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El banquero que (casi) escapó del ladrillo
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CAJAMURCIA HA REDUCIDO SU RIESGO INMOBILIARIO UN 18%

El banquero que (casi) escapó del ladrillo

Acumula menciones, reportajes elogiosos, referencias laudatorias. Dirige una caja saneada. Y muchos utilizan su nombre propio cuando hablan de la institución para referirse a ella. La

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El banquero que (casi) escapó del ladrillo

Acumula menciones, reportajes elogiosos, referencias laudatorias. Dirige una caja saneada. Y muchos utilizan su nombre propio cuando hablan de la institución para referirse a ella. La parte por el todo. Es Carlos Egea Krauel, presidente ejecutivo de Cajamurcia, una entidad que supo alejarse del ladrillo en el momento oportuno y ahora lidera Banco Mare Nostrum, en el que se integran supuestamente en pie de igualdad Caja Granada, Caixa Penedès y Sa Nostra.

Los números cantan y los guarismos oficiales de Cajamurcia parecen incontestables. Aunque siempre haya disidentes y críticos. En el año 2007, “la caja” -como se la menciona comúnmente en Murcia a semejanda de “la caixa” en Cataluña- tenía 27.000 viviendas incluidas en su patrimonio inmobiliario. Los datos oficiales de 2010 revelan que solamente disponía de 9.000 a 31 de diciembre.

El drástico recorte es resultado de una retirada ordenada del sector inmobiliario decidida por la cúpula de Cajamurcia en aquel año, cuando se barruntó la crisis. Es decir, “el saneamiento se hizo vendiendo activos inmobiliarios”, dice una fuente oficial, con los que la entidad estaba muy comprometida. Tanto como que fue el primer proveedor financiero en la primera mitad de la década pasada de la construcción del tambaleante imperio Polaris World, cuya ruina es una de las principales causas del desastre que amenaza a la CAM, Bancaja y Caja de Valencia.

Las tres hermanas mayores valencianas siguieron en su empecinamiento ladrillero mientras “la caja” o “Carlos”, como se dice, decidió apartarse en 2007 del inmobiliario para resguardar la institución del estallido previsible de la burbuja. Y esto supuso más de una tensión y enfrentamientos entre el equipo directivo bancario y algunos empresarios y políticos murcianos.

Su problema está en el fracaso de muchos promotores inmobiliarios

Esa es la versión más oficial. La otra dice que, a pesar de los esfuerzos y de la política reciente de “Carlos” o de “la caja”, tanto monta, la entidad sigue atrapada relativamente por el fracaso de muchos promotores poseedores de suelo murcianos a los que tuvo que sustentar financieramente para compras de solares que ahora no valen ni la mitad de lo que se pagó a crédito. “En los solares de promotores inmobiliarios quebrados es donde tiene la púa gorda”, dice una fuente externa.

Sea como sea, lo que se sabe aquí y ahora es que el Banco Mare Nostrum (BMN), cuyo factor determinante es “la caja” -o “Carlos” que también es presidente director ejecutivo de la entidad cuatripartita-  ha reducido su riesgo inmobiliario en un 18%, según la información oficial hecha pública esta semana. Lo que significa, según una fuente interna que rechaza ser identificada, que se ha deshecho de unas diez mil viviendas en los últimos meses.

Muy poco antes de esa rendición oficial de cuentas, se conoció el escándalo del plan de pensiones millonario que se habían adjudicado Ricard Pagés y Manuel Troyano, presidente y director general respectivamente de Caixa Penedés, integrante de BMN. La Presidencia Ejecutiva del nuevo banco, es decir, “Carlos”, reaccionó fulminantemente. “Carlos Egea corta por lo sano”, tituló el martes un diario vocero habitual del establishment murciano para contar que se había forzado la dimisión de los dos autopensionados catalanes. Pagés dejó la Vicepresidencia Primera de BMN y Troyano una vocalía. Ambos cesaron en sus cargos en la entidad catalana el jueves.

El triunfo de una gestión directa

Esa gestión tan sorprendentemente directa y aparentemente tan eficaz es la que suscita devociones frente a las críticas de autoritarismo. Una empresa que funcione bien, como es el caso de “la caja” necesita liderazgo claro y decidido, se dice desde dentro. Sí, pero no tan personalizado ni exclusivista, se replica desde fuera apuntando al máximo dirigente y a su reducido equipo.

Gestión, gestión, gestión. Esta parece ser la máxima que ha convertido a Cajamurcia en entidad saneada y fuera de las turbulencias que sacuden a prácticamente todas las que tienen su sede de Madrid hacia el sur y levante. Por ejemplo, “la caja” no entró en la política expansiva sin límite de nuevas oficinas que siguieron otras muchas instituciones de ahorro en una época, 2006, en la que en España se abrieron mil nuevas sucursales, especialmente en el sur y costa mediterránea.

“Ha hecho una política mucho más moderada que las demás; ha ido con mucho tiento”, dice una fuente externa. Aunque, más recientemente, BMN haya instalado su sede central en una palacete en la madrileña calle de Alcalá, mientras Cajamurcia tiene una modesta oficina en la cercana Cedaceros.

La obsesión por la gestión toca también los recursos humanos, no solo a los materiales. Por eso Cajamurcia ha tenido una política de personal muy restrictiva. Por no hablar de la salarial. “Sí, cuando se comparan con los de otras entidades, los empleados se quejan mucho”, reconoce una fuente oficial.

El manejo realizado de la organización deriva en que Cajamurcia sea una de las pocas que se podía haber mantenido como entidad independiente y solvente, al margen de las fusiones derivadas del FROB, coinciden varias fuentes internas y externas consultadas. Entonces, ¿por qué meterse en ellas?

Los pretendientes de Cajamurcia

Una entidad con unos 20.000 millones de negocio como la murciana hubiera quedado “perdida” en el nuevo mapa de fusiones, con algunas alcanzando los 200.000. La constitución de BMN con un volumen estimado de 70.000 millones sitúa a sus cuatro componentes en condiciones de competir, estiman desde dentro. Dirigidas por Cajamurcia, naturalmente.

Ambición, ansia de poder, expansionismo… dicen con la boca pequeña los mismos que consideran excesivamente personalista la gestión. Esas mismas razones serían, para ellos, las que hicieron que “Carlos” se convirtiera en presidente-director ejecutivo en 2008, después de ser director general desde 1983, al producirse el retiro del último presidente, Juan Roca.

Pero otros señalan que en aquel momento, con “la caja” ya decidida a la retirada relativa del ladrillo, hubiera sido problemático que la presidencia hubiera ido a parar a alguno de quienes la pretendían. Como Antonio Sánchez Carrillo, potente promotor inmobiliario e influyente político: preside el comité electoral del PP regional y pertenece al círculo más próximo al presidente Ramón Luis Valcárcel. Al final, quedó como vicepresidente, pero no “ejecutivo”. Premio de consolación.

Lo que hubiera pasado de mantenerse la vieja estructura cupular, en vez de cambiarla por la fusión de Presidencia y Dirección General en Presidencia Ejecutiva, nunca se sabrá. Lo que sí es comprobable es que Cajamurcia se ha desvinculado a un nivel reseñable del “ladrillerismo” murciano, anunciando, por ejemplo, la intención de vender su participación en el macropoyecto urbanístico de Marina de Cope, declarado Actuación de Interés Regional por el gobierno del PP. Aunque “la caja”, o “Carlos”, continúe siendo el garante financiero de las grandes obras de su territorio natural, de las nóminas oficiales y de la difícil estabilidad económica en tiempos de crisis.

Acumula menciones, reportajes elogiosos, referencias laudatorias. Dirige una caja saneada. Y muchos utilizan su nombre propio cuando hablan de la institución para referirse a ella. La parte por el todo. Es Carlos Egea Krauel, presidente ejecutivo de Cajamurcia, una entidad que supo alejarse del ladrillo en el momento oportuno y ahora lidera Banco Mare Nostrum, en el que se integran supuestamente en pie de igualdad Caja Granada, Caixa Penedès y Sa Nostra.