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Miki Oca: deportista, modelo y 'actor' antes de ser el héroe de las Guerreras
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el seleccionador acapara todos los elogios

Miki Oca: deportista, modelo y 'actor' antes de ser el héroe de las Guerreras

Tras su éxito como jugador, su pinitos en la moda, su paso por la televisión y su caída a los infiernos de la droga, tocó de nuevo la gloria como seleccionador

Foto: Miki Oca aplaude el triunfo de sus jugadoras (Efe).
Miki Oca aplaude el triunfo de sus jugadoras (Efe).

Tocó la gloria como jugador, miembro de una de las generaciones más brillantes del deporte español. Fue junto a Manel Estiarte, Jesús Rollán y compañía. Primero en Barcelona, en una noche amarga donde Italia les robó el oro olímpico. Cuatro años más tarde conquistaban el oro en Atlanta, cerrando el círculo mágico a una selección irrepetible. 21 años más tarde, de nuevo en Barcelona, Miki Oca volvía a citarse con la historia. Desde los banquillos, con un grupo de chicas formidables, ha conquistado uno oro en la Picornell. Señalado como el gran artífice del grupo, sus terapias grupales y su táctica en la piscina son consecuencia de toda una vida dedicada a su gran pasión, el waterpolo, y al haber visto la vida desde ambos lados.

“Nos ha inculcado muchísimos valores”, declara Mati Ortiz. Tras conseguir el oro olímpico, convertido en icono pop del deporte español, Oca dejó la piscina para pasar a las pasarelas. Un universo que, según dice, le permitió ver mundo. Convertido en un personaje que extrapolaba lo deportivo, fantaseó con las drogas. “Salió de dentro de mí el instinto de supervivencia”, ha relatado en numerosas entrevistas como logró dejar el lado oscuro de su vida. Además del mundo de la moda, en el que llegó a ser imagen de Channel, en 2004 volvía al circo mediático para participar en un reality de televisión, ‘La selva de los famosos’. Una experiencia única, cuenta Oca. Tras su paso por el programa volvió a reinventarse. Cambió su dieta alimentaria, dejó la carne y se hizo vegetariano. Una peculiaridad más de este carismático personaje, seductor como pocos.

Puro corazón, rebelde, ha inculcado a sus chicas la cultura del esfuerzo. Ellas le admiran. Le siguen sin preguntar, como un acto de fe. Saben que tiene mucha calle, que no es cualquier persona. El seleccionador, desde que tomara las riendas en 2010, se centró en potenciar las virtudes del grupo, de hacer piña. Desde entonces, han sido constantes las terapias de grupo. Concentraciones donde las chicas se desnudaban emocionalmente, buscaba que sus guerreras fueran una. "Un vestuario dividido puede funcionar en otros deportes, como el fútbol, pero en éste no. Si no vamos todas a una, no hay nada”, afirma Oca. Tenaz como es, trasmite energía. “Ha conseguido sacar lo mejor de cada una”, cuentan en el cuerpo técnico del equipo.

Tras tropezar una y otra vez, habiendo caído hasta los más oscuro de la faceta humana, resurgió como un ave fénix para volver a enamorar a España. A su Barcelona, pese a su origen madrileño. A Montjuic, donde hace 21 años lloraba de rabia tras rozar la gloria y encadilar en esos eternos Juegos Olímpicos de Barcelona ’92, cuna de la edad de oro del deporte español. Desde entonces, nada fue igual en el deporte de élite en España. Tampoco para Oca, cuya vida desde entonces ha dado giros imprevisibles. Quizá tenía que ocurrir así. Porque los valientes arriesgan. Son irracionales. Van, triunfan y vuelven. Como Miki. Como sus guerreras. Triunfaron en Londres en su primera cita olímpica. En su primer mundial ya como potencia hegemónica, señaladas como favoritas, no desaprovecharon la oportunidad. Siguieron el camino marcado por su entrenador. Tras mil piruetas a lo largo de su vida, Oca volvía a tocar el cielo. Ese que no pudo tocar como jugador, lo consiguió dirigiendo a unas chicas que ya son eternas. Como Miki.

Tocó la gloria como jugador, miembro de una de las generaciones más brillantes del deporte español. Fue junto a Manel Estiarte, Jesús Rollán y compañía. Primero en Barcelona, en una noche amarga donde Italia les robó el oro olímpico. Cuatro años más tarde conquistaban el oro en Atlanta, cerrando el círculo mágico a una selección irrepetible. 21 años más tarde, de nuevo en Barcelona, Miki Oca volvía a citarse con la historia. Desde los banquillos, con un grupo de chicas formidables, ha conquistado uno oro en la Picornell. Señalado como el gran artífice del grupo, sus terapias grupales y su táctica en la piscina son consecuencia de toda una vida dedicada a su gran pasión, el waterpolo, y al haber visto la vida desde ambos lados.

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