Es noticia
Francia y el 'momento Liz Truss' que le espera al BCE si gana Le Pen
  1. Economía
POLÍTICA MONETARIA

Francia y el 'momento Liz Truss' que le espera al BCE si gana Le Pen

Si gana Le Pen y los mercados reciben con uñas su victoria quien debe ejercer de árbitro será, precisamente, una francesa, Christine Lagarde, presidenta del BCE. Y lo que no es menos relevante exministra de Economía con Sarkozy

Foto: Marine Le Pen. (EFE)
Marine Le Pen. (EFE)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

El momento más célebre en la literatura económica lo protagonizó Alexander Hamilton. El primer secretario del Tesoro de EEUU tomó en su día una doble decisión arriesgada: unificar la deuda de los incipientes estados que dieron carta de naturaleza a la Unión y poner en marcha un sistema fiscal capaz de asumirla. Desde entonces, y periódicamente, se habla del ‘momento Hamilton’ como un instrumento político para afrontar los grandes desafíos. No puede extrañar, por eso, que el FT haya llamado ‘momento Liz Truss’ a lo que espera a Europa si tras las elecciones del próximo domingo en Francia el partido de Marine Le Pen cuenta con los suficientes votos para gobernar.

La exprimera ministra británica, como se sabe, anunció hace ahora poco menos de dos años, aunque parece que ha pasado un siglo, una ambiciosa rebaja de impuestos que recibió, curiosamente —pese a que las rentas altas eran las más beneficiadas— un duro castigo por parte de los mercados financieros, convencidos de que se trataba de una irresponsabilidad. El Banco de Inglaterra tuvo que intervenir, la libra se desplomó y los bonos del Tesoro británico se dispararon, lo que obligó a Truss a rectificar.

Hasta aquí, todo normal, dentro de la anormalidad en que se ha instalado la política británica desde el Brexit. Lo singular es que si gana Le Pen y los mercados reciben con uñas su victoria, por la inestabilidad que conlleva la cohabitación de Macron con la extrema derecha, quien debe ejercer de árbitro de la situación será, precisamente, una francesa, Christine Lagarde, presidenta del BCE, y lo que no es menos relevante exministra de Economía en tiempos de Sarkozy.

Fue Lagarde, precisamente, quien al poco de la pandemia dijo que el BCE no estaba para relajar las primas de riesgo. Pero, como a Liz Truss, los mercados le obligaron a comerse sus palabras y el BCE tuvo que poner sobre el tapete 750.000 millones de euros de una tacada para evitar la sangría.

Los poderes del presidente

El BCE, por el momento, quiere parecer como que todo está tranquilo. Al menos es lo que ha querido mostrar en la reciente cumbre de banqueros centrales en Sintra (Portugal), pero parece razonable pensar que una cosa es mostrar templanza y otra muy distinta tenerla. No en vano, y aunque Francia es un país presidencialista con enormes poderes del presidente de la República, un cambio de primer ministro pondría en vilo a muchas cancillerías y, por supuesto, a Bruselas. También a los mercados, que nada más conocerse la convocatoria de elecciones castigaron la solvencia de Francia, aunque la sangre no llegó al río.

El último cuadro macro que pintó la Comisión Europea es aterrador: 5,4% de déficit público, 112,4% de endeudamiento respecto del PIB

La primera razón, la más obvia, tiene que ver con el peso de Francia en la UE, no sólo económica, sino, sobre todo, política ante la inevitable quiebra de sus buenas relaciones con Alemania, que también tiene al enemigo dentro (AfD). La segunda tiene que ver con su propia coyuntura. El último cuadro macro que pintó la Comisión Europea para este año es aterrador: 5,4% de déficit público, 112,4% de endeudamiento respecto del PIB y una economía que apenas crecerá este año un 0,7%.

Se dirá que un país como Italia también tuvo un cuadro clínico similar, pero hay una diferencia, y la incuria con que los mercados aceptaron el triunfo de Meloni es la mejor demostración. Los sucesivos gobiernos transalpinos han sabido históricamente vivir sobre el alambre, pero no es el caso de Francia, donde la polarización derecha e izquierda ha alcanzado unos niveles impensables hace no demasiados años. Y aquí es donde entran en juego la política monetaria del BCE y la francesa Lagarde, buena conocedora de lo que pasa en su país.

Tiene dos alternativas, aunque es evidente que el banco central es un órgano colegiado. La primera, ser comprensible con lo que sucede en Francia interviniendo en caso de que sea necesario para evitar una elevación de la prima de riesgo o aligerando los tipos de interés para no dar argumentos a Le Pen, poco amiga de que la política monetaria sea independiente de los gobiernos nacionales.

Foto: Emmanuel Macron tras convocar elecciones. (Reuters/Christian Hartmann)

La segunda respuesta, por el contrario, pasa por atender al mandato del BCE y centrarse en la inflación haciendo caso omiso de lo que sucede en su país. Sobre todo, en unos momentos en los que, como reflejan las últimas actas del banco central, ya se observan las primeras disidencias sobre nuevas rebajas de tipos. Máxime cuando al otro lado del Atlántico las dificultades de Biden para seguir siendo candidato allanan el camino para que vuelva Trump, otro foco de inestabilidad.

Política fiscal expansiva

Ser más selectivos en la compra de bonos podría ser una opción para Lagarde. No hay que olvidar que si Le Pen logra que el joven Jordan Bardella sea primer ministro, hará una política fiscal expansiva a fin de allanar el camino a las elecciones presidenciales de 2027, que es la caza mayor de la presidenta de la Agrupación Nacional. Y el chivo expiatorio, si no le salen las cosas bien, sería el BCE, que tiene mandato (aunque no lo ha puesto en práctica) para actuar de forma individual sobre un país sin que afecte directamente al conjunto.

El llamado TPI, en concreto, habilita al eurosistema a realizar compras en el mercado secundario de valores emitidos en jurisdicciones "cuyas condiciones de financiación se deterioren de forma no justificada por los fundamentos específicos de cada país, para contrarrestar los riesgos que afectan al mecanismo de transmisión" de la política monetaria. ¿Cuál es el problema? Ni más ni menos que el TPI (Instrumento de Transmisión Monetaria, por sus siglas en inglés) exige que para activar esa intervención a la carta el país en cuestión no debe estar incluido en el Procedimiento de Déficit Excesivo, y Francia lo está.

La moraleja es muy clara. Lagarde, que por razones políticas, no por sus conocimientos de economía, fue elegida directora gerente del FMI, primero, y posteriormente presidenta del BCE va a volver a sus orígenes. Es evidente que el BCE es también un órgano político, pero pocas veces como ahora va a estar tan influido por cuestiones ajenas a su mandato fundacional. Y ya se sabe que los bancos centrales saben mucho de política monetaria y agregados de liquidez, pero son algo torpes a la hora de analizar la geopolítica, como sucedió tras la invasión de Ucrania y el consiguiente incremento de la inflación.

El momento más célebre en la literatura económica lo protagonizó Alexander Hamilton. El primer secretario del Tesoro de EEUU tomó en su día una doble decisión arriesgada: unificar la deuda de los incipientes estados que dieron carta de naturaleza a la Unión y poner en marcha un sistema fiscal capaz de asumirla. Desde entonces, y periódicamente, se habla del ‘momento Hamilton’ como un instrumento político para afrontar los grandes desafíos. No puede extrañar, por eso, que el FT haya llamado ‘momento Liz Truss’ a lo que espera a Europa si tras las elecciones del próximo domingo en Francia el partido de Marine Le Pen cuenta con los suficientes votos para gobernar.

Reino Unido Elecciones Francia Emmanuel Macron Christine Lagarde Tipos de interés Banco Central Europeo (BCE) Marine Le Pen
El redactor recomienda