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La pobreza se hereda: las probabilidades de llegar a ser renta alta se han reducido a la mitad
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Las clases sociales se bloquean

La pobreza se hereda: las probabilidades de llegar a ser renta alta se han reducido a la mitad

La movilidad social se ha reducido notablemente en las últimas décadas. El ascensor social, que funcionó con relativo éxito al inicio de la democracia, se ha bloqueado por las sucesivas crisis y la consolidación de la desigualdad

Foto: La pobreza se hereda. (iStock)
La pobreza se hereda. (iStock)
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La igualdad de oportunidades en España sigue siendo una quimera. Los últimos datos del INE constatan cómo se han reducido las probabilidades de las rentas bajas de escalar hasta las clases más altas. El ascensor social ya no funciona como a finales del siglo XX. Los jóvenes de hoy lo tienen más difícil que sus padres para progresar. Pero eso también significa que quienes están arriba son los hijos de las clases altas, esto es, el ascensor tampoco va hacia abajo. Estos están reteniendo los privilegios de sus padres mejor de lo que lo hizo la generación anterior. Para ellos, el riesgo de caer en la pobreza se ha reducido de forma notable.

Estas son las conclusiones de uno de los módulos especiales de la Encuesta de Condiciones de Vida del INE. En él se compara la movilidad social que han tenido las personas nacidas en los últimos años del franquismo (1964-1968), con los que nacieron al inicio de la democracia (1979-1998). O lo que es lo mismo, los que entraron en el mercado laboral en los ochenta, con los que lo hicieron a partir de los dos mil.

Entre esas dos generaciones se ha producido un notable deterioro de la movilidad social. El extremo más evidente es el de los pobres que llegan a ser ricos. En este caso, los pobres que llegan a ser rentas altas, en concreto, que entran en el top 20% de mayores ingresos. En la generación nacida al final del franquismo, casi un 12% de los hijos nacidos en hogares pobres llegó hasta el top 20%. Por el contrario, en la generación de la democracia este porcentaje se ha reducido drásticamente a la mitad, el 6,3%.

Lo mismo ocurre para las rentas medias. Los niños del inicio de la democracia criados en hogares con una situación económica moderadamente buena que llegaron al quinto quintil de renta son apenas el 19%, cinco puntos menos que en la generación del tardofranquismo. Sin embargo, el riesgo de caer a las rentas bajas sí que ha aumentado para los hijos de las rentas medias. El punto de partida cada vez condiciona más el de llegada.

La pobreza se hereda, y ocurre lo mismo con la riqueza. El 22% de los hijos de las familias más acomodadas al final del franquismo pertenecen actualmente al top 20%, frente al 25% de la generación de la democracia. Esto es, sus probabilidades de retener su posición privilegiada han aumentado de forma importante.

Estos datos van en línea con otros estudios publicados anteriormente sobre el deterioro de la movilidad social en España. Hay varias causas que explican cómo España ha terminado en esta situación, que es peor que la media europea. Una de las causas más relevantes está en la desigualdad de oportunidades. Los hijos de las clases acomodadas reciben una inversión educativa muy superior, desde colegios privados, idiomas, clases extraescolares, etc., lo que dificulta la competencia a quienes vienen de abajo. Sobre todo en un país con poco gasto público en educación y mal diseñado.

La situación económica también ha sido determinante para la caída de la movilidad social. Al final del franquismo y el inicio de la democracia, España era un país con un crecimiento económico acelerado que, además, necesitaba trabajadores formados, ya que la generación de la guerra civil apenas pudo estudiar. Eran los años de la apertura a Europa y, por tanto, de la entrada de las multinacionales a España.

El mercado laboral recibió ansioso a esos jóvenes, que rápidamente escalaron en las estructuras y se colocaron en los puestos de responsabilidad. Sin ir más lejos, en esos años España tuvo el presidente del Gobierno más joven de toda la democracia, Felipe González. En una economía tan dinámica y con pocas diferencias educativas, los hijos de las clases pobres tenían más posibilidades de prosperar en la escala social. Así lo hicieron y actualmente siguen ocupando los puestos de mando. Son lo que se ha llamado la generación tapón.

Foto: Tres hombres en la Plaza Mayor de Madrid. (Getty Images/Luis Soto)

Por el contrario, los hijos de la democracia se han topado con un mercado laboral saturado y muy competitivo, en el que las relaciones sociales y la formación recibida son decisivos a la hora de acceder a los mejores empleos. La situación llegó al extremo en la crisis financiera, con un paro juvenil que llegó a superar el 40%. En esos años, una buena parte del empleo que se creaba para los jóvenes era de becarios sin remuneración. Sólo los hijos de las clases más acomodadas pudieron trabajar sin ingresos durante casi una década de penurias económicas.

La situación ha mejorado mucho desde la crisis financiera y los jóvenes tienen ahora más salidas. Además, el mercado laboral está demandando nuevos perfiles que generan nuevas oportunidades para ellos. Sin embargo, la segregación educativa ha aumentado en los últimos años, en especial en la universidad, lo que dificultará a futuro el avance hacia una verdadera igualdad de oportunidades.

La igualdad de oportunidades en España sigue siendo una quimera. Los últimos datos del INE constatan cómo se han reducido las probabilidades de las rentas bajas de escalar hasta las clases más altas. El ascensor social ya no funciona como a finales del siglo XX. Los jóvenes de hoy lo tienen más difícil que sus padres para progresar. Pero eso también significa que quienes están arriba son los hijos de las clases altas, esto es, el ascensor tampoco va hacia abajo. Estos están reteniendo los privilegios de sus padres mejor de lo que lo hizo la generación anterior. Para ellos, el riesgo de caer en la pobreza se ha reducido de forma notable.

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