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La peste porcina que tumbó el mercado chino se acerca a las distintas granjas españolas
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LLEVA AÑOS ACERCÁNDOSE

La peste porcina que tumbó el mercado chino se acerca a las distintas granjas españolas

Aunque el foco del sector lleva varias semanas sobre el enfrentamiento político acerca de la calidad de la carne española, los ganaderos también tienen otras preocupaciones

Foto: Un cerdo en una granja de Alemania. (EFE)
Un cerdo en una granja de Alemania. (EFE)

No es fácil entrar en una granja de cerdos. Las explotaciones están valladas perimetralmente y toda entrada es registrada. Antes de cruzar, el visitante debe limpiar su vehículo —ya sea en un vado, con mochilas pulverizadoras, arco o máquina a presión—. También es obligatorio cambiarse de ropa y calzado, así como desinfectar las herramientas o equipos que el visitante lleve consigo (que deben de ser de uso exclusivo en esa explotación). A nosotros nos parecen tediosos los protocolos higiénicos que el coronavirus trajo hace dos años, pero las granjas porcinas llevan décadas lidiando con ellos.

No es para menos. A España le costó más de treinta años erradicar la peste porcina africana (PPA) en 1995, con el gasto de 10.000 millones de pesetas y el sacrificio de 3,5 millones de cerdos. De hecho, las fronteras estuvieron cerradas para la exportación de animales vivos y carne durante décadas. Un golpe económico de fuertes implicaciones para la que hoy es conocida como 'la granja de Europa', con una cuota de más del 30% en cuanto exportaciones de carne porcina como de animales vivos, según datos de la Comisión Europea a cierre de octubre.

Foto: Cerdos en el corral de una granja. (EFE/Orlando Barría)

Y si no que se lo digan a China: desde que detectó los primeros casos a finales de 2018, el que es el mayor productor de cerdos del mundo perdió la mitad de su cabaña porcina en un año. Esto ayudó a España a impulsar su producción de cerdo, así como a aumentar dependencia del mercado asiático. Nuestro país alcanzó en octubre del año pasado los 2.389 millones de euros en exportaciones de carne porcina y animales vivos al país asiático, según los últimos datos de la Comisión Europea. Hoy por hoy, China copa un 68% de las exportaciones españolas de estos bienes.

Aunque el foco del sector lleva varias semanas sobre el enfrentamiento político acerca de la calidad de la carne española, entre los ganaderos hay otras preocupaciones mucho más tangibles. Hace unos días Italia registró un primer caso de peste porcina en un jabalí del norte del país. La enfermedad estaba solo presente en Cerdeña, donde llevaba siendo endémica desde 1978. Esta semana, la cifra de positivos ha alcanzado ya a cuatro jabalíes, poniendo en guardia a 114 áreas rurales de las regiones del noreste del país, en Piedmont y Liguria. El ministerio de Agricultura transalpino ya ha restringido la caza y otras actividades rurales que puedan suponer el contacto directo o indirecto con los jabalíes. No en vano, la cercanía con la frontera francesa ha desatado la alarma sobre la migración del PPA al primer productor de carne porcina en la Unión Europea: España.

Foto: Cerdos en una granja. (Reuters)

El ministerio de Agricultura señala que España tiene un plan activo de vigilancia contra esta enfermedad que se mantiene desde que la PPA se erradicó, con muestreos constantes sobre los animales. "También están diseñados planes de contingencia para el caso de la aparición de la enfermedad, que se van adaptando a la evolución de la misma, al conocimiento de la ciencia y a la experiencia adquirida por otros países", detallan. "Estos planes se debaten y aprueban junto con las autoridades competentes de las comunidades autónomas".

Si el golpe de la PPA a China supuso una gran oportunidad para el mercado español de carne, la expansión de la enfermedad por Italia es una grave amenaza. La peste entró por primera vez en la Unión Europea en 2014, aunque en un principio estuvo focalizada en Europa del Este. Fue en 2020 cuando finalmente dio el salto a Alemania en 2020, lo cual tuvo nefastas consecuencias para el país centroeuropeo. Cuando el brote saltó a la luz, China prohibió las importaciones desde el país germano, otro de los grandes productores europeos, desplomando las cifras del negocio.

Desde el sector piden un plan europeo para controlar a los jabalíes

"La peste porcina es una gran preocupación a nivel sectorial, porque para un país como España, netamente exportador, la aparición de una enfermedad como la PPA conllevaría el cierre de muchos mercados internacionales, tanto en la exportación de carne como en la producción de animales vivos", apunta Ignasi Pons, adjunto a la dirección de Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas y responsable del Área Técnica.

"Lo tranquilizador es que la peste porcina no afecta a los humanos, solo a los animales", explica Miguel Ángel Higuera, director de la Asociación Nacional de Productores de Ganado Porcino. "Sin embargo, tiene una alta mortalidad en los cerdos y, una vez detectado en el animal, esta carne ya no puede ser utilizada para nada más, provocando un defecto en la producción". El experto también subraya que, de momento, los casos no se han detectado en el cerdo doméstico, únicamente en el jabalí libre. Sin embargo, basta con que se dé en el jabalí español como para poner en el foco cualquier contacto con las granjas españolas.

Es por eso que el sector lleva años pidiendo un plan estratégico a nivel europeo para controlar la población de jabalíes. El único país de la UE que hasta ahora ha tomado medidas ha sido Dinamarca, la nación europea con mayor número de cerdos por habitante (España es el mayor productor en términos netos, pero Dinamarca gana en proporción per cápita). En 2019, el país puso una valla de 70 kilómetros en la frontera con Alemania para limitar el paso de los jabalíes a sus tierras. "Es un programa muy drástico, ya que en España y otros países de Europa también tenemos mucha cultura de caza, pero es primordial que Europa implemente un plan de control de las poblaciones y migraciones de los jabalíes", matiza Higuera. "El avance de la PPA por Europa, aunque lleve años desarrollándose, es muy preocupante".

No es fácil entrar en una granja de cerdos. Las explotaciones están valladas perimetralmente y toda entrada es registrada. Antes de cruzar, el visitante debe limpiar su vehículo —ya sea en un vado, con mochilas pulverizadoras, arco o máquina a presión—. También es obligatorio cambiarse de ropa y calzado, así como desinfectar las herramientas o equipos que el visitante lleve consigo (que deben de ser de uso exclusivo en esa explotación). A nosotros nos parecen tediosos los protocolos higiénicos que el coronavirus trajo hace dos años, pero las granjas porcinas llevan décadas lidiando con ellos.

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