Quintás explica su adiós por carta: se sintió traicionado por las filtraciones de su dimisión

Juan Ramón Quintás, el presidente de la Confederación de Cajas de Ahorros (CECA) hasta el 17 de marzo, ha enviado una carta a todos los presidentes y directores generales de las cajas en la que explica su dimisión. En estas misivas personalizadas asegura que se siente traicionado por las filtraciones de su dimisión tras el tumultuoso consejo de la CECA de ese día, ya que él se había comprometido a no decir nada en la rueda de prensa posterior, y lo cumplió.

En esta carta, Quintás insiste en que él no quiso imponer a su sucesor mediante un "dedazo", sino que propuso a Amado Franco (presidente de Ibercaja) porque pensaba que concitaba el consenso del sector. Al contrario, responsabiliza de su dimisión al cambio de actitud de un grupo de cajas que sólo podía explicarse por presiones políticas. Así, cuando dichas presiones políticas se hicieron evidentes, Quintás decidió quitarse de en medio porque él siempre ha defendido la despolitización de las cajas y no estaba dispuesto a que ésta llegara a la propia CECA.

A pesar de este enfrentamiento, Quintás se avino a un compromiso para no anunciar su dimisión en la rueda de prensa posterior al consejo. En cambio, los responsables de varias de estas cajas díscolas se precipitaron a filtrarla a medios amigos nada más terminar la reunión. Y, por supuesto, dieron una versión de los acontecimientos en la que Quintás aparecía como único culpable porque quería imponer a toda costa a su candidato en contra del sentir general del sector.

Una reunión caótica

Según fuentes de varias cajas, en los días previos al consejo se produjeron llamadas desde altas instancias políticas para presionar a muchas entidades e incluso al propio Quintás. Y lo sorprendente es que esas llamadas no sólo tuvieron efecto en las cajas de comunidades autónomas gobernadas por el PSOE, sino también en algunas de regiones controladas por el PP. Estas fuentes aseguran que el principal partido de la oposición pidió aplazar el relevo para poder llegar a un acuerdo satisfactorio para todos. El Gobierno, en cambio, presionaba para el nombramiento de Isidro Fainé, presidente de La Caixa.

En cuanto a la reunión en sí, las distintas versiones coinciden en que fue absolutamente caótica, ya que se llegaron a plantear alternativas como cambiar los estatutos de la CECA o prolongar el mandato de Quintás ante la falta de acuerdo. Las cajas opuestas a Franco se agarraron a una disposición estatutaria por la que es preciso primero que quede vacante el cargo de director general para que pueda elegirse al sucesor (Quintás aglutinaba los cargos de presidente y director general). Ante lo cual, él respondió que, si ése era el único problema, dejaba el puesto vacante inmediatamente.

Pero como esa solución tampoco satisfizo a este grupo de entidades, que seguían empeñadas en la candidatura de Fainé, Quintás se convenció de que la única explicación era la de las presiones políticas y, decidido a no prestarse a ese juego, dimitió también como presidente.

Fainé decidirá hoy

En cuanto a Fainé, fuentes de toda solvencia aseguran que hoy anunciará si se presenta o no a la presidencia. El presidente de La Caixa ya ha dejado claro que quiere ser elegido de forma unánime y sin ninguna entidad en contra, para lo que está enfrascado en una vorágine de llamadas con el conjunto del sector en los últimos días.

Pero esta búsqueda de consenso choca con un obstáculo muy importante: la candidatura de Amado Franco. "Fainé quiere la unanimidad, y si se presenta otro candidato, algún apoyo logrará. Por tanto, si se presenta Franco, él renunciará", explica una de las citadas fuentes. La postura oficial de Ibercaja hasta ayer era que su presidente mantiene su candidatura.