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Elecciones en la CEOE: Garamendi renovará mandato, pero con más oposición interna
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Elecciones en la CEOE: Garamendi renovará mandato, pero con más oposición interna

El perfil pactista del líder de los empresarios ha generado un descontento que no cuajará en las urnas. El nivel de apoyo a la candidatura alternativa medirá la fuerza de los críticos

Foto: El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. (EFE/Enric Fontcuberta)
El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. (EFE/Enric Fontcuberta)

Antonio Garamendi (Getxo, Vizcaya, 64 años) revalidará este miércoles su cargo como presidente de la CEOE hasta 2026. El empresario vasco logrará un segundo mandato al frente de la patronal española, pero las elecciones de este año son muy diferentes a las que lo llevaron al poder en 2018 por aclamación. Aunque larvada durante mucho tiempo, la oposición a la praxis pactista del líder de los empresarios ha ido creciendo hasta articular, casi sobre la bocina, una candidatura alternativa. El apoyo que obtenga Virginia Guinda (Barcelona, 48 años), vicepresidenta de la patronal catalana Foment, medirá el nivel de descontento con el proyecto de un dirigente que, durante los últimos cuatro años, ha firmado 14 acuerdos con un Gobierno que muchos socios de la CEOE tachan —en público o en privado— de "sociocomunista".

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El proceso electoral se ha ido enrareciendo en los últimos días, hasta llegar a su momento crucial inmerso en acusaciones sobre la transparencia y la equidad de la jornada de votación. La candidatura de Guinda denuncia que la organización no le permitirá hablar durante la asamblea electoral, que tendrá lugar a las 10:00 de la mañana en el Auditorio Nacional de la capital de España. Así lo decidió la junta directiva de la CEOE que convocó el evento a la vuelta del verano. Está previsto que los resultados se conozcan a primera hora de la tarde.

Además, el equipo de la catalana ha denunciado que solo se pondrán dos urnas, y que la capacidad del recinto resulta demasiado reducida para acoger a los 789 electores que están llamados a participar. Cada uno de ellos ostenta una vocalía (derecho a voto). Los sufragios se reparten entre las asociaciones territoriales y las sectoriales, siendo estas últimas mucho más numerosas. No se trata de una asignación arbitraria: las patronales que más dinero aportan tienen más votos. Según fuentes con una dilatada experiencia en este tipo de procesos electorales, cada vocalía cuesta unos 10.000 euros.

Más o menos fundamentada, la polémica promovida por Guinda revela hasta qué punto la manera en que Antonio Garamendi ha ejercido el liderazgo de la CEOE está lejos de concitar la unanimidad de los empresarios. Durante su mandato, pero muy especialmente desde la irrupción de la pandemia —y la respuesta política a la misma—, el presidente de la patronal ha marcado un perfil propio, tanto en las formas como en el fondo, que no siempre ha coincidido con el sentir mayoritario entre los miembros de la patronal.

Su buena interlocución con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, o la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, es objeto de crítica entre algunos de sus compañeros, que lo acusan de estar más pendiente de salir en la foto que de defender a los empresarios ante lo que consideran un ataque frontal del Gobierno y los sindicatos, al menos desde que Unidas Podemos entró en el Ejecutivo en enero de 2020.

Entonces, Garamendi llevaba solo un año en el cargo, al que accedió con la promesa de recuperar la autonomía y la contundencia de la época de José María Cuevas (1984-2007). Cuatro años más tarde, el sector duro no entiende por qué se ha comportado de una forma tan "dócil" con el Ejecutivo, especialmente tras su apoyo a la reforma laboral, que revirtió una parte de los cambios impulsados por el Gobierno del popular Mariano Rajoy.

Foto: EC.

Poco después de aquel acuerdo, el presidente de la patronal de concesionarios de la automoción (Faconauto), Gerardo Pérez, empezó a moverse para ir agrupando a los sectores críticos en torno a una alternativa ganadora. Las especulaciones duraron desde febrero de este año hasta octubre, cuando Pérez renunció a presentarse después de que algunos de sus apoyos rechazasen avalar la candidatura para no significarse públicamente, según relatan fuentes conocedoras del proceso electoral. Cuando parecía que los comicios se resolverían con un solo nombre en la papeleta, como hace cuatro años, el presidente de Foment, Josep Sánchez Llibre, decidió mover sus piezas para desgastar a Garamendi a través de una persona de máxima confianza.

Guinda presentó su candidatura solo cinco días antes de que acabase el plazo, y ha tenido poco más de dos semanas para convencer a los electores con dos mensajes que suponen una enmienda a la totalidad a la línea del actual presidente. El primero, en clave interna: la CEOE no puede ser tan jerárquica, y el estilo personalista debe dar paso a una gobernanza más horizontal que dé más peso a las patronales territoriales a la hora de tomar decisiones. El segundo, en clave externa: es hora de que el líder da la patronal dé la batalla para defender los intereses de los empresarios, sin plegarse al Gobierno y a los sindicatos en aras del consenso.

La filosofía de Garamendi siempre ha sido, denuncian los críticos, pactar algo malo para evitar algo peor, aunque el presidente de la CEOE ha ido matizando esa praxis a medida que se acercaban los comicios, como demuestra su oposición a la subida del salario mínimo. Todos los pactos pendientes, como la renovación del Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva o el segundo tramo de la reforma de las pensiones, han quedado parados a la espera de que se resuelva el liderazgo de la patronal.

La candidata alternativa podría obtener en torno a un 15% de los votos, menos de los que habría conseguido el presidente de Faconauto

Resulta difícil calibrar hasta qué punto estas críticas son mayoritarias en el seno de la CEOE, pero todas las fuentes consultadas coinciden en que Guinda no será capaz de subirse a la ola del descontento y ganar las elecciones. A falta de encuestas, la intención de voto de la candidata alternativa podría situarse en torno al 15%, coinciden las mismas fuentes, una cifra muy inferior a la que hubiese obtenido Pérez en el caso de haberse presentado, y que sería mucho más representativa de hasta qué punto la mayoría que apoya a Garamendi se ha ido erosionando a lo largo de estos años. El desconocimiento —dirige una empresa papelera con 150 trabajadores—, la falta de tiempo para preparar la campaña y, sobre todo, la mano que ha movido su candidatura juegan en contra de la catalana.

La operación de Foment no ha sido bien acogida en la mayoría de las 224 organizaciones que forman la CEOE, incluso entre muchas de las que se han mostrado más duras con el actual presidente, por verse como un intento de la patronal catalana para ganar influencia, en vez de una propuesta honesta para cambiar las cosas. "Hay mucho descontento, pero no se va a manifestar", señala una voz crítica. Y otra añade: "Una cosa es que estén descontentos y otra que vayan a votar a Virginia Guinda, que en la organización, hace dos días, no se sabía quién era".

Foto: Antonio Garamendi posa para El Confidencial. (I. B.)
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Precisamente por este escepticismo, la mayoría ha evitado establecer una directriz de voto para sus delegados. Además de los avales que ya obtuvo —la patronal de cogeneradores industriales (Acogen), la Asociación Profesional Nacional de Gestores Administrativos (Apnga), la patronal automovilística Faconauto, la Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas (Fecic), el Colegio de Gestores Administrativos y la propia Foment, que aporta 45 vocalías—, está previsto que la candidata de Sánchez Llibre obtenga el apoyo de otras sectoriales con una fuerte presencia de la patronal catalana, como la de farmaindustria o la de las cajas de ahorros (CECA).

Frente a ella, Garamendi se ha asegurado los votos de la Asociación Española de Proveedores de Automoción (Sernauto), la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat), la Alianza de la Sanidad Privada Española (ASPE) o la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA). Solo esta última ostenta 24 vocalías.

El voto es presencial, en urna y secreto. Esto siempre aporta un plus de incertidumbre. Sin embargo, todas las fuentes consultadas insisten en que no se verán situaciones como las de 2014, cuando Juan Rosell ganó por un puñado de sufragios frente al propio Garamendi. La igualdad de aquellos comicios, cuando la participación rozó el 90%, es solo un sueño para Guinda. Este jueves, muchos le asignarán los votos en blanco y las abstenciones para contabilizar lo que realmente se juega en las dos urnas del Auditorio Nacional: definir la fuerza real en la CEOE de los empresarios que prefieren levantarse de la mesa antes que firmar un acuerdo que no les satisfaga.

Antonio Garamendi (Getxo, Vizcaya, 64 años) revalidará este miércoles su cargo como presidente de la CEOE hasta 2026. El empresario vasco logrará un segundo mandato al frente de la patronal española, pero las elecciones de este año son muy diferentes a las que lo llevaron al poder en 2018 por aclamación. Aunque larvada durante mucho tiempo, la oposición a la praxis pactista del líder de los empresarios ha ido creciendo hasta articular, casi sobre la bocina, una candidatura alternativa. El apoyo que obtenga Virginia Guinda (Barcelona, 48 años), vicepresidenta de la patronal catalana Foment, medirá el nivel de descontento con el proyecto de un dirigente que, durante los últimos cuatro años, ha firmado 14 acuerdos con un Gobierno que muchos socios de la CEOE tachan —en público o en privado— de "sociocomunista".

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