Slim se aferra al trono de los más ricos del mundo por segundo año consecutivo

El empresario mexicano Carlos Slim, de 71 años, se mantuvo por segundo año consecutivo en el trono de los hombres más ricos del mundo, según la revista estadounidense Forbes, mientras continúa expandiendo sus negocios en América Latina y sometiendo a sus empresas a una mayor reestructuración.

Este ingeniero civil, viudo y con seis hijos, incrementó su fortuna en más de 20.000 millones de dólares desde los 54.500 millones de 2010, y acumula ahora una riqueza de 74.000 millones, la mayor registrada en la historia de Forbes.

Slim, quien a los 25 años fundó su primera empresa, recuperó con creces los 25.000 millones que perdió entre 2008 y 2009 afectado por la crisis internacional.

La crisis contribuyó a que la riqueza del dueño del Grupo Carso, Telmex y América Móvil, un amante del arte que también dedica importantes esfuerzos a la filantropía, pasara a tener "sólo" 35.000 millones en 2009, lo que le supuso caer del segundo al tercer puesto en la famosa lista anual.

El último año de este empresario, hijo de inmigrantes libaneses y considerado como un hombre de hábitos austeros, fue muy agitado con compromisos sociales y corporativos, reestructuraciones empresariales y duras pugnas con sus competidores, especialmente en el mercado de las telecomunicaciones, donde se asientan Telmex y América Móvil, las compañías más poderosas de su emporio empresarial.

Uno de los hechos recientes destacados en la vida del magnate fue el matrimonio de su primogénito Carlos Slim Domit, quien se casó en octubre pasado con la mexicana María Elena Torruco, en una ceremonia religiosa a la que asistieron cientos de personalidades.

Su amor por el arte lo cristalizó con la inauguración el pasado 1 de marzo del nuevo Museo Soumaya de Ciudad de México, un edificio de forma torneada que tiene una superficie de 17.000 metros cuadrados y una fachada cubierta por 16.000 espejos hexagonales.El museo cuenta con un área de exhibición de 6.000 metros cuadrados distribuidos en seis pisos, donde se mostrarán parte de las 66.000 obras de arte de la Fundación Carlos Slim.

El edificio se encuentra a un lado del complejo de edificios Plaza Carso, inaugurado en noviembre pasado, en el que Slim invirtió 800 millones de dólares para aglutinar en un solo lugar las sedes corporativas de la mayor parte de sus empresas.La reorganización, además, afectó a varias de las empresas del millonario mexicano.

Operaciones corporativas

Así, en junio de 2010 América Móvil (AMX), la mayor empresa de telefonía móvil en Latinoamérica, absorbió a las compañías Telmex Internacional (Telint) y Carso Global Telecom, mediante un intercambio o compra de acciones, lo que le permitirá ofrecer servicios integrados de comunicación en la región.

En otra operación similar, Slim escindió de su conglomerado Grupo Carso a las compañías Inmuebles Carso, que integra los activos inmobiliarios y hoteleros del empresario, y a la firma Minera Frisco, que reúne todas sus inversiones mineras. Este martes, Telmex escindió a su vez sus operaciones en las zonas marginadas y rurales, donde las inversiones tienen baja o nula rentabilidad, que estarán bajo la dirección de una nueva empresa denominada Telmex Social.

Además, adquirió el 70 % del capital de la empresa Tabasco Oil Company en febrero pasado, con la que ingresará por primera vez en la exploración y explotación de crudo, esta vez en Colombia, debido a que en México -donde construye plataformas petroleras a través de su empresa Sweecomex- esa actividad está en manos del Estado.

Slim, que el año pasado anunció inversiones millonarias en investigación genómica y proyectos de conservación de la biodiversidad, se encuentra ahora inmerso en una lucha contra las empresas de telecomunicaciones por cable, telefonía móvil y Televisa y TV Azteca, el duopolio de televisión abierta.

La pugna se enmarca en los deseos del magnate de ingresar en el mercado de televisión a través de Telmex, lo que tiene prohibido por ley, y en las reclamaciones de las compañías de telecomunicaciones que se quejan de las altas tarifas de interconexión que cobran sus empresas.