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La gran paradoja: Europa necesita mano de obra, pero crecen los partidos xenófobos
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ELECCIONES EUROPEAS 2024

La gran paradoja: Europa necesita mano de obra, pero crecen los partidos xenófobos

Europa necesita mano de obra para incrementar la utilización de su capacidad productiva. En estos momentos, en concreto, hay más de cinco millones de vacantes. Pero, paradójicamente, crecen los partidos antiinmigración.

Foto: Cartel del partido alemán AfD para las elecciones europeas. (Getty/Sean Gallup)
Cartel del partido alemán AfD para las elecciones europeas. (Getty/Sean Gallup)
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Una paradoja, según la Real Academia de la Lengua, se define como un hecho o expresión aparentemente contrario a la lógica. Es decir, una contradicción o sinsentido que se produce en un contexto determinado. Por ejemplo, tener sed y no querer beber agua. La política está llena de paradojas, pero en el ámbito económico la más relevante es probable que sea la que se refiere a la relación entre inmigración y el mercado de trabajo.

A la luz de los datos de Eurostat, por ejemplo, se sabe que la tasa de vacantes en la eurozona, es decir, el número de empleos sin cubrir, se sitúa en 2,7% de la fuerza laboral (ocupados y parados). Eso significa, en términos absolutos, casi seis millones de puestos de trabajo que no encuentran mano de obra por distintas razones. Hay muchas explicaciones, por ejemplo la capacitación profesional o la falta de información de los agentes económicos para cruzar oferta y demanda, pero la más significativa tiene que ver con el invierno demográfico que vive el continente.

Hay menos activos porque hay menos jóvenes –la pirámide demográfica se ha estrechado por abajo– y, por el contrario, hay más trabajadores jubilados por razón del envejecimiento. La paradoja es, precisamente, que muy probablemente quienes más crecerán en las elecciones europeas serán los partidos más reacios a la acogida de inmigrantes, que, en última instancia, son quienes están manteniendo vivos muchos núcleos rurales o urbanos a causa de la despoblación. No es menos significativo, de hecho, que en Alemania, el partido antiinmigración, la AfD, se haya asentado con más fuerza en el Este, donde la despoblación es mayor y la situación económica es peor. Como no es irrelevante que el reciente llamamiento de las grandes empresas germanas para no votar a la extrema derecha tenga mucho que ver con su oposición a la entrada de mano de obra extranjera que necesitan sus negocios.

La contradicción es aún mayor si se tiene en cuenta que en los últimos años, siempre según Eurostat, la tasa de vacantes no ha dejado de crecer hasta representar un 3,2% en el segundo trimestre de 2022. Es decir, hace ahora dos años. Precisamente, en un contexto histórico de bajo desempleo en la zona euro (6,4% de la población activa) ¿Qué ha pasado desde entonces? Pues justamente lo contrario. La tendencia en el número de vacantes es claramente descendente coincidiendo con una entrada inusual en el número de inmigrantes.

Un año atípico

Un dato lo pone negro sobre blanco. En 2022, algo más de 5,1 millones de personas emigraron a la Unión Europea desde países no pertenecientes a la UE, mientras que, en paralelo, otro millón dejó el continente para irse a otros lugares. El saldo, por lo tanto, son algo más de cuatro millones de nuevos residentes. La cifra, en todo caso, es extraordinaria en la medida que está afectada de forma muy relevante por la invasión de Ucrania en febrero de ese año. De hecho, aquella cifra es prácticamente el doble que la registrada el año anterior, lo que da idea de su singularidad. Fue un año atípico.

Hay que tener en cuenta que la cifra de entrada de inmigrantes es poco estable en la medida que está condicionada por factores geopolíticos distintos a los estrictamente económicos, como sucedió con la crisis de refugiados sirios durante la época de la canciller Merkel o, más recientemente, con la guerra de Ucrania. La invasión de Gaza, aunque todavía es pronto para evaluar su dimensión migratoria, también influirá en los próximos años. Pero eso no oculta que su importancia para el mercado laboral se haya convertido en estructural. Se estima que en 2022 llegaron a Europa 11 inmigrantes de países no pertenecientes a la UE por cada 1.000 residentes en la región.

Países pequeños, como Malta, que en 2022 registró la tasa más elevada de inmigración (66 inmigrantes por cada 1.000 residentes), Luxemburgo (48) y Estonia (37) están a la cabeza, mientras que en sentido contrario Eslovaquia registró ese año la tasa de nueva inmigración más baja, con sólo 1 inmigrante nuevo por cada 1.000 residentes, seguida de Bulgaria y Francia, cada uno con 6 inmigrantes por cada 1.000 residentes. España se sitúa en 26,4 por 1.000 habitantes, lo que le coloca en la octava posición.

Ahora bien, si en lugar de observar los flujos se tienen en cuenta los stocks, el resultado es muy distinto. Como recuerda un reciente trabajo de la investigadora Carmen González Enriquez para el Real Instituto Elcano, la población inmigrante en España supone ya el 18% de la total, pero su peso es mucho mayor entre la población en edad activa: por cada 100 españoles autóctonos (nacidos en España) en las edades de mayor actividad laboral (de 25 a 49 años) hay 38 inmigrantes en esos mismos grupos de edad, y, aun así, hay miles de vacantes sin cubrir, principalmente en temporadas de alta demanda.

Oferta y demanda

Casar oferta y demanda de empleo no es, sin embargo, una operación mecánica. Como es obvio, porque los empleos que ofrecen las empresas no necesariamente se corresponden con las habilidades profesionales o, incluso, las preferencias de quienes llegan a las fronteras europeas. Pero lo cierto es que el mayor número de vacantes se produce, justamente, en sectores y actividades en los que se requiere una cualificación menor.

Esto explica, en su conjunto, que el salario medio de los inmigrantes de fuera de la UE sea un 13% inferior a los nacionales, aunque llega a un mínimo del 34% si son africanos, latinoamericanos o asiáticos. Esta es la razón por la que el 53% de los extranjeros residentes en España y procedentes de países no-UE se encontraba en riesgo de pobreza en 2022, frente al 16% de los españoles, según la última Encuesta de Condiciones de Vida (INE).

Los datos de Eurostat muestran, en concreto, que las llamadas actividades administrativas y de servicios auxiliares, que incluyen las agencias de trabajo temporal, tienen la mayor tasa de vacantes, un 4,2% en el conjunto de la Unión Europea. A continuación se encuentra la construcción (3,8%), y más atrás las actividades profesionales, científicas y técnicas (3,4%). También están por encima de la media, la información y las comunicaciones (3,1%) y los negocios relacionados con la hostelería y la restauración (3%).

Es decir, en general trabajos de cualificación media o baja, que es la que trae la mayoría de los inmigrantes, lo que explica que se esté produciendo una integración laboral como nunca antes se había visto. O expresado de otro modo, las necesidades de las empresas hacen que su integración, pese a venir en muchos casos de culturas muy diferentes, se haya acelerado.

Esto es así porque las empresas necesitan mano de obra y los inmigrantes un empleo. No se trata de un problema coyuntural, sino a todas luces estructurales. La ONU, por ejemplo, ha estimado que en 2050 Europa tendrá un déficit de 60,8 millones de trabajadores, una cifra equivalente al número de habitantes que tiene hoy Italia.

En el caso español, Estadística ha estimado en sus últimas proyecciones demográficas que la tendencia migratoria a largo plazo se saldará con un crecimiento constante, lo que produciría un aumento neto de la población de 14,8 millones de personas hasta 2071. En términos relativos, eso significa la entrada de entre 250.000 y 300.000 inmigrantes al año (saldo entre ingresos y salidas). Y sin mano de obra, la actividad económica se resiente.

Una paradoja, según la Real Academia de la Lengua, se define como un hecho o expresión aparentemente contrario a la lógica. Es decir, una contradicción o sinsentido que se produce en un contexto determinado. Por ejemplo, tener sed y no querer beber agua. La política está llena de paradojas, pero en el ámbito económico la más relevante es probable que sea la que se refiere a la relación entre inmigración y el mercado de trabajo.

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