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Bouchard, de dominar la WTA a descubrir el poder del "atractivo sexual": "Ha mejorado mis contratos"
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AHORA ES LA 521º DEL MUNDO

Bouchard, de dominar la WTA a descubrir el poder del "atractivo sexual": "Ha mejorado mis contratos"

La canadiense, que llegó a ser la quinta raqueta del mundo y subcampeona en Wimbledon, está en un segundo plano deportivo, mientras disfruta como modelo y como 'influencer'

Foto: Eugenie Bouchard, en un partido en 2019. (EFE/Ray Azevedo)
Eugenie Bouchard, en un partido en 2019. (EFE/Ray Azevedo)

El tenis es uno de los deportes más democráticos que existen. Para ser una de las mejores jugadoras del mundo, no solo es necesario conseguir buenos resultados de manera puntual, sino que hay que confirmarlos una temporada más tarde para demostrar que el éxito no fue flor de un día. Por eso, es sencillo reconocer a las grandes jugadoras: Iga Swiatek, Coco Gauff, Aryna Sabalenka o Elena Rybakina, entre otras. Pero hay un nombre que sigue sonando... pese a ser las 521º del mundo.

Y es que, durante la última década, Eugenie Bouchard siempre ha sido una de las jugadoras más mediáticas del circuito. En los últimos años, las polémicas y los temas extradeportivos han sido su principal fuente de exposición en prensa pero, hace no mucho, fue una jugadora que lo tuvo todo para triunfar en el tenis. Llegó a ser número cinco del mundo e, incluso, estuvo a las puertas de ganar Wimbledon. Sin embargo, las lesiones y otras aficiones fuera de la pista cambiaron su rumbo.

Foto: Foto de archivo del torneo (Tenis Playa Luanco)

Desde muy joven, Bouchard encontró en el tenis el deporte de su vida. No solo progresaba con los años, sino que iba confirmando que tenía talento suficiente como para triunfar, lo que demostró cuando era júnior. Se convirtió en la primera jugadora canadiense en ganar un Grand Slam, siendo campeona en Wimbledon en 2012, donde ya había ganado en dobles el año anterior y donde repitió ese mismo año. Así, se convertía en la número dos del mundo de su categoría.

Bouchard, que ya era profesional desde algunos años antes, empezó a convertirse en una tenista muy mediática: su estilo de juego y su físico la convirtieron pronto en una jugadora a tener en cuenta en el circuito. Y, así, llegó 2014, el gran año de su explosión: ganó en Núremberg y fue finalista en Wuhan, pero su gran éxito fue ser subcampeona de Wimbledon, donde cayó ante Petra Kvitova. Y, además, alcanzó semifinales en el Open de Australia y en Roland Garros.

Un año después, siguió mostrando gran juego y un buen nivel, hasta que llegaron las lesiones. Y, entonces, con poca continuidad, descubrió que fuera de la pista había una oportunidad interesante para disfrutar lejos del tenis. Primero, como modelo y, después, como influencer, poco a poco fue ganando notoriedad para un público alejado del tenis. Y, entonces, el deporte dejó de ser la prioridad para Bouchard, una tenista que podía haber llegado a lo más alto de la WTA.

A día de hoy, a sus 30 años, ya está muy lejos de las mejores raquetas del mundo. Ubicada en el 521º puesto del mundo, ya no pelea por grandes títulos ni éxitos deportivos, pero ha encontrado una nueva motivación en el tenis: una plataforma en la que ganar visibilidad lejos de la pista, esa en la que ha encontrado un camino para, una vez decida no seguir jugando, poder seguir haciendo algo con lo que disfruta y que le sirve para seguir ganándose la vida.

"El tenis es un gran deporte para el atractivo sexual. Llevamos faldas cortas, tops... Es bueno encender la televisión y verlo, así que me ha ayudado tener contratos fuera de pista. Me han pedido que salga en la portada de Sport Illustrated con ropa de baño. Eso estaba en mi lista de cosas por hacer. Es parte de lo que soy y creo que es genial. Me ayudó a incrementar mi base de seguidores, mi audiencia y eso mejoró mis contratos", explicaba en una entrevista en el podcast Not Alone.

Bouchard lo tenía todo para ser una de las grandes jugadoras del tenis, un lugar en el que logró estar durante dos temporadas en las que demostró un gran nivel deportivo. Ahora, muy lejos de los focos deportivos, ha encontrado otra motivación: "Podría sentarme en mi sofá y ver Netflix, pero después de dos días, me volvería loca. Así que, mientras físicamente me siga sintiendo joven, ¿por qué no seguir jugando al tenis?", confesaba. Eso sí, ya lejos de lo que un día llegó a ser.

El tenis es uno de los deportes más democráticos que existen. Para ser una de las mejores jugadoras del mundo, no solo es necesario conseguir buenos resultados de manera puntual, sino que hay que confirmarlos una temporada más tarde para demostrar que el éxito no fue flor de un día. Por eso, es sencillo reconocer a las grandes jugadoras: Iga Swiatek, Coco Gauff, Aryna Sabalenka o Elena Rybakina, entre otras. Pero hay un nombre que sigue sonando... pese a ser las 521º del mundo.

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