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El lobo en el redil: la NBA se entrega sin pudor a los millones de las apuestas
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un negocio que sigue creciendo

El lobo en el redil: la NBA se entrega sin pudor a los millones de las apuestas

La competición de baloncesto más importante del mundo se ha entregado a los operadores de apuestas, a los que ha convertido en socios preferentes ignorando unos riesgos evidentes

Foto: Adam Silver, comisionado de la NBA, en rueda de prensa. (EFE/Brian Spurlock)
Adam Silver, comisionado de la NBA, en rueda de prensa. (EFE/Brian Spurlock)

Cuenta el propio Michael Jordan, en uno de los episodios de su documental The Last Dance, cómo en uno de sus primeros contactos con sus compañeros de los Chicago Bulls se quedó en shock. "Estábamos en un viaje en, creo, Peoria. Llego al hotel de concentración, buscando al resto del equipo, y cuando entré en la habitación la escena era dantesca: algunos estaban fumando marihuana, otros con chicas y otros consumiendo cocaína. Salí de allí rápidamente", explica.

La escena que se encontró un joven Jordan estaba lejos de ser dantesca. A mediados de los 80, entre el 40% y el 70% de los jugadores de la NBA consumía cocaína. Era un problema gigantesco para la liga y para su comisionado, un todavía tierno David Stern, sobre todo tras la muerte por sobredosis del prometedor Len Bias. El asunto se solucionó rápido con una normativa antidroga que se implantó en 1984, el año en el que Jordan llegó a la liga, y se disimuló tras la sonrisa de Magic Johnson, la mala leche de Larry Bird y el carisma del propio Jordan. Con eficacia, Stern resolvió el que había sido el mayor problema de la competición. Hasta ahora.

Adam Silver, sucesor del legendario Stern, se enfrenta a una amenaza enorme, mayor que la que supusieron las drogas en los 80: las apuestas. Y el gran problema es que lejos de plantear batalla contra ellas, la NBA se ha entregado sin pudor a los miles de millones que han llegado procedentes de este sector. Ha impulsado su entrada en la liga, ha convertido en socios a los operadores de apuestas y, ahora, en el último movimiento, va a implantar las apuestas directamente en la aplicación con la que se ven los partidos, el League Pass. A un solo click, en directo y en apenas unos segundos, la NBA te ofrece la posibilidad de apostar gracias a Fan Duel y Draftkings, sus socios en el sector.

El volumen de apuestas en 2023 creció casi un 30% sin California o Texas todavía en la ecuación

A su llegada al cargo, Silver habló rápido de combatir las apuestas en el mercado negro poniendo luz sobre el negocio. De hacerlo legal, vaya. En ese momento la normativa estadounidense prohibía las apuestas fuera de Las Vegas, pero una decisión del Tribunal Supremo en 2018 abrió las compuertas del dinero. Desde entonces, 38 estados, más el distrito de Columbia, permiten las apuestas, un negocio que generó 120.000 millones de euros en 2023. Eso, en juego legal.

Ese volumen de apuestas, que creció casi un 30% respecto a 2022, se ha alcanzado sin Texas, California y gran parte de Florida, los tres territorios que aparecen en todos los sueños húmedos de las casas de apuestas. No es de extrañar, son casi 90 millones de habitantes entre los tres, si bien en Florida se puede apostar a través de los casinos de la tribu Seminola. Cuestión de tiempo, en cualquier caso.

Un depredador en el redil

Como bien explica Juanma Rubio en un extraordinario artículo en el diario As, el desembarco brutal de las apuestas en la NBA y el deporte norteamericano ha sido gradual. Nos hemos acostumbrado a que los operadores del sector estén entre nosotros: patrocinan pódcast, canales de YouTube muy populares, secciones en programas de la ESPN y tiene a jugadores con millones de seguidores como embajadores. El depredador paseó tanto alrededor del redil que cuando se metió en él ya nadie reparó en su presencia.

¿Por qué es un problema entregarse a las apuestas? No hay que olvidar que la NBA es una empresa con 30 socios que tiene un objetivo: ganar dinero. Cuanto más, mejor. Con esa lógica en la mano, el tema no tiene mucho misterio. El sector de las apuestas es el que mejor paga. En un momento en el que las franquicias valen más que nunca, y con la firma del nuevo contrato televisivo a la vuelta de la esquina, los números cuadran para todos. También para los jugadores, con el salario medio ya instalado en los 9 millones de dólares.

Foto: Foto: Isaiah J. Downing-USA TODAY Sports

De nuevo, repetiremos la pregunta: ¿por qué es un problema entregarse a las apuestas? Básicamente, porque destrozan la integridad del juego. Es muy sencillo para un árbitro o un jugador modificar el curso de un partido sin que tenga efecto en el resultado. En un encuentro ya decidido, a falta de un minuto para el final, un colegiado bien puede, o no, pitar una falta si hacen falta dos tiros libres más o menos para ganar una apuesta. La decisión es inocua para el resultado del partido, no altera la competición y es imposible de perseguir.

No hace falta ni llegar a eso. Un simple comentario de un asistente del médico de un equipo, deslizando aquí o allá que los dos mejores jugadores descansarán esa noche, puede alterar el curso de las apuestas y provocar millones en ganancias o pérdidas. La lógica es tan perversa como difícil de atajar.

Foto: Los exfutbolistas Carlos Aranda (primer plano) y Raúl Bravo (detrás) al abandonar en 2019 la prisión de Zuera, en Zaragoza. (EFE)

Hasta ahora las autoridades seguían una estrategia para descubrir estos amaños: vigilar grandes cantidades de dinero en apuestas con baja probabilidad. Si un equipo nunca gana y de repente entran miles de millones a su victoria, algo huele raro. Para evitar esto, las mafias colocan otras grandes cantidades en diferentes apuestas que saben que muy probablemente van a perder. Pero les sale a cuenta y así disimulan el verdadero amaño.

Apuestas con patas

Por supuesto, el desembarco de las apuestas en la NBA no es una cosa nueva. Lleva trabajándose años con mimo y esmero en el cuartel general de la competición en la Quinta Avenida de Nueva York. Pero esta semana las voces críticas, muy destacadas, han llevado el tema a la primera línea mediática.

El pasado 9 de marzo Rudy Gobert, pívot de los Minnesota Timberwolves fue multado con 100.000 dólares por hacerle el signo del dinero con sus dedos a un árbitro cuando le pitaron una técnica a 27 segundos del final de un partido. "Lo volvería a hacer. No me importa la multa, porque creo que las apuestas están haciendo daño al deporte", dijo luego.

placeholder Rudy Gobert hace el gesto del dinero a un árbitro. (Reuters)
Rudy Gobert hace el gesto del dinero a un árbitro. (Reuters)

No ha sido el único. Tyrese Haliburton, base de los Indiana Pacers y una de las grandes estrellas de la temporada, decía hace solo unos días que se siente como una apuesta con patas, y explicó que la gente de las primeras filas le grita para que sume estadísticas que les ayuden a ganar dinero. "¿Has perdido 1.000 dólares en una apuesta? Me importa una mierda. La mitad de la gente me ve solo como una apuesta", dijo.

Gobert y Haliburton han vivido situaciones desagradables, pero incomparables con la que el año pasado le tocó soportar a JB Bickerstaff, entrenador de los Cleveland Cavaliers. Hace poco él mismo confesó que el año pasado estuvo recibiendo amenazas de apostadores en su móvil. "Alguien consiguió mi número y empezaron a enviarme mensajes sobre mi casa y mis hijos. Es un juego peligroso y seguimos caminando por una línea muy fina", dijo en rueda de prensa. Bickerstaff denunció la situación a la liga y la policía encontró y detuvo al culpable, pero cabe preguntarse cuántas veces habrá ocurrido algo así.

Dallas, tenemos un problema

Una vez conquistados 38 estados y el distrito de Columbia, los operadores de apuestas lo tienen muy claro. Hay que hacerse con California y Texas. Y en el segundo de ellos, que además pasa por ser el segundo territorio más extenso del país después de Alaska, ya han dado sus primeros pasos. A finales del año pasado, la familia Adelson compró una participación mayoritaria en los Dallas Mavericks, el equipo de Luka Dončić, por 3.500 millones de dólares. Un movimiento normal, pensarán, pero seguro que les suena ese apellido.

La familia Adelson es la propietaria de Las Vegas Sands, una empresa de casinos que trató de poner Eurovegas en Madrid hace ya algunos años. Esa frustrada operación para montar un megacomplejo de casinos y hoteles cerca de la capital española se vino abajo, pero los Adelson son gente inquieta. Tras la muerte de Sheldon, el fundador de la compañía, el mando de las operaciones lo tiene ahora Miriam, su esposa y una de las mujeres más ricas del mundo.

placeholder Miriam Adelson, en un acto. (Reuters)
Miriam Adelson, en un acto. (Reuters)

¿Es, además, aficionada de la NBA o admira los talentos de Doncic? Pues quizás, pero no es ese el motivo por el que ha comprado los Mavericks. Esa adquisición es un paso más en su campaña para que Texas abra sus brazos a las apuestas y el juego. Mark Cuban, el anterior propietario del equipo, reconoció tras la operación que la creación de un gran resort con casinos, hoteles y un nuevo pabellón es una cuestión que ha tenido peso en la compra de la franquicia. De hecho, los Adelson han permitido quedarse a Cuban con el mando de la parcela deportiva.

Los Adelson ya han intentado echar sus tentáculos sobre Texas. En 2020 hicieron lobby —traducción: pusieron muchos millones sobre la mesa— para que se aprobará una normativa que incluso llegó a votarse en la Cámara del estado. La ley no consiguió la mayoría de dos tercios para ser aprobada, pero el primer paso estaba dado. Por si fuera poco, Miriam, la matriarca, es una de las grandes donantes de los republicanos a nivel estatal, un partido al que pertenece Dan Patrick, gobernador de Texas. Todo cuadra.

Lecciones del pasado

El cambio en las políticas relacionadas con las apuestas de la NBA es sorprendente si miramos al pasado. En julio del año 2007 una investigación del FBI destapó una red de apuestas ilegales que tenía como centro de la trama a Tim Donaghy, un árbitro que llevaba 13 años en la liga y que dirigió 772 partidos de temporada regular y 26 de playoffs.

Donaghy admitió más tarde que llevaba desde la temporada 2003-2004 apostando en partidos que él mismo arbitraba y se declaró culpable de dos cargos federales. En julio de 2008 fue sentenciado a 15 meses de cárcel y tres años de libertad vigilada, aunque fue liberado después de 11 meses en una prisión de Florida. Donaghy no alteraba el curso de los partidos, sino que pasaba información privilegiada al resto de la trama, que era la que realizaba las apuestas y luego pagaba una comisión a Donaghy. Primero eran 2.000 dólares por acierto, pero el porcentaje de triunfo era tan alto que la comisión subió a los 5.000 dólares al poco tiempo.

David Stern, que por entonces seguía al frente de la competición, hizo un fuerte alegato en contra de las apuestas y cualquier relación con ellas cuando se destapó el escándalo. El que fuera el gran impulsor y diseñador de la NBA actual, con su expansión internacional y su recaudación multimillonaria, se quedaría sorprendido de que su sucesor haya invitado al redil al gran depredador. Que nadie se sorprenda de los resultados.

Cuenta el propio Michael Jordan, en uno de los episodios de su documental The Last Dance, cómo en uno de sus primeros contactos con sus compañeros de los Chicago Bulls se quedó en shock. "Estábamos en un viaje en, creo, Peoria. Llego al hotel de concentración, buscando al resto del equipo, y cuando entré en la habitación la escena era dantesca: algunos estaban fumando marihuana, otros con chicas y otros consumiendo cocaína. Salí de allí rápidamente", explica.

Apuestas Estados Unidos (EEUU)
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