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Garbiñe salva los muebles en el naufragio de la Armada Española en París
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la española ya está en semifinales

Garbiñe salva los muebles en el naufragio de la Armada Española en París

Muguruza empezó dubitativa, pero pronto se encontró con su buen tenis y se impuso a una rival que no tenía nivel. Ramos, Granollers, Bautista, Ferrer y Carla Suáres, eliminados

Foto: Garbiñe celebra su victoria contra Shelby Rogers (Reuters)
Garbiñe celebra su victoria contra Shelby Rogers (Reuters)

La marea española se volvió escuálida de un plumazo. Era un día con seis jugadores nacionales en el programa y poco a poco fueron naufragando, haciendo las maletas de vuelta a casa. Garbiñe, que era la última de todos en jugar, fue la que salvó los muebles. Solo queda ella, pues durante el día perdieron en Roland Garros Ramos, Ferrer, Bautista, Granollers y Carla Suárez. Solo un español en el cuadro masculino, Ramos, ha conseguido entrar en cuartos de final, un resultado muy por debajo de la historia del tenis español, que desde 2011 siempre tenía más representantes en esa ronda. La ausencia de Nadal pesa, él era siempre el más fiable.

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En estos tiempos un poco anémicos queda Garbiñe Muguruza, que entre su talento y sus rivales tiene el boleto más sencillo de casi todos los competidores. Jugaba contra la cenicienta Shelby Rogers y la ganó con normalidad. Otro resultado no hubiese sido normal. La hispanovenezolana empezó mal, perdiendo su servicio en el primer juego del partido, pero supo reaccionar a tiempo. En realidad no había color, a un lado de la pista había una tenista de élite y en el contrario una meritoria con mucha ilusión y poco juego.

Garbiñe solo necesita ayudarse a sí misma para hacer cosas grandes. En ocasiones falla más de la cuenta, se pierde en los nervios. Contra una jugadora como Rogers eso no llega a ser problema, cuando se calienta entra de nuevo en escena e impone sus enormes cualidades tenísticas. Casi ilimitadas de hecho. Muguruza es un gustazo de jugadora, no tiene un golpe que no haga daño ni un ángulo que no pueda jugar. Es bastante rápida para ser tan alta y se mueve como un cisne por la pista. Tiene el repertorio completo y aspira a todo en el tenis. Tiene, eso sí, que saber sosegarse.

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Porque el inicio de partido contra Rogers, contra la que llegó a estar 5-3 abajo y sirviendo la estadounidense para ganar el set, no le puede pasar ante rivales de más calado. Ellas no desaprovecharían las brechas mentales de Garbiñe. esas que le llevan a entrar fría y confusa en la pista y ceder en demasía en los primeros compases de un partido. Rogers creyó que podía hacerle partido, pero nunca fue cierto. En cuanto Muguruza subió un poco el nivel demostró que habrá otros días difíciles, pero ese no podía ser su final en este Roland Garros.

Al terminar el partido Garbiñe dio sus dos vueltas de bailarina características. Es uno de sus sellos, una manera de acercarse a la afición. El tiempo pasa rápido y parece que siempre estuvo allí, ganando partidos importantes y siendo una estrella del tenis, pero no es del todo cierto. En realidad este Roland Garros es solo la segunda vez que se mete en unas semifinales de Grand Slam. Y es que solo tiene 22 años.

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Esos gestos, esas sonrisas, tienen también relación con la presión. Cuando Muguruza veía que se le complicaba el partido, en el primer set, las pulsaciones se disparaban. Este no era un partido para disputar, sino para ganar, y no hacerlo era un gran fracaso. A lo largo de su carrera Garbiñe ha jugado grandes partidos contra las rivales más temibles, pero también ha tenido algunas tardes aciagas contra jugadoras que son mucho peores que ellas. Eso no era admisible en los cuartos de final de París y ella lo sabía perfectamente. Una derrota contra Rogers era volver a cuestionarse todo, empezar de nuevo ese bucle. Lo evitó, sin problemas, porque es mejor.

Su siguiente rival, la penúltima en el cuadro, será Samantha Stosur. La australiana es una buena tenista, de pasado glorioso, pero es seguro que Garbiñe hubiese firmado a priori encontrarse con la número 24 del mundo en una semifinal de Grand Slam.

Ferrer y su enfado

El resto de derrotas de los españoles fueron duras, pero no todas ellas inesperadas. En muchos casos era lo lógico: Wawrinka es mejor que Ramos, Djokovic que Bautista y Thiem que Granollers. Hubiese sido sorprendente que ganasen, muy meritorio, pero la lógica se impuso.

Un caso en el cuadro masculino duele un poco más, aunque de algún modo también es consecuencia de los tiempos. David Ferrer no está jugando bien esta temporada, ha empezado a caer en el ranking y los diversos problemas físicos que arrastra le están lastrando. Hay que recordar que tiene 34 años, es decir, ya empieza a estar en una edad en la que el tenis empieza a menguar y se hace más difícil estar entonado todas las semanas. El legado del de Jávea es inmenso, aunque su carrera haya quedado siempre en un segundo plano ante la irremediable superioridad de Rafa Nadal.

Pocas carreras han sido más serias que las de Ferrer, que año tras año terminaba en los ránkings como el mejor jugador del mundo... que no llegaba al 1.80. A pesar de eso, de una limitación física evidente, ha conseguido estar muchos años entre los diez primeros, enseñar las garras, ser importante en la Davis y en el circuito. En este Roland Garros ha perdido contra Berdych, otro de los grandes jugadores de esta época, un tenista al que muchas veces ganó, incluyendo una paliza memorable en la final de la Copa Davis en Praga -que de poco sirvió, los checos terminaron ganando-.

Ferrer ha salido de este Roland Garros como casi todos los tenistas del cuadro: con un enfado morrocotudo. La organización francesa está haciendo aguas por todos lados. La lluvia les ha sorprendido, por más que sea muy poco sorprendente que llueva en París en primavera. Basta con ver un climograma para darse cuenta de que la capital francesa no es un lugar precisamente seco en esta época del año. La ciudad de la luz tiene mejor fama que Londres en estos temas, pero también más días lluviosos al año.

El caso es que a Ferrer la lluvia le ha pasado por encima y ha terminado desesperado con todo el tema. Él, siempre calmado, de los que no levanta la voz, esta vez ha sido muy rotundo. "Me parece una estafa para la gente. Las condiciones no eran las más idóneas para jugar. Tuvieron la suerte de que nadie se lesionó", dijo el tenista. Cree que en el torneo no está reaccionando bien con todo lo ocurrido, está metiendo prisa a los tenistas y respetando poco y mal cuestiones importantes como el calentamiento.

"Miraría por el bien del jugador, porque soy jugador. Me parece increíble que en este torneo no haya dos pistas cubiertas cuando se sabe que siempre llueve. Me parece ridículo. Me parece que es el único torneo que no ha evolucionado. En Australia que nunca llueve tiene tres pistas cubiertas y aquí no. No le veo la lógica. Un torneo de estas dimensiones se ha quedado atrás en estas cosas", explicaba el tenista español. Con la humedad lo tiene más difícil, un jugador potente, como es Berdych, puede aprovechar mejor el peso de la bola para ser más agresivo.

También sorprendió la laguna mental que apartó a Carla Suárez de los cuartos de final. Perder contra Putintseva, una jugadora kazaja de prometedor futuro y escaso presente, no estaba previsto. Pero desde el primer momento se vio que no estaba cómoda. No jugó bien al tenis, perdió muchas veces su servicio y terminó perdiendo el encuentro. Su siguiente rival hubiese sido Serena Williams, la gran dominadora, pero es una decepción no haber siquiera estado en ese trance.

La marea española se volvió escuálida de un plumazo. Era un día con seis jugadores nacionales en el programa y poco a poco fueron naufragando, haciendo las maletas de vuelta a casa. Garbiñe, que era la última de todos en jugar, fue la que salvó los muebles. Solo queda ella, pues durante el día perdieron en Roland Garros Ramos, Ferrer, Bautista, Granollers y Carla Suárez. Solo un español en el cuadro masculino, Ramos, ha conseguido entrar en cuartos de final, un resultado muy por debajo de la historia del tenis español, que desde 2011 siempre tenía más representantes en esa ronda. La ausencia de Nadal pesa, él era siempre el más fiable.

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