Carlos Alcaraz transforma Roland Garros en Disneyland y jugará en semifinales con Sinner (6-3, 7-6 y 6-4)

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El parque de atracciones más famoso está lejos de la pista de tierra batida más célebre del planeta. Hay algunos que, sin embargo, han transformado un recinto de tenis en su Disneyland particular. Lo hizo Rafa Nadal en este siglo, y no parece que haya nadie que vaya a emularlo. Pero Carlos Alcaraz tiene en su mano conseguir su primer Roland Garros, y para ello se ha citado con Sinner en semifinales tras haber vencido a Tsitsipas (6-3, 7-6 y 6-4).

La noticia del día en el tenis fue la retirada de Novak Djokovic del torneo, que no ha sido capaz de sortear sus problemas de rodilla. Si el ogro desaparece, es sensato pensar que habrá pronto un joven que estrene su casillero en París. Carlitos sueña con ello, porque su ídolo siempre triunfó allí.

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Hay gestos y miradas que definen un instante. El tenis es un juego de importante fuerza mental porque el derrumbe puede conllevar arduas consecuencias. La rotura del primer juego, unida a la posterior reacción de Carlitos, fue un desafío. Un mensaje sin palabras. El niño quiere Roland Garros y no va a haber nadie que lo detenga a este nivel.

Carlos está tan en forma que, por momentos, no pareció que hubiera estado con molestias en su brazo derecho justo antes del inicio del torneo. Es un dato reseñable, porque parece cosa de brujería. París es la ciudad del amor, aunque a partir de ahora también habría que definirla como el lugar de los milagros.

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Las dudas en el segundo set

Sus golpes eran disparos letales, sin capacidad de reacción para Tsitsipas. Alcaraz es un múltiplo común a Federer y a Nadal, porque ataca con la voracidad de Rafa. Y hace las dejadas con el señorío de Roger. El amplio catálogo de golpes lo convierte en imprevisible. Ante lo inesperado, al rival solo le queda resignarse.

El tenis es un deporte de momentos, de no quebrarse, y todavía hay instantes en los que Alcaraz se evapora. Lo hizo en el segundo set, cuando se colocó 3-0 y parecía que lo ganaría con rapidez. Pero Tsitsipas volteó el marcador y hubo que llegar al tie-break. En cierto sentido, parece que lo hace de manera intencionada, que le enseña la zanahoria al rival para se crezca y luego dejarlo en la estocada. Los estrategas siempre manejan mentes retorcidas.

El gesto final

La dejada final fue el prólogo de una apasionante semifinal en la que se cruzará con Sinner. El italiano es ya número uno del mundo y lleva un 2024 a gran nivel. Pero Carlitos rompió su récord de imbatibilidad en Indian Wells. Y amenaza con destrozar sus sueños en París. No hay mayor temor que ver a un adversario sonriente, y a Alcaraz no se le borra la sonrisa.