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Los líderes económicos tienen una cita con la historia: ¿crisis o crecimiento?
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Doble cita en Jackson Hole y Biarritz

Los líderes económicos tienen una cita con la historia: ¿crisis o crecimiento?

La reunión de banqueros centrales de Jackson Hole y la de presidentes de Gobierno del G-7 dan un marco inmejorable para que eviten la próxima crisis… o para que la provoquen

Foto: Foto de archivo del atardecer en Jackson Hole. (Reuters)
Foto de archivo del atardecer en Jackson Hole. (Reuters)

El 8 de octubre de 2008, seis de los principales bancos centrales del mundo publicaron un comunicado conjunto en el que anunciaban una batería de estímulos monetarios coordinados para frenar la onda expansiva de la quiebra de Lehman Brothers. Aunque su reacción llegaba tarde y no fueron capaces de evitar la crisis global, sí consiguieron limitar sus efectos.

“Los bancos centrales han realizado consultas continuas y estrechas y han puesto en marcha acciones conjuntas sin precedentes, como la provisión de liquidez para reducir las tensiones en los mercados financieros”, rezaba el comunicado firmado por la Reserva Federal, el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra, el Riksbank sueco, el Banco de Suiza y el Banco de Japón. Sus acciones, entre las que se encontraban la provisión de miles de millones de dólares y otras divisas para cubrir las necesidades de liquidez de los bancos y el recorte de los tipos de interés, consiguió evitar la propagación de las quiebras bancarias, que siempre tienen un efecto dominó si no se cortan a tiempo.

Foto: Imagen de una fábrica de automóviles. (EFE)
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La experiencia exitosa de la acción conjunta abre una ventana de oportunidad esta semana por las reuniones al máximo nivel que se celebrarán en los próximos días. En las Montañas Rocosas de Wyoming, en el valle de Jackson Hole, se celebrará el simposio anual que organiza la Reserva Federal y que reúne a algunos de los principales responsables de la política monetaria del mundo. Entre los ponentes, figuran el presidente de la Fed, Jerome Powell, y el presidente del Banco de la Reserva de Australia, Philip Lowe.

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Este simposio no solo marca el inicio del curso político, sino que tradicionalmente ha sido utilizado como un anuncio de las decisiones de política monetaria que se producirán en los próximos meses. De ahí que sea un escenario inmejorable para que los bancos centrales vuelvan a coordinarse, en esta ocasión no tanto para lanzar estímulos, ya que todos lo harán de forma individual, sino para enviar un mensaje unívoco sobre los riesgos de la guerra comercial y los problemas de la complacencia de la política económica.

Los bancos centrales tienen la oportunidad de articular un mensaje unívoco sobre la necesidad de estimular el crecimiento potencial

El encuentro comienza este jueves y durará hasta el sábado. Ese mismo día coincidirá con el otro gran evento internacional: la reunión de los líderes políticos mundiales en la cumbre del G-7 en Biarritz. Al evento acudirán el dimitido primer ministro de Italia, Giuseppe Conte; el imprevisible presidente de EEUU, Donald Trump; el excéntrico primer ministro británico, Boris Johnson, o la canciller que tiene Alemania al borde de la recesión, Angela Merkel.

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El momento político y económico es clave para todos ellos. Se trata de una cita con la historia en la que tendrán que optar entre crisis o crecimiento. La responsabilidad cae directamente sobre sus espaldas. Primero, porque el principal riesgo económico deriva de la política: guerra comercial, Brexit, Italexit…

Y segundo, porque en 2008 la responsabilidad estaba repartida entre los bancos centrales y los gobiernos, pero ahora el peso cae sobre los gobiernos. Los bancos centrales consiguieron evitar el colapso financiero absoluto, pero los gobiernos no han logrado crear un contexto económico propicio para el crecimiento y tienen la tarea pendiente. La opción de culpar a un ‘enemigo extranjero’ es una tentación muy rentable desde el punto de vista electoral, pero difícilmente va a solucionar los problemas económicos.

En Europa, la obsesión por los ajustes hizo olvidar que la clave para crecer en el medio y largo plazo es invertir

Europa es el claro perdedor de las decisiones políticas. La obsesión por los ajustes hizo olvidar que la clave para crecer en el medio y largo plazo es invertir. El resultado es que el continente se ha quedado atrás respecto a EEUU y China en la carrera tecnológica. El presidente del BCE, Mario Draghi, repite en cada reunión que es necesaria una política fiscal 'growth friendly' (favorable al crecimiento). O lo que es lo mismo, que aquellos que se lo puedan permitir —que no son todos los países— aumenten la cantidad —y la calidad— de sus inversiones públicas, de tal modo que se eleve su crecimiento potencial. Sin embargo, sus palabras quedan ensordecidas por las discusiones políticas.

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En Alemania, el equipo de Merkel está estudiando ya un programa de estímulo fiscal para reanimar la demanda interna. Es discutible si el país necesita un estímulo fiscal (la mayor parte de analistas creen que sí es necesario), pero lo que es indudable es que un programa que simplemente eleve el consumo de forma temporal está condenado a ser un fracaso. Del éxito en la planificación de este programa no solo dependerá el crecimiento de Alemania, también su posición como potencia económica global.

En EEUU, Donald Trump también estudia nuevos estímulos monetarios para alejar el fantasma de la recesión con un ojo puesto en las elecciones de 2020. El presidente reconoció el martes que está abierto a un abanico de posibilidades entre las que se encuentran una rebaja de impuestos a las rentas del trabajo o a las del capital. Un estímulo fiscal con el que pretende elevar la demanda doméstica para mantener unos meses más el ciclo económico expansivo y así retrasar una futura crisis a después de los comicios.

El 8 de octubre de 2008, seis de los principales bancos centrales del mundo publicaron un comunicado conjunto en el que anunciaban una batería de estímulos monetarios coordinados para frenar la onda expansiva de la quiebra de Lehman Brothers. Aunque su reacción llegaba tarde y no fueron capaces de evitar la crisis global, sí consiguieron limitar sus efectos.

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