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"Tenemos demasiada cultura de la derrota". Noah y la piedra con la que carga Francia
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se impuso a bélgica tras 16 años de sequía

"Tenemos demasiada cultura de la derrota". Noah y la piedra con la que carga Francia

El tenista, que ganó Roland Garros en 1983 y es el único galo en lograrlo en la era Open, reconoce que vencer a Bélgica ha sido especialmente complicado por el trauma del país ante tanto fracaso

Foto: Noah celebra la victoria francesa. (Reuters)
Noah celebra la victoria francesa. (Reuters)

Yannick Noah destaca en cualquier habitación en la que entra. Mide más de 1.90 y es delgado como un junco, lleva gafas modernas, peinados modernos, ropa moderna... él siempre parece ser el primero en enterarse de qué es lo último. Su imagen se ha ido labrando con el tiempo, no es que parezca un rockero, es que lo es, en su pasado hay grupos de música y no es difícil encontrarle si se le busca en Spotify con canciones como 'Angela' o 'Aux Arbres Citoyens'. Noah es también una autoridad en el deporte francés, una de esas celebridades que desde fuera son difíciles de entender pero que cada país tiene. Y, como francés y tenista, es alguien que sabe perder. Y desde este fin de semana, el capitán que ha devuelto la Copa Davis al país 16 años después.

"Tenemos demasiada cultura de la derrota", explicaba después de ganar la primera Copa Davis para el país de los mosqueteros en 16 años. "Los belgas venían ligeros, pero nosotros teníamos algo pesado en la espalda, estábamos acostumbrados a perder, nos olvidamos de ganar, romper eso es muy difícil porque no solo juegas contra un oponente, a veces juegas contra tu propio equipo, contra tu país", explica el jugador, de origen camerunés y que lleva el deporte en los genes. Él fue un excelente tenista, su padre un meritorio jugador de fútbol y su hijo un baloncestista de la NBA con problemas de dopaje.

Foto: La ensaladera, el trofeo que se da al campeón de la Copa Davis (EFE)

Noah, el último campeón francés

Y es curioso, porque todo esto lo cuenta el último gran ganador del tenis francés. Fue en 1983, en Roland Garros, un torneo que será ampliamente recordado porque es la única vez en la era open (desde 1968) que un jugador galo ha ganado en casa. Por abundar más, es el único torneo grande que ha ganado un tenista de ese país desde que el deporte se profesionalizó. Para encontrar al anterior campeón hay que mirar al año 1946, cuando Yvon Petra ganó Wimbledon.

De eso habla Noah también cuando se refiere a la cultura de la derrota. Desde que él ganó Roland Garros cinco jugadores españoles suman 21 campeonatos de Grand Slam, por poner una comparación. Y no es consecuencia de la inversión, en absoluto, más bien al contrario. La federación francesa de tenis es una de las cuatro más poderosas y ricas del mundo, aunque solo sea porque alberga uno de los grand slam -que están fuera del control de la ATP- y eso les hace tener un beneficio neto amplísimo.

Francia puede, mejor que nadie, tener grupos de competición para enseñar a los chicos. Cuenta con un montón de torneos de formación porque la federación puede pagarlos. Goza de las 'wild card' de Roland Garros y de los intercambios con otros torneos de grand slam para que sus jugadores entren antes que nadie en los cuadros finales de las competiciones. Tienen, en definitiva, un presupuesto casi ilimitado para encontrar talento, pero por unas cosas u otras nunca aparece. Sí hay buenos jugadores, Tsonga, Monfils, Pouille, Gasquet, Mahut... la lista es larga, pero no ilustre, aunque puedan ser buenos jugadores, algunos de ellos de los que rondan el top-10, siempre se quedan bastante lejos. En el masculino, claro, porque en los cuadros femeninos jugadoras como Mary Pierce, Amelie Maursemo o Marion Bartoli sí que han tenido algunos éxitos.

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Tennis - Davis Cup Final - France vs Belgium - Stade Pierre Mauroy, Lille, France - November 26, 2017 France captain Yannick Noah and Jo-Wilfried Tsonga kiss the trophy after winning the Davis Cup Final REUTERS Yves Herman TPX IMAGES OF THE DAY

El error de Joakim

Pero ahí está la cultura de la derrota, esa que Noah quiere detener con su hablar pausado y su análisis constante de la situación. Noah es habitual en las televisiones y no tiene pelos en la lengua, no le suele costar opinar. Y de eso saben bien en el deporte español, pues durante un tipo el último campeón francés puso su dedo acusador en lo que ocurría en las pistas de la piel de toro.

"Hoy en día, el deporte es un poco como Astérix en los Juegos Olímpicos. Si no tienes la pócima mágica es difícil poder ganar. Y aquí parece, como Obélix, que ellos fueran los afortunados que cayeron en la olla", explicaba cuando en España se vivía en medio de la Operación Puerto. "¿Han descubierto técnicas de entrenamiento o de formación e instalaciones que nadie antes había imaginado? He buscado y no he encontrado registrada ni documentada ninguna de estas innovaciones", abundaba el extenista francés. Sin pruebas, nunca las dio. Él fue uno de los vocales más sonoros de un runrún poco aislado. Son muchos, especialmente en Francia, los que han expresado dudas similares sobre los éxitos deportivos españoles.

Sobre el dopaje Noah vivió hace unos meses su mayor golpe. Su hijo Joakim fue sancionado 20 partidos por el uso de esteroides. Y él, que siempre fue duro en sus análisis sobre la trampa deportiva, no pudo más que censurarle. "Hablamos sobre ello porque es algo que va en contra de todo lo que creo. Esa es la razón por la que me sentí tan mal. Me contó lo que ocurrió, que se dejó aconsejar por un amigo del instituto que le llevaba todos los asuntos nutricionales… Él hizo algo estúpido y debe pagar por ello. El todavía está haciéndolo, todavía está suspendido por un producto que ahora es válido, pero no es excusa. Está pagando por ello porque es un grave error y yo quiero ayudarle en su regreso. Es una buena lección para él. Me sentí muy mal de que mi propio hijo hiciera eso. Una de mis peores pesadillas es que, como capitán, alguno de mis jugadores hiciera eso… así que es difícil. Está cumpliendo 20 partidos porque hizo algo totalmente equivocado", explicó en su momento Noah. Palabras con algo de cariño, pero también con un poso importante de reproche, porque no puedes pasar la vida dando lecciones y obviar el tema cuando el problema está en casa.

Noah padre, el único gran campeón francés, no tiene pelos en la lengua. Él habla de la derrota y de lo que eso supone, aunque solo sea porque, en su país, solo él tiene bien claro lo que es ser tenista y campeón.

Yannick Noah destaca en cualquier habitación en la que entra. Mide más de 1.90 y es delgado como un junco, lleva gafas modernas, peinados modernos, ropa moderna... él siempre parece ser el primero en enterarse de qué es lo último. Su imagen se ha ido labrando con el tiempo, no es que parezca un rockero, es que lo es, en su pasado hay grupos de música y no es difícil encontrarle si se le busca en Spotify con canciones como 'Angela' o 'Aux Arbres Citoyens'. Noah es también una autoridad en el deporte francés, una de esas celebridades que desde fuera son difíciles de entender pero que cada país tiene. Y, como francés y tenista, es alguien que sabe perder. Y desde este fin de semana, el capitán que ha devuelto la Copa Davis al país 16 años después.

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