El 77% del aumento de la recaudación desde 2019 se debe a la inflación y la progresividad en frío

La recaudación tributaria se ha disparado un 38% en comparación con los niveles previos a la pandemia. En el año del confinamiento llegó a registrarse una caída de la recaudación del 8,8%, pero en 2021 comenzó una rápida escalada espoleada por la recuperación económica y la crisis inflacionista. A los españoles les ha tocado rascarse el cinturón porque, sin conseguir mejoras de su capacidad adquisitiva, han tenido que aumentar significativamente su contribución al erario común.

En estos años se han producido numerosos recortes de impuestos, desde el IVA y algunos especiales hasta la subida de los mínimos en el IRPF. Sin embargo, las bases imponibles han crecido mucho más, en parte porque ha aumentado la actividad económica (ya sea el número de trabajadores, el consumo o los beneficios del capital) y en parte por la inflación.

La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ha calculado cuál es el origen de este incremento de la recaudación durante estos cuatro años (2019-2023) y la conclusión es inequívoca: básicamente han sido la inflación y la progresividad en frío quienes han disparado la recaudación.

En concreto, la inflación ha generado nada menos que el 60% del crecimiento de la recaudación, a lo que hay que sumar un 17% adicional como consecuencia de la progresividad en frío. Esta progresividad en frío se debe a que el IRPF tiene tramos con tipos crecientes con la renta. Esto significa que el último euro que gana cada persona paga un tipo efectivo superior al resto de la renta. De esta forma, las subidas de la renta para compensar la inflación (tanto de salarios como de pensiones), tributan a un tipo más alto, subiendo así la cuña fiscal aunque no se produjera una mejora del poder adquisitivo.

La suma de ambos efectos ha supuesto nada menos que el 77% del crecimiento de la recaudación en este periodo. La Autoridad Fiscal desmonta así el discurso de que ha sido el crecimiento económico el que ha sostenido el aumento de los ingresos públicos. El crecimiento real (una vez descontada la inflación) ha generado poco más del 8% del incremento de la recaudación.

Sólo en el año 2021 el crecimiento real tuvo una participación significativa en el aumento de la recaudación. Fue el ejercicio de la salida del confinamiento, cuando el PIB experimentó el gran rebote de la reapertura. En ese año, el crecimiento de la actividad aportó el 44% del aumento de la recaudación.

En este periodo, el Gobierno ha realizado importantes rebajas fiscales, concentradas principalmente en el IVA e impuestos especiales. Estas medidas tuvieron una contribución negativa al crecimiento de la recaudación equivalente al 10% del aumento. Esto significa que las medidas han aliviado el coste fiscal a los hogares en una cuantía que es poco más de la mitad del incremento de la progresividad en frío.

Existe también un residuo de la recaudación que no se explica íntegramente con la variación de las variables macroeconómicas ni las medidas adoptadas. Este residuo no explicado podría ser la consecuencia de afloramiento de economía sumergida u otros factores desconocidos. En cualquier caso, su participación en el aumento de la recaudación en este periodo es limitado, del 12%.

De cara al año 2024, la AIReF prevé que sigan siendo la inflación y la progresividad en frío las que determinen el crecimiento de la recaudación. En concreto, los precios aportarían el 35% del aumento de los ingresos tributarios y la progresividad, un 12% adicional. En total, nuevamente cerca de la mitad del aumento de la recaudación. Este año el Gobierno está retirando las rebajas de impuestos aprobadas durante la pandemia, lo que está provocando que las medidas fiscales vuelvan a tener una aportación positiva a la recaudación. En concreto, todas estas medidas generarán el 12% del aumento de la recaudación.

La Autoridad Fiscal prevé que el crecimiento económico genere el 27% de la recaudación de este año. Esto es, aunque el crecimiento económico sigue generando una aportación positiva al PIB, su participación sigue siendo limitada. Es la inflación la que sigue engrosando la recaudación fiscal y, por tanto, exigiendo mayor esfuerzo a las familias.