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Conchita Martínez: la clave del éxito y un ejemplo a seguir para Garbiñe Muguruza
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La ha recuperado como jugadora top

Conchita Martínez: la clave del éxito y un ejemplo a seguir para Garbiñe Muguruza

Desde que la oscense llegó en noviembre como nueva técnica, Muguruza ha cambiado por completo su mentalidad, también algunas parte de su juego. Garbiñe está agradecida y muy satisfecha a su lado

Foto: Conchita Martínez, durante una rueda de prensa en el Open de Australia. (WTA)
Conchita Martínez, durante una rueda de prensa en el Open de Australia. (WTA)

"Se me hace difícil hablar de mí misma, pero a mí me gusta la seriedad y la organización. Me gusta entrenar con intensidad. Soy una persona positiva, que siempre busca darle la vuelta a la situación cuando las cosas no funcionan. Lo importante es ordenar a una jugadora cuando te viene desordenada. Cuando son buenas, basta con ordenarlas un poquito porque el resto lo hace la calidad. Y profesionalidad ante todo, por favor. Que eso no falte nunca". Conchita Martínez tenía muy claras las pautas a seguir para recuperar del ostracismo a Garbiñe Muguruza. Por eso, cuando la hispano-venezolana le llamó para pedirle ayuda, no lo dudó ni un segundo. A la oscense le motivan los grandes retos y el que tenía por delante con la tenista natural de Caracas era uno mayúsculo. Garbiñe transitaba por el circuito WTA cabizbaja, desilusionada, perdida y protagonizando momentos realmente reprochables con su antaño entrenador, el francés Sam Sumyk. Ni rastro de aquel talento que había ganado Roland Garros (2016) y Wimbledon (2017) para alcanzar el número uno mundial y acaparar tantos focos como el mismísimo Rafa Nadal.

De repente, a Muguruza tanta exposición le pudo y cayó en un pozo, engullida tal vez por su propio ego, que amenazaba con hacerla invisible. En julio decidió prescindir de los servicios de Sumyk, también del resto de su equipo de trabajo, y se cogió unas largas vacaciones tras el Open de China. Se fue a Tanzania, a subir el Kilimanjaro, y se acordó de los grandes momentos que había pasado con Conchita en Wimbledon 2017, cuando alzó el cetro con ella de consejera. La oscense cumplía con todos los requisitos que necesitaba para volver a la élite: mano dura, empatía y experiencia. Conchita la rodeó de un nuevo fisioterapeuta y preparador físico, cambió sus métodos y también su pretemporada, que empezó cinco semanas antes del inicio del curso y no cuatro ni tres, como acostumbraba. Garbiñe llegó en óptimas condiciones tras su aventura en África y empezó a dar los primeros pasos para su resurrección. A nivel físico, se la ve más delgada y ágil. A nivel mental, el cambio es aún más drástico si cabe. Muguruza se ha vuelto a enamorar de su deporte.

placeholder Conchita y Garbiñe posan juntas la temporada pasada, antes de que unieran sus carreras.
Conchita y Garbiñe posan juntas la temporada pasada, antes de que unieran sus carreras.

Menos visceral

"Creo que la pretemporada fue buenísima. Tuvimos mucho tiempo para trabajar diferentes aspectos necesarios de ser mejorados. Y los resultados ahí están. Es fantástico poder comprobar como las cosas que has estado trabajando durante la pretemporada luego se ven en la pista", comenta Conchita. "Si llegas bien de piernas, el brazo irá solo", subraya. De 14 partidos este curso, Garbiñe solo ha perdido tres. Con tan solo un mes de competición, Muguruza ya suma más puntos en el ranking WTA que en todo el curso pasado. Del puesto 34 con el que arrancó 2020, al 16 actual tras llegar a la final de Australia, más cerca de donde le corresponde. La hispano-venezolana, que no pudo alzarse con el cetro ante Sofía Kenin, es una auténtica cañonera desde el fondo de pista, pero a eso le ha añadido con Conchita una mayor movilidad y una inteligencia en la red que no tenía. Con su saque controla y al resto elige bien la ofensiva. Más temple, menos visceral. Está en su versión más dominante, pese a que este sábado no le terminaran de salir las cosas.

"Si Garbiñe es capaz de jugar así con más frecuencia, es la número 1", decía Simona Halep, víctima. Esa es la empresa que persigue Conchita con la jugadora, que este gran nivel que ha desarrollado a inicios de año no sea casual. El físico lo tiene y, con 26 años, es fácil que lo mantenga, pero la mente va por otro lado. Por el momento, a Garbiñe se le ve centrada, en paz consigo misma. Ahora, su nueva irrupción ha sido cuanto menos sorprendente y sabe que todas la volverán a vigilar de nuevo. Garbiñe ya conoce esa sensación y gestionar las emociones no se le ha dado del todo bien anteriormente. Conchita, que sabe lo que es alcanzar la cima y mantenerse durante muchas temporadas, será clave en esto. Entrenadora y jugadora hablan a menudo. Muguruza sonríe porque la oscense le genera confianza y es un libro abierto. Su excelente trayectoria le ha servido para entrar incluso en el Salón de la Fama del tenis estos días, un modelo de inspiración para la joven.

placeholder Muguruza entrena a las órdenes de Conchita en Wimbledon 2017. (EFE)
Muguruza entrena a las órdenes de Conchita en Wimbledon 2017. (EFE)

La oscense le protege

"Tengo una muy buena relación con mis jugadoras. Habiendo estado antes en su posición, sé lo que piensan en cada momento, eso me aporta un extra. Es algo muy importante para quien es entrenador. La gente sabe que soy una gran trabajadora. Es clave tener la confianza de las jugadoras. Me ha ido bien así", sostiene Conchita, que ha llevado a su pupila a la final de un 'major' que se le continúa resistiendo a las españolas. "Una vez que ella coge el ritmo es difícil pararle", detalla la técnica, que divisa un futuro próspero y espera que nada confunda a Garbiñe: "Ojalá no tengamos que preocuparnos de otras cosas que no sean entrenar para que Muguruza se fortalezca".

Conchita ha rescatado a la tenista y le ha dado la vuelta. La conoce bien desde que la de Caracas comenzara sus entrenamientos en Barcelona, en la academia de Sergi Bruguera, siendo aún preadolescente. Sabe llevarla, protegerla de voces exteriores y liberarla de frustraciones, cargas enquistadas y dudas innecesarias. Muguruza agradece que Conchita le escuche y entienda. Son uña y carne. Garbiñe se encomienda a sus consejos y traslada lo aplicado en los entrenamientos a la pista. "Gracias por devolverme a la final de un Grand Slam, Conchita", le dijo delante de toda la Rod Laver. Muguruza ha madurado y el premio a su dedicación, esfuerzo y cambio de actitud le ha llegado ya. Es el camino a seguir. Nunca es tarde si la dicha es buena.

"Se me hace difícil hablar de mí misma, pero a mí me gusta la seriedad y la organización. Me gusta entrenar con intensidad. Soy una persona positiva, que siempre busca darle la vuelta a la situación cuando las cosas no funcionan. Lo importante es ordenar a una jugadora cuando te viene desordenada. Cuando son buenas, basta con ordenarlas un poquito porque el resto lo hace la calidad. Y profesionalidad ante todo, por favor. Que eso no falte nunca". Conchita Martínez tenía muy claras las pautas a seguir para recuperar del ostracismo a Garbiñe Muguruza. Por eso, cuando la hispano-venezolana le llamó para pedirle ayuda, no lo dudó ni un segundo. A la oscense le motivan los grandes retos y el que tenía por delante con la tenista natural de Caracas era uno mayúsculo. Garbiñe transitaba por el circuito WTA cabizbaja, desilusionada, perdida y protagonizando momentos realmente reprochables con su antaño entrenador, el francés Sam Sumyk. Ni rastro de aquel talento que había ganado Roland Garros (2016) y Wimbledon (2017) para alcanzar el número uno mundial y acaparar tantos focos como el mismísimo Rafa Nadal.

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