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La economía mundial contiene el aliento: la guerra pone en jaque una frágil recuperación
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Máxima incertidumbre

La economía mundial contiene el aliento: la guerra pone en jaque una frágil recuperación

La inflación será consecuencia directa del conflicto por el encarecimiento de los precios de la energía. Ahora toca ajustar las expectativas y analizar cuánto PIB se llevará por delante

Foto: Protestas en Alemania contra las operaciones militares de Rusia. (EFE/EPA/ Constantin Zinn)
Protestas en Alemania contra las operaciones militares de Rusia. (EFE/EPA/ Constantin Zinn)
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La guerra ha comenzado y ha pillado al mundo con la crisis del coronavirus todavía sin resolver. El conflicto entre Ucrania y Rusia añade otro riesgo más a una larga lista que ya existe y que va desde las nuevas variantes del virus hasta una inflación desbocada. La reacción de los mercados, con una rápida escalada de los precios de las materias primas y la energía y un fuerte descenso en las bolsas, refleja los temores que tienen los inversores sobre el impacto económico de la guerra, que ya se ha convertido en el principal riesgo económico del momento.

La economía contiene la respiración mientras los economistas hacen cábalas sobre cuál será el impacto sobre la recuperación de este conflicto. La incertidumbre es máxima porque es imposible anticipar cuáles son los planes del Gobierno de Vladimir Putin. La intensidad y duración del conflicto marcarán las heridas del mismo sobre la economía, pero lo que está claro es que el movimiento militar de la madrugada del jueves tendrá un impacto sobre la frágil recuperación.

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. (Reuters/Pool/John Thys)

El impacto directo e inmediato se producirá a través de la inflación. Las tensiones de precios, que ya han sido muy intensas en los últimos meses, se mantendrán activas durante las próximas semanas como consecuencia del encarecimiento de las materias primas. Rusia es uno de los principales exportadores mundiales, en especial en los mercados de la energía y del aluminio. Se trata, por tanto, de bienes clave para la actividad económica y que afectan tanto a empresas como a familias, lastrando su renta disponible real.

Aunque la Unión Europea amenaza con duras sanciones comerciales al país, es un objetivo realmente complicado ya que es rehén del gas ruso. Aunque los países están buscando alternativas al suministro de Moscú, el conflicto comercial tendrá graves costes para Europa si, además de escalada de precios, termina provocando problemas de abastecimiento de energía.

El barril de petróleo escaló el jueves por encima de los 100 dólares por primera vez desde el año 2014 y el gas natural europeo se anotó una subida de más del 50%. Para Europa este encarecimiento de los productos energéticos implica aumentar las transferencias de renta hacia los países productores. La Unión Europea gasta actualmente más de 10.000 millones de euros al mes en importaciones de productos desde Rusia (sobre todo son compras de petróleo, gas y carbón). La mitad del gas que consume Europa procede de Rusia, lo que deja a la UE en una situación comprometida, no solo para la recuperación, también para imponer sanciones comerciales.

Además, una cuestión muy relevante es que es más complicado suplir el suministro de gas que de petróleo, ya que su transporte es más complicado y suele requerir de grandes infraestructuras en forma de gasoductos o puertos regasificadores. De ahí que Putin tenga en su mano un arma muy poderosa contra la economía europea a un coste relativamente bajo.

De hecho, la escalada del precio de los bienes energéticos en los mercados internacionales hace que Rusia tenga una posición de fortaleza frente a la Unión Europea. Para el país, reducir el flujo de gas hacia el continente supone un impacto menor sobre su economía y, sin embargo, pone en graves problemas a Europa. La UE es rehén de la energía rusa y, con los precios actuales de los bienes energéticos, está financiando a Moscú el coste de la guerra con el sobreprecio que lleva meses pagando.

Estados Unidos es el caso opuesto gracias a su producción interna con la técnica del ‘fracking’. De hecho, EEUU está aumentando rápidamente sus exportaciones de gas y petróleo para hacer caja gracias a los precios altos. De hecho, los precios energéticos en Europa han subido mucho más, evidenciando así el problema de la dependencia de Rusia. Por ejemplo, el barril de Brent, de referencia en Europa, es casi siete dólares más caro que el West Texas americano.

Un nuevo escenario

Los economistas están rehaciendo ya sus cálculos sobre el impacto que tendrá la guerra en Ucrania sobre la inflación. En España, Funcas ha sido el primero en reaccionar, aunque el grado de incertidumbre es muy elevado y lo seguirá siendo al menos durante unos días. “En caso de que los precios actualmente observados se perpetuaran, el IPC se incrementaría hasta el 6,5%, casi dos puntos más que en la previsión pre-conflicto”, explicó el jueves la entidad en una nota de prensa. Esto es una inflación anual no vista desde los años ochenta. También OxfordEconomics publicó una nota en la que anticipan que el encarecimiento de las materias primas y la inestabilidad en los mercados financieros restarán 0,2 puntos al crecimiento del PIB global este año.

Alemania es uno de los países que más depende del gas ruso y, además, el que está en una situación económica más delicada. Las restricciones impuestas durante el invierno por el Gobierno para contener la expansión de la pandemia van a provocar una recesión en el país en este inicio de año, como ha señalado esta misma semana el Bundesbank. Pero las restricciones no son las únicas culpables de esta situación. Su dependencia de la industria hace que los problemas de suministro, no solo de bienes energéticos, tengan un impacto superior sobre la recuperación.

Foto: Un buque transportador de gas natural licuado de la rusa Gazprom, cerca de Kaliningrado. (Reuters/Vitaly Nevar)

En los últimos meses más del 80% de las empresas industriales alemanas han declarado tener problemas de suministro de bienes intermedios y de bienes de equipo. Esto significa que cuatro de cada cinco empresas industriales tienen ya su actividad lastrada por los problemas para abastecer a sus plantas de producción. ¿Qué ocurrirá cuando se frene la entrada de aluminio, paladio, cobre o níquel desde Rusia?

El estallido del conflicto se produce en un momento clave para las economías occidentales, ya que están desplegando ahora los planes de inversión pública fruto del nuevo paradigma económico. En Europa, el Next Generation EU debe alcanzar velocidad de crucero en los próximos meses. El problema es que el objetivo de arrastrar inversión privada se complica en este escenario de elevada incertidumbre.

Lo que parece claro, con los hechos acumulados hasta ahora, es que la guerra en Ucrania obligará a revisar a la baja las previsiones de crecimiento, sobre todo en Europa. Las sanciones impuestas como respuesta a la invasión del territorio ucraniano no sólo afectarán a la economía rusa, también tendrán un efecto negativo sobre los sancionadores. La patronal europea BusinessEurope lanzó en la tarde del jueves un comunicado en el que, si bien comprendía las sanciones a Rusia, recordaba a las autoridades que “son las empresas las que sufrirán el impacto de estas sanciones económicas, incluyendo las compañías que comercian y operan en Rusia”.

Las subidas de tipos

Los bancos centrales tenían ya planificada su estrategia de política monetaria de cara a los próximos meses: tocaba subir los tipos de interés para contrarrestar la inflación. De hecho, sus ‘forward guidance’ (hojas de ruta) estaban ya claramente fijadas para no asustar a los inversores con improvisaciones. Sin embargo, toda esta planificación se ha ido al traste ante la ofensiva del ejército ruso.

Foto: Una bomba petrolífera. (Larry W. Smith/EFE)

Uno de los primeros en pronunciarse ha sido Robert Holzmann, el presidente del banco central de Austria y uno de los principales ‘halcones’ del Banco Central Europeo. Aunque lleva meses reclamando subidas de tipos en Europa, el estallido del conflicto ha cambiado sus planes: “Está claro que nos estamos moviendo hacia una normalización de la política monetaria pero, sin embargo, es posible que la velocidad tenga que ser retrasada de algún modo”, explicó en una entrevista en Bloomberg.

“Analizaremos detenidamente en qué medida se ve afectada la economía”, explicó Holzmann. Como se ha señalado, el conflicto tendrá dos impactos opuestos para el BCE. Por un lado, las presiones inflacionistas aumentarán el riesgo de desanclaje de las expectativas de la estabilidad de precios. Por otro lado, la recuperación económica será menos intensa, lo que dará argumentos para mantener los estímulos por más tiempo. Lo que está claro es que la guerra en Ucrania ha desbaratado ya la hoja de ruta de los bancos centrales y ahora tendrán que analizar hasta qué punto no surge ahora el riesgo de un parón total de la recuperación.

La guerra ha comenzado y ha pillado al mundo con la crisis del coronavirus todavía sin resolver. El conflicto entre Ucrania y Rusia añade otro riesgo más a una larga lista que ya existe y que va desde las nuevas variantes del virus hasta una inflación desbocada. La reacción de los mercados, con una rápida escalada de los precios de las materias primas y la energía y un fuerte descenso en las bolsas, refleja los temores que tienen los inversores sobre el impacto económico de la guerra, que ya se ha convertido en el principal riesgo económico del momento.

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