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Alba Cabello, la 'sirena' que busca añadir más medallas a las que guarda "en una caja"
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CHARLAMOS CON LA NADADORA DE SINCRONIZADA

Alba Cabello, la 'sirena' que busca añadir más medallas a las que guarda "en una caja"

La sincronizada marca el inicio de los Europeos de Natación de Berlín. 'El Confidencial' ha charlado con Alba Cabello, una de las sirenas del equipo español

Este miércoles, la natación sincronizada será la encargada de dar el pistoletazo de salida a los Europeos de Natación que se celebran Berlín del 13 al 17 de agosto. Las chicas que entrena Esther Jaumà participarán en siete categorías (rutina técnica en solo, dúo y equipo y rutina libre en solo, dúo, equipo y combo) de las cuales solamente las cuatro rutinas libres otorgan medallas (a diferencia de los Mundiales). El objetivo pasa por colgarse cuatro medallas frente al dominio de las rusas y El Confidencial ha charlado con Alba Cabello, una de las más veteranas del equipo de sincronizada, que deja claro lo que pretende: “Ser subcampeonas”. Como mínimo.

Completamente recuperada de su lesión en el hombro, la madrileña nos recibe en las piscinas que la vieron crecer, las del Mundial 1986. El mismo año en el que nació. A sus 28 años, Alba se mueve por las instalaciones como pez en el agua saludando a todos los que se cruzan con ella mientras despierta miradas de admiración. No es para menos ya que en su palmarés hay doce medallas colgadas: tres oros, seis platas y tres bronces. Y es que el agua es el medio natural en el que se mueve su familia. “Mi hermana fue nadadora de sincronizada y ahora es entrenadora y mi padre ha hecho waterpolo y ahora es árbitro”, nos cuenta Alba. Su presente es la sincronizada y prefiere “no pensar qué haré hasta que deje la sincronizada, es algo que ahora no me preocupa”.

Hace nueve años que cambió Madrid por Barcelona, una experiencia dura para la nadadora madrileña: “Sólo hacía un año que había fallecido mi madre y para mí fue un trance el pensar si me iba o no me iba. Al final, decidí quedarme un año aquí y al siguiente me volvió a llamar la seleccionadora y me fui a Barcelona”. En la Ciudad Condal entrena en el CAR y vive en la residencia. Allí principalmente están “los deportistas que somos de fuera y los que son menores. Allí hacemos mucha piña y es muy bueno. Yo al principio lo pasé muy mal porque no tenía a nadie, me tiré un mes llorando. Llamaba a mi padre y le decía que me fuera a buscar. Por eso cuando ahora viene alguna de las niñas más pequeñas llorando es porque echa de menos a su familia, no se han acostumbrado todavía a vivir solas”.

Normalmente, todo el mundo recalca la dureza de los entrenamientos que hay detrás de una rutina del equipo de natación sincronizada y es la propia Alba la que lo ratifica con sus palabras: “Entrenamos de ocho a ocho y paramos dos horas a comer de lunes a sábados, el domingo es el único día que descansamos. Y además hacemos pesas, acrobacias, preparación física de ballet, flexibilidad… Yo que soy la que hace los saltos tengo trabajo específico con el profesor de gimnasia para trabajar las acrobacias y el resto, agua”. ¿Y qué se siente cuando, literalmente, vuela por encima de sus compañeras? Explica que recuerda la primera vez “porque era muy pequeña. Entonces me lanzaban, saltaba y hago algo en el aire; ahora es una responsabilidad muy grande porque soy yo la que salta y hay miles de ojos mirándote a ti porque a las que están abajo no se las ve. Me da más miedo saltar fuera del agua que dentro”.

Entrenar y vivir en el mismo sitio fueron razones por las que Alba nos cuenta que “desde el principio pedí que mi compañera de habitación no fuera de sincronizada, necesitaba que cuando acabase el entrenamiento no seguir con lo mismo. Es la manera de desconectar, de hablar de otras cosas o de salir del CAR. Sería complicado si estuviésemos todo el día tan juntas aunque nuestro deporte lo requiere porque acaba el entrenamiento y tenemos que ver vídeos, la sesión de ese día para poder corregir al día siguiente”.

Con un palmarés cuajado de metales, la nadadora nos cuenta que “las medallas las tengo metidas en una caja. Es muy bonito ser campeona del mundo o subcampeona, pero me quedo con las vivencias y con los nueve años que llevo fuera de casa viviendo con la selección”. Y además, nos desvela otro secreto: “Yo de pequeña era muy mala (risas). El presidente que tengo ahora en el club siempre se lo decía a las niñas: “Aunque quedéis mal, no pasa nada; Alba era muy mala y siempre quedaba la última”. Y es verdad, es que era muy mala. Hasta que empecé a despuntar y tuve la oportunidad de entrar al centro de tecnificación para entrenar más horas y compaginar escuela con deporte, no fui nadie, no tenía resultados positivos”.

Es algo que parece increíble teniendo en cuenta lo que ha hecho el equipo de natación sincronizada hasta el momento. Son sinónimo de medalla en cada participación ya sea unos Juegos Olímpicos, un Mundial o un Europeo como el que empieza este miércoles en Berlín: “Hemos conseguido un palmarés muy alto y cuando no consigamos medallas, no seremos nadie. La prensa es así, pero nosotras hemos demostrado en los Mundiales de Barcelona 2013 que seguimos siendo nosotras, no importa quién esté en el bordillo entrenándonos porque la ilusión y las ganas las hemos puesto nosotras y seguimos siendo subcampeonas del mundo. Nos hicimos una piña, nosotras mismas decíamos “nos ponemos el chubasquero” cuando algo de fuera no nos gustaba para que nos resbalase”.

Este miércoles, la natación sincronizada será la encargada de dar el pistoletazo de salida a los Europeos de Natación que se celebran Berlín del 13 al 17 de agosto. Las chicas que entrena Esther Jaumà participarán en siete categorías (rutina técnica en solo, dúo y equipo y rutina libre en solo, dúo, equipo y combo) de las cuales solamente las cuatro rutinas libres otorgan medallas (a diferencia de los Mundiales). El objetivo pasa por colgarse cuatro medallas frente al dominio de las rusas y El Confidencial ha charlado con Alba Cabello, una de las más veteranas del equipo de sincronizada, que deja claro lo que pretende: “Ser subcampeonas”. Como mínimo.

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