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"En el nuevo orden mundial tendrán éxito los países que actúen como fuerzas soberanas"
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Entrevista con Balázs Orbán

"En el nuevo orden mundial tendrán éxito los países que actúen como fuerzas soberanas"

El director político del primer ministro húngaro explica qué vendrá después del fin del orden neoliberal. La estrategia húngara de desarrollo económico quiere influir en la Unión Europea y combatir a Bruselas

Foto: Balázs Orbán,  director político del primer ministro húngaro, Viktor Orbán.
Balázs Orbán, director político del primer ministro húngaro, Viktor Orbán.
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Balázs Orbán es el director político del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, al que no le une ningún parentesco. Acaba de publicar La estrategia húngara, (CEU Ediciones) la traducción española de un libro de 2020, que fue presentado el pasado jueves en Colegio Mayor San Pablo CEU, en un acto que contó con la presencia, entre otros, de Ana Palacio y de Ricardo Ruiz de la Serna, de la Fundación Disenso, de Vox. También ha publicado recientemente en inglés Hussar Cut: the Hungarian Strategy for Connectivity, un libro muy revelador sobre los planes de futuro húngaros, en el que señala la dirección que debe seguir su país a la hora de afianzar su desarrollo económico. Ambos textos son interesantes porque van más allá de la teoría y son, más bien, la descripción de una posición institucional.

Hungría, a pesar de su escasa población, tiene un peso mucho mayor que su tamaño geográfico. Sus posiciones políticas y sus contactos internacionales (sus relaciones con Netanyahu y la derecha israelí han sido y son notables, como lo son con el republicanismo Trumpista en EEUU), y su voluntad de mediación entre las derechas europeas, donde ha intentado tejer una unión de fuerzas populistas y extremas en el Parlamento, le otorgan una influencia significativa. La llegada de Balázs Orbán a Madrid coincidió con el anuncio realizado por Vox de que abandonaría el grupo europeo liderado por Meloni, ECR, y que se pasaría al recientemente creado por Viktor Orbán, Patriotas de Europa. Y con el anuncio de que Vox rompería los gobiernos autonómicos con el PP si no cumple el acuerdo migratorio.

Además, Hungría juega un papel en el ámbito económico que no es despreciable. Alemania es su principal socio comercial y la cercanía húngara con ámbitos industriales germanos es relevante. Ese vínculo extraño, en el que la tensión elevada en lo institucional convive con una relación fluida en lo comercial, es también parte de nuestra Europa.

El "equilibrio entre imperios"

Hungría es una piedra en el zapato de Bruselas por muchas razones. Las geopolíticas están ahora en primer lugar. Sus buenas relaciones con Putin (como demuestra su reciente visita a Moscú) y su postura respecto de la guerra de Ucrania, en la que aboga por la firma de la paz, levantan ampollas en muchas capitales de Europa, como su acercamiento a China. Además, la hostilidad institucional ha sido una constante en los últimos años, con las acusaciones de Orbán de injerencia de la UE en su normativa interna y con las de Bruselas sobre la falta de respeto del derecho comunitario por parte de Budapest.

"La configuración de dos bloques claramente delimitados, EEUU contra China, supone un riesgo enorme para los países periféricos"

Los húngaros explican estas tensiones desde una posición pragmática. En la medida en que conserve buenas relaciones con ambos países, Hungría, un Estado pequeño, sin fuentes energéticas propias y sin una industria potente, puede aprovechar, gracias a su posición geográfica, las ventajas de la interconexión. El ministro de Asuntos Exteriores y de Comercio húngaro, Péter Szijjártó, lo explicaba de manera cristalina en la londinense Chatham House: en su país hay fábricas de empresas alemanas, muchas de ellas del sector de la automoción, y hay fábricas chinas. Las segundas fabrican baterías para los coches de las primeras. Lo que afirmaba Szijjártó es que alejarse de Pekín, o cortar relaciones, no solo perjudicaría a Hungría, también a Alemania. En el mismo sentido, cabe entender su postura respecto de Rusia: el gas que les suministra les ofrece una ventaja competitiva que no desean perder.

Esa posición queda sintetizada por Balázs Orbán en Hussar Cut: "Hungría ha tenido éxito históricamente cuando ha sido capaz de situarse de un modo equilibrado entre los imperios del Este y los del Oeste", y en momentos como el actual, esa constante necesita ser reforzada. En este cambio que supone la desglobalización, la configuración de dos bloques claramente delimitados, EEUU contra China, supone un riesgo enorme. Orbán afirma que se trata de un movimiento "especialmente peligroso para los estados periféricos de la UE, porque en un sistema de este tipo, el centro no solo controla las relaciones entre los bloques, sino que también se toma la libertad de distribuir los recursos dentro del bloque". Orbán aboga por mantener el mayor número de interconexiones abiertas, ya que, como parte de un gobierno soberanista, quiere aumentar su capacidad de acción, y un entorno internacional definido en torno a bloques no lo permitiría.

Cómo quiere crecer Hungría

Esta posición conviene especialmente a Hungría porque su gran apuesta consiste en convertirse en el espacio de referencia en Centroeuropa, en un hub de conectividad que pueda atraer inversión extranjera, que permita reforzar su industria, y al mismo tiempo ejerza funciones logísticas de gran relevancia. Quiere ser el núcleo de conexión de territorios que necesitan desarrollo, y por los que la Unión Europea, en su ampliación hacia el este, va a apostar aún con más fuerza en los próximos tiempos.

Hungría hace equilibrios en la geopolítica, soberanista y partidario del comercio, fiscal en lo liberal y cultural en lo conservador

Para conseguir inversión extranjera, el gobierno húngaro ha tomado medidas que entroncan plenamente con el liberalismo económico: el impuesto a la renta tiene un tipo fijo de tributación, han eliminado el impuesto sucesorio para los parientes cercanos y su impuesto de sociedades está entre los más bajos de la UE.

Todo esto es Hungría: un país que hace equilibrios geopolíticos, que es partidario de la apertura comercial y de los intercambios al tiempo que hace gala del soberanismo, que es un marco de referencia de las nuevas derechas europeas, que es fiscalmente liberal y culturalmente muy conservador, que se enfrenta a Bruselas y que llega a acuerdos frecuentes con Alemania.

Es también el país que preside el Consejo de la Unión durante este semestre. El lema elegido, Make Europe Great Again, es suficientemente expreso. Sus objetivos para la presidencia, según han sido descritos por su primer ministro, Viktor Orbán, en un artículo publicado en Financial Times, pasan por un pacto de competitividad que relance la expansión económica europea, y por acuerdos que promuevan al mismo tiempo una economía abierta y la cooperación internacional, que frenen la inmigración ilegal y que impulsen una mayor convergencia entre regiones. Hungría es también partidaria de revisar la política energética para rebajar las exigencias del pacto verde, tanto para las industrias como para los agricultores y ganaderos. Orbán avisa de que la estrategia húngara de competitividad se ha inspirado en la agenda franco-alemana de crecimiento y competitividad y que, por ello, "no sorprende que Berlín y París, junto con Roma, hayan respaldado las iniciativas de la presidencia húngara".

De todo esto, El Confidencial ha conversado con Balázs Orbán.

PREGUNTA. Afirma en su libro que el orden neoliberal se ha terminado. ¿Qué vendrá después de él?

RESPUESTA. El orden mundial neoliberal se ha terminado, y las reglas basadas en él ya no son válidas. Lo que vendrá después del neoliberalismo está en construcción, pero lo más probable es que se desarrolle un orden mundial basado en la soberanía, en el que solo tendrán éxito los países y centros de poder de la política internacional que actúen como fuerzas soberanas. Por lo tanto, has de ser capaz de entender e identificar tus intereses y tus objetivos y tienes que poder representarlos a nivel internacional, incluso si son controvertidos. Esta es la base sobre la que se pueden construir las relaciones internacionales. Los países que dependan por completo del apoyo externo de alguna gran potencia fracasarán, no tendrán éxito. En un orden mundial basado en la soberanía, tienes que inventar tu propia estrategia y ser capaz de representarla a nivel internacional, para lo que debes contar con una coalición internacional que te apoye.

El orden mundial neoliberal se ha terminado, y las reglas basadas en él ya no son válidas

P. ¿La estrategia húngara puede ser una estrategia que convenga a Alemania? ¿En qué medida puede ser útil para Europa?

R. Es una pregunta complicada. Los húngaros somos nacionalistas en un sentido positivo, lo que significa que no nos gusta dar consejos a los demás porque creemos que nuestra responsabilidad es, ante todo, con nuestro país. Escribí estos libros pensando en una estrategia adecuada para Hungría. Si quieres tener un país exitoso en el siglo XXI, no puedes adaptar nada ni importar nada que venga del exterior sin tener en cuenta tu historia, tu geografía y tus antecedentes socioculturales. Evidentemente, en mis libros hay alguna descripción general sobre la política mundial, y las direcciones hacia las que se dirige, y La estrategia húngara se apoya en eso. Recomendaría a todos los países que inventen sus propias estrategias, pero lo más probable que es podamos identificar en Europa algunos puntos en lo que estamos de acuerdo.

P. Es partidario de la colaboración entre Este y Oeste y afirma que es una política de bloques, un gran riesgo.

R. Si pensamos en una posible estrategia para Europa, este sería un punto de vista que podríamos adoptar. Hemos de darnos cuenta de que los europeos tenemos un mercado de 450 millones de habitantes, un mercado único que no es grande en comparación con otros países. India, por ejemplo, posee un mercado interior casi tres veces más grande. Sin embargo, tenemos una industria muy buena, muy buenas empresas y buenos productos. No tenemos demasiada energía y, por lo tanto, debemos permanecer abiertos a fórmula que faciliten que nuestras empresas obtengan la energía que necesitan. De modo que creo que esta apertura se corresponde con el interés europeo, con el francés, con el alemán.

A Hungría le interesa tener acceso a otras partes del mundo, porque si nos cerramos, basándonos en algunos argumentos geopolíticos, perderemos, en primer lugar, mercados para que las empresas europeas vendan productos. Y, en segundo lugar, podemos perder países que podrían proporcionarnos más recursos en el campo de la energía o las materias primas críticas, etc. Imagínese una situación en la que Europa toma partido y decida que no les gustan las dictaduras de izquierdas o de derechas de algunos países latinoamericanos, y como ha decidido operar en términos de bloques políticos, acabe con la cooperación económica con esos países. Me imagino que no sería bueno para España.

Foto: Viktor Orbán, primer ministro de Hungría. (Reuters)

P. En el terreno de la competitividad, que es una prioridad europea, ¿qué posición va a jugar Hungría durante la Presidencia? ¿Apoyará las posiciones que ha anticipado Draghi de su informe?

R. Nuestro objetivo es lograr un acuerdo durante el Consejo Europeo informal de Competitividad de Budapest. Y los detalles están en construcción, ahora, pero todo el paquete está basado en el paper franco-alemán. Será un pacto de competitividad basado en ese documento, pero que recoja ideas de todos los países. Este pacto fue aceptado en Budapest a principios de noviembre. Esta es la idea en torno a la cual girará la presidencia.

P. Fidesz ha intentado unir a los distintos partidos de derecha europeos en el Europarlamento, de modo que formasen un grupo común. No ha tenido éxito. ¿Cuáles serán los próximos movimientos?

R. Nuestros objetivos se mantienen sin cambios, todavía queremos unir a la derecha. Es complicado y será una tarea a largo plazo. Creemos que, para contrarrestar la narrativa federalista bruselense, esta es la única manera de hacerlo. Este es el punto que une a las verdaderas fuerzas políticas de la derecha. No queremos ceder la soberanía de nuestros países, sino preservarla. Queremos cooperar sobre la base de una plataforma institucional europea, pero no queremos crear un superestado ni queremos ser un imperio. No queremos que las decisiones se tomen en algún lugar por encima de nosotros. Lamentablemente, en este sentido las cosas han empeorado desde que los británicos se marcharon. Los británicos siempre fueron muy soberanistas, y era un país lo suficientemente grandes como para contrarrestar las iniciativas franco-alemanas. Pero ahora que no están, y puesto que los países de la Europa Central también están divididos a causa de la guerra, ya no hay contrapeso. Las élites de Bruselas aprovecharon para tomar el poder, han sido ellas las que han dictado las políticas en los últimos años y ya vemos cuáles han sido los resultados.

Las fuerzas de derecha podemos estar de acuerdo en que lo que se ha hecho en Bruselas los últimos cinco años no ha sido bueno para nosotros. La Comisión y la élite de Bruselas dijeron que, como ya no estaban los británicos, los países grandes ya no eran tan fuertes y los líderes de los países grandes tampoco (Merkel se fue y Macron no estaba en una posición muy sólida), era su turno de asumir las responsabilidades. Dictaron las decisiones sobre la guerra, la política migratoria, la política ecológica y las cuestiones de competitividad. Lo que ocurrió en esos campos ha sido un desastre total. Y ahora todo el mundo está intentando eludir la voluntad del pueblo y gestionar una transferencia institucional en la que todo continúe de la misma manera que los últimos cinco años. Esto es algo que definitivamente no comparten ni apoyan los verdaderos partidos de derecha.

Nuestros objetivos se mantienen sin cambios, todavía queremos unir a la derecha

P. Sus relaciones con el partido republicano estadounidense son excelentes. Kevin Roberts, director de Heritage, la fundación más importante de ese entorno, afirmó que Hungría no era un modelo posible de Estado conservador, sino el modelo por excelencia. Si gana Trump las elecciones y la postura de EEUU con China se vuelve más dura, ¿pueden enfriarse las relaciones con Hungría por esa causa?

R. Kevin Roberts y yo, como todo este círculo político, somos conservadores nacionalistas, y es una ideología algo complicada. Si eres liberal, es muy fácil ver el mundo a través de la misma lente. Compartes los mismos valores, que afirmas como universales. No importa dónde naciste, qué idioma hablas o en qué barrio creciste. No importa si eres liberal en Shanghái, en Washington DC, en Estocolmo, en Madrid o en Budapest, porque verás el mundo de una manera muy similar y tus motivaciones políticas coincidirán en la práctica con las de los liberales de otros países. Por lo tanto, trabajar juntos en el plano internacional entre liberales es fácil porque no hay diferencias: quieres estar 100% de acuerdo con los demás. Pero si uno es un conservador nacionalista, es completamente distinto, porque tu ideología política y tus políticas concretas se basan en la idea de que las naciones son diferentes y que tienen intereses y puntos de vista distintos. Por lo tanto, los conservadores nunca, nunca estarán de acuerdo al 100% en todo. Pero si te tomas en serio que todos y cada uno de los países tienen derecho a identificar sus propios intereses y a representarlos, es posible construir relaciones internacionales sólidas; es posible resolver los problemas. Cuando hablamos con los estadounidenses entendemos que China es un posible desafío para ellos, porque hay una competencia continua entre ambos países. Pero, ¿por qué eso debería ser un desafío para Hungría? Para nosotros es también una oportunidad económica, como lo es para EEUU. Sin embargo, perseguir intereses nacionales significa también ser leales a nuestros socios. Tenemos firmado un acuerdo militar con EEUU, es decir, con la OTAN, y a él debemos ceñirnos. En otros campos, todo el mundo colabora económicamente con los chinos. ¿Por qué no debería Hungría hacer eso?

Si regresa Trump al poder, creo que todo va a ir bien, para Europa y para Hungría. La cooperación basada en los intereses nacionales es más fácil que la cooperación basada en la ideología, porque la política exterior puede ser arruinada por la ideología. Solo puede gestionarse de manera eficaz a partir de las leyes y de los intereses nacionales.

P. El gobierno húngaro ha insistido mucho acerca de la importancia de los valores. ¿Qué valores está defendiendo su gobierno?

R. Merece la pena preguntarse acerca de los valores que va a apoyar Europa. Desde nuestra experiencia, todos los intentos de los últimos años de organizar la unidad europea en torno a valores ideológicos han fracasado. Eso algo que no funciona. Europa solo puede estar bien organizada si aceptamos la idea de los estados nacionales y de la cooperación voluntaria entre ellos. Tenemos que crear una estructura que respete a todos los Estados y que trate de construir compromisos basados en los diferentes intereses nacionales. Si aportamos ideología, entonces fallamos. El mejor ejemplo, creo, es la transición ecológica. Es una idea maravillosa: se trata de innovación, de una industria líder, de crear puestos de trabajo en Europa. Pero la izquierda y los Verdes secuestraron la agenda verde y la rellenaron con ideología verde, que nada tiene que ver con la economía, sino con la justicia social y demás cuestiones ideológicas que solo son importantes para ellos. ¿Y qué pasó? Que el proyecto se detuvo porque se politizó demasiado. Por lo tanto, si somos capaces de mantener la ideología alejada de la toma de decisiones europea, será mejor para la futura integración europea.

Foto: El presidente de VOX, Santiago Abascal. (Europa Press/Alejandro Martínez Vélez)

P. Los ferrocarriles son muy importantes para el plan de desarrollo húngaro. Una empresa de su país quiere adquirir Talgo. ¿Esperan que el Gobierno español dé luz verde a la adquisición?

R. Es cierto que el ferrocarril es un elemento importante de la economía húngara. El mayor proyecto de infraestructura que se está llevando a cabo ahora mismo en Hungría es la línea de alta velocidad entre Budapest y Belgrado, y tenemos otros proyectos en marcha. Pero eso es en Hungría, que es un país pequeño, de solo 10 millones de personas, y no es suficiente: es importante tener éxito en el ámbito internacional. Por lo tanto, el gobierno húngaro apoya a todas las comunidades empresariales, en todas las áreas o campos, que tratan de hacer negocios en el extranjero. Los empresarios húngaros tomaron la decisión de que querían encontrar un socio español en la industria ferroviaria. Desde nuestro punto de vista, no es una decisión política, sino empresarial: una compañía húngara y una española pueden tener una relación mutuamente beneficiosa. El gobierno húngaro no se opone, y tampoco sé por qué debería oponerse el español. Creo que ambos gobiernos deberían apoyarlo.

Balázs Orbán es el director político del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, al que no le une ningún parentesco. Acaba de publicar La estrategia húngara, (CEU Ediciones) la traducción española de un libro de 2020, que fue presentado el pasado jueves en Colegio Mayor San Pablo CEU, en un acto que contó con la presencia, entre otros, de Ana Palacio y de Ricardo Ruiz de la Serna, de la Fundación Disenso, de Vox. También ha publicado recientemente en inglés Hussar Cut: the Hungarian Strategy for Connectivity, un libro muy revelador sobre los planes de futuro húngaros, en el que señala la dirección que debe seguir su país a la hora de afianzar su desarrollo económico. Ambos textos son interesantes porque van más allá de la teoría y son, más bien, la descripción de una posición institucional.

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