esta persona?'. Y me respondió: 'Pues es una deportista que hace taekwondo'. Y yo no lo entendía, y entonces me respondía: 'Hija, igual que los futbolistas, pero en mujer y dando patadas'. Ahí se abrió algo en mi cabeza y pensé: 'Las mujeres pueden ser deportistas, pueden dedicarse a deportes de contacto'.

P. Los deportes minoritarios son más exigentes que los deportes mediáticos como el futbol. ¿Verdadero o falso?

R. Falso. Creo que cada uno es exigente a su manera.

P. Padece epilepsia de libro. ¿Cómo se compagina con el deporte de élite?

R. Tengo mucha suerte porque he conseguido, después de muchos años, controlar la enfermedad con medicación, que no todo el mundo puede. Siempre hago una invitación a la gente a que no se resigne a la situación que le toque. Yo tardé casi diez años en controlar la enfermedad, con casi siete medicaciones distintas, haciendo un montón de pruebas y cambios, hasta que finalmente estoy en el estado actual, que no sé si es para siempre.

P. ¿Vive de una manera distinta desde el diagnóstico?

R. Por supuesto que vives de una manera distinta. Tienes que cumplir unas pautas de vida para que tu enfermedad no se descontrole, estás un poquito más cansado que los demás porque al final dependes de una medicación… Vivo igual que todo el mundo dentro de la normalidad anormal que es mi enfermedad, pero que tengo que tener cuidado con algunas cosas.

P. ¿Le recomendaron en algún momento que dejará el deporte?

R. [Se ríe] 1.000 personas me lo dijeron 1.000 veces. No eran ni doctores, eran lo que yo llamo doctorólogos (risas) Y yo decía: 'Usted no sabe nada de mí, de mi deporte, ¿qué dice?'.

P. Estudió Odontología. ¿Qué le llamó la atención de esa carrera?

R. No lo sé. De pequeña me regalaron la Barbie dentista y se me quedó ahí. Todavía no la he acabado, me queda una asignatura de cuarto. Desde el comienzo de este ciclo olímpico y el cambio de entrenador, decidí pausar un poco la universidad para centrarme en el deporte. Quizá el próximo ciclo la acabe, o no, ya veremos. Si no, ya lo haré cuando me retire.

P. ¿Qué recomendación da para evitar una caries?

R. Lavarte los dientes bien, hay que pasarse la seda dental. En cuanto sea odontóloga, venid a mi clínica [más risas].

P. He leído que dice que su peor enemiga es usted. ¿Tan poca fe se tiene?

R. Mi deporte requiere una concentración muy muy alta y cuando tengo que dar el 100% todos los días no siempre es el 100%. Hay veces que estoy dando el 40% de lo que es Lucía, y ese porcentaje realmente es lo máximo que puedo dar ese día, no puedo dar más. Si yo no estoy bien a nivel emocional o a nivel de concentración, es muy difícil que rinda. Me preocupa ser yo misma.

P. ¿Qué objetivo se marca en París?

R. Rendir, no me he puesto ningún objetivo como tal. Quiero ganar, evidentemente, como todos los que estamos aquí. Quiero intentar corregir mis fallos técnicos, escuchar al entrenador, controlarme a mí misma, controlar la ansiedad, tener paciencia… Me centro más en el rendimiento y en seguir la estrategia que en un objetivo total.

Foto: La otra realidad que las autoridades francesas ignoran. (Albert Ortega)

Para acabar, Lucía se somete al test de El Confidencial en estos Juegos Olímpicos.

P. Su primer recuerdo de unos Juegos Olímpicos.

R. Supongo que en mi casa viendo el atletismo porque un familiar lo hacía.

P. ¿Con qué deportista se tomaría una cerveza?

R. Con Coral Bistuer.

P. ¿Dónde se liga más, en la villa olímpica o en Tinder?

R. En la villa olímpica tienen el Tinder quemado ya.

P. ¿A qué deportista le pediría un autógrafo?

R. No me gusta molestarles, porque quiero que los que están y son famosos se sientan uno más. A ninguno.

P. ¿Qué se tatuaría si ganara una medalla?

R. Buena pregunta. Creo que nada, porque ganar una medalla no remarcaría mi valor como persona ni como deportista.

P. Elija el titular de El Confidencial si gana una medalla.

R. Pondría una frase que digo mucho y es: "Papá, llamaban a España y hablaban de mí".

Foto: La antorcha olímpica en la villa. (Reuters/Jia Haocheng)

P. Una superstición inconfesable.

R. Qué difícil… Me gusta atarme las zapatillas encima de la pista del ring.

P. ¿Cuál es el día de su vida que más le costó entrenar?

R. Cualquier aniversario de la muerte de mi padre.

P. ¿Dónde estaría ahora mismo si no se hubiera dedicado al deporte?

R. [Piensa durante varios segundos] creo que trabajando en una clínica.

P. Comida francesa o española.

R. Española.

P. Tres cosas que sepa de Francia.

R. Que el Sena estaba sucísimo hasta hace poco, que la Torre Eiffel está aquí y que el gorro frag es francés.

P. La última vez que ganó una medalla en la vida.

R. El autocontrol que he adquirido en mi vida a lo largo de los años.

P. Un compromiso que haya evitado por el deporte.

R. Tantos, tantos que no te imaginas. El más triste, el funeral de mi abuelo. Si no, cualquier cumpleaños de mi familia. Me he perdido muchos eventos importantes.

P. ¿Qué haría con el dinero de una medalla si la gana?

R. Dar la entrada para una casa [risas], aunque luego pienso que no me darían la hipoteca [más risas].

Estaba recién duchada y preparada para competir en los Juegos Olímpicos, con enormes ganas. La conversación con Lucía Martín-Portugués (Villanueva de la Cañada, Madrid, 1990) se produjo antes de que se quedara fuera de la pelea por las medallas en esgrima, en sable.

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