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El IPC repunta una décima en abril (3,3%) impulsado por los alimentos y el IVA del gas
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LA PRECIOS SUBEN UN 0,7% MENSUAL

El IPC repunta una décima en abril (3,3%) impulsado por los alimentos y el IVA del gas

La inflación subyacente se modera cuatro décimas, hasta el 2,9%, y cruza su curva con la general por primera vez en año y medio

Foto: Una frutería en Alcalá de Henares (Madrid). (EFE/Fernando Villar)
Una frutería en Alcalá de Henares (Madrid). (EFE/Fernando Villar)

Desde el inicio del curso 2023/2024, el pasado septiembre, la inflación está estancada. El llamado efecto base, que hace que los desplomes del mismo mes del año pasado compliquen enormemente nuevos retrocesos este año, está limitando la reducción del índice de precios de consumo (IPC), que se mueve ligeramente por encima del 3% interanual, dibujando una curva de dientes de sierra: pequeños avances combinados con pequeños retrocesos. Así será al menos hasta la llegada del verano, cuando lo más probable es que se consolide el proceso desinflacionista. Los principales organismos, de hecho, prevén una inflación media anual en esa cifra o incluso por debajo.

Todo dependerá de dos factores: la evolución de los elementos más volátiles, como la energía y los alimentos, y las políticas del Gobierno, que está retirando progresivamente el apoyo a las familias para hacer frente a la crisis de precios de los dos últimos años. En abril, al IPC repuntó una décima, hasta el 3,3%, según el dato revisado este martes por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Y lo hizo, precisamente, por la evolución negativa de los comestibles y del gas. El IVA de este último regresó al 21% habitual, frente al tipo reducido del 10% que había tenido hasta marzo.

La vivienda (4% interanual), que incluye los suministros energéticos, y los alimentos (4,7%) fueron los dos grupos que más contribuyeron al alza, según destaca el INE en su nota de prensa. El ocio y la cultura y los hoteles, cafés y restaurantes, en cambio, restaron inflación, gracias al descenso de los paquetes turísticos y a una subida de los alojamientos menor a la registrada el año pasado. No hay que olvidar que la Semana Santa de 2023 cuadró en el cuarto mes, mientras en este 2024 tuvo lugar en el tercero. Los efectos del calendario y el efecto base se han combinado, en este caso para limitar el incremento de la inflación.

Pero este último sesgo estadístico también ha generado el efecto contrario en el ámbito energético. La electricidad ha caído en los últimos 12 meses, pero menos que en abril de 2023, lo que suma inflación. En el caso del gas, el año pasado por estas mismas fechas había bajado, al compararse el dato con lo peor de la crisis tras el estallido de la guerra de Ucrania, mientras que ahora ha subido. Mención aparte merecen los alimentos, que rompen su racha positiva y repuntan cuatro décimas, principalmente por las frutas y hortalizas, que también se han encarecido.

No son, pese a todo, cifras preocupantes, sino coyunturales. El proceso de desinflación de la economía continúa, como demuestra el dato de la inflación subyacente, que no tiene en cuenta estos elementos volátiles, y por eso es la que está sobra la mesa del Banco Central Europeo (BCE) para iniciar las esperadas bajadas de los tipos de interés en junio. Su lectura interanual se situó en el 2,9%, cuatro décimas menos que en marzo, en una racha a la baja que se prolonga desde julio del año pasado.

Las curvas se cruzan

Por primera vez en año y medio, el indicador subyacente se sitúa por debajo del general, lo que supone un buen reflejo de cómo los elementos estructurales cada vez tienen menos peso como impulsores del alza de precios. Las curvas se han cruzado, y esto es una extraordinaria noticia: los temidos efectos de segunda ronda, que podrían retroalimentar la espiral a partir de la subida de los salarios, ni están ni se le esperan, y solo la coyuntura y los cambios regulatorios, así como los sesgos estadísticos, impiden que la inflación esté moderándose más rápido.

Sin embargo, no todo son buenas noticias. Las cifras mensuales muestran un crecimiento de los precios que se ha ido acelerando desde el inicio del año, impulsado principalmente por el ocio y la hostelería, con el inicio de la temporada turística tras la llegada de la primavera. En los últimos 30 días, el IPC general repuntó un 0,7%, su cuarta alza consecutiva. Y, en este caso, el indicador subyacente presenta una evolución similar: subió un 0,6% en abril, su tercer repunte seguido, tras haber sumado cinco décimas en febrero y otras seis en marzo.

Un tercio del incremento de la inflación mensual se debe al vestido y calzado, que se disparó un 7,1% en los últimos 30 días a causa del inicio de la temporada primavera-verano. Los hoteles, cafés y restaurantes, por un lado, y los alimentos, por el otro, también añadieron inflación. En este último caso, se encarecieron un 0,7%, impulsados por las frutas, legumbres y hortalizas, las carnes y los pescados y mariscos. Es su mayor subida mensual desde octubre del año pasado. La última milla de la inflación en España está en lo que nos llevamos a la boca.

Desde el inicio del curso 2023/2024, el pasado septiembre, la inflación está estancada. El llamado efecto base, que hace que los desplomes del mismo mes del año pasado compliquen enormemente nuevos retrocesos este año, está limitando la reducción del índice de precios de consumo (IPC), que se mueve ligeramente por encima del 3% interanual, dibujando una curva de dientes de sierra: pequeños avances combinados con pequeños retrocesos. Así será al menos hasta la llegada del verano, cuando lo más probable es que se consolide el proceso desinflacionista. Los principales organismos, de hecho, prevén una inflación media anual en esa cifra o incluso por debajo.

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