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Los jefes ganan cuatro veces más que sus empleados en el reparto de la productividad
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LA DESIGUALDAD SALARIAL SE ENSANCHA

Los jefes ganan cuatro veces más que sus empleados en el reparto de la productividad

La productividad tiene una cara b desconocida. Cuando mejora, quienes más se benefician son los jefes en una proporción de cuatro a uno. No es que la productividad sea nociva, sino que ensancha las desigualdades salariales

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La productividad, como se sabe, lo es todo (o casi todo) en economía. Todos los gobiernos, y también las empresas, por supuesto, buscan incrementos adicionales en busca de una mejora de la eficiencia del sistema productivo utilizando los menores recursos disponibles. Pero hay una cara b desconocida en el marco de la actual correlación de fuerzas en el seno de las empresas. Los avances de productividad están influyendo de forma determinante en el ensanchamiento de las desigualdades salariales. No es que la productividad sea nociva por sí misma, muy al contrario, sino que se ha convertido en una externalidad negativa a causa de cómo se han repartido sus beneficios.

Un estudio referido a EEUU, pero transportable a cualquier país económicamente avanzado, ha acreditado que por cada euro que sube el salario de un empleado por los aumentos de productividad, sus jefes se llevan cuatro. Es verdad, sostiene el estudio, que todos los percentiles de distribución salarial se benefician en mayor o menor medida de los incrementos de productividad, pero no es menos relevante que la parte del león se la llevan los altos ejecutivos en una proporción cuatro contra uno.

El estudio, publicado por los economistas Melanie Wallskog, Nicolás Bloom, Scott Ohlmacher y Cristina Tello-Trillo, parte de una evidencia. Desde la década de los años 70 se ha producido en EEUU un fuerte ensanchamiento de la desigualdad salarial en el seno de las empresas, y los autores lo achacan en parte a los desequilibrios crecientes que se han registrado en el reparto de los avances de productividad.

Desigual reparto

Según sus datos, el 1% de los empleados con mayores ingresos se beneficia de la productividad cuatro veces más que el 1% con menores ingresos. A partir de esta constatación, y de forma agregada, han llegado a la conclusión de que alrededor del 40% del aumento de la brecha entre los salarios de los directores ejecutivos y de los trabajadores situados en la mediana salarial se debe al desigual reparto de las rentas ligadas a la productividad.

El estudio utiliza los microdatos del Census Bureau (Oficina del censo), que es la principal base de datos de EEUU, además de otras dos fuentes estadísticas útiles para conocer la evolución de las remuneraciones de los altos directivos, y abarca un periodo largo que va entre 1980 y 2013. Y lo que descubre es que el 1% de los que más ganan, que a menudo incluye a los altos ejecutivos, experimenta el mayor aumento de sus ingresos, con un coeficiente de 0,13. Esto significa que por cada 10% de aumento de la productividad, el 1% superior ve un aumento salarial de aproximadamente 1,3%.

Esa tasa es notablemente más elevada si se compara con un crecimiento más modesto del 0,7% para los asalariados situados en la mediana de las retribuciones. A los autores del estudio les llama la atención que incluso los trabajadores peor pagados, por lo general los empleados recién contratados o los menos cualificados, también experimentan algún beneficio. Ahora bien, de mucha menor cuantía. Quienes están en el percentil más bajo (el 10% más pobre) ven sus ingresos crecer aproximadamente un 0,5% por cada 10% de aumento de la productividad.

Para los autores del estudio el hecho de que estas cifras tengan una pendiente ascendente (ver gráfico) pone de relieve que, si bien todos los empleados se benefician de una mayor productividad, algunos ganan más que otros. "En otras palabras", afirman, "la desigualdad crece a medida que aumenta la productividad". Expresado en términos más comprensibles, y en un caso concreto, los empleados que ganan 500.000 dólares al año (unos 463.000 euros) obtienen un aumento salarial mayor gracias a la productividad, y que representa el doble del aumento que obtienen quienes ganan 20.000 dólares al año.

Casi el doble

Los autores del estudio han encontrado una segunda evidencia en función de si el alto ejecutivo trabaja en una empresa pública o privada. Y aquí, de nuevo, las conclusiones son sorprendentes. Los directivos de empresas públicas mejor pagados (lo que llaman el top 50), es decir, aquellos que están en la posición más alta de la pirámide salarial y toman, por lo tanto, las decisiones sobre remuneraciones de sus empleados, reciben casi el doble del aumento salarial en comparación con los ejecutivos de empresas privadas por un aumento comparable en la productividad de la empresa.

El trabajo no se atreve a encontrar una razón concluyente, ya que requeriría estudios adicionales, pero sugiere que tal vez las presiones de cotizar en Bolsa o la capacidad de ofrecer opciones sobre acciones y subvenciones "generan este vínculo más estrecho entre la remuneración y el desempeño laboral". Esto sugiere, aseguran, que las empresas más productivas también pueden tener estilos de gestión más agresivos. Es decir, pueden monitorear mejor el trabajo de los empleados y ofrecer esquemas de pago de incentivos con mayores bonos. Ahora bien, esto puede conducir a un salario general más alto para los que más ganan, pero también mayores incertidumbres.

Foto: (Andrea Piacquadio/Pexels)

Tras la crisis financiera de 2008, los gobiernos y los bancos centrales observaron que una de las causas de la burbuja de crédito tenía que ver con las políticas de incentivos, algunas veces perversos, y de ahí que la Ley Dodd-Frank, publicada en EEUU, exigiera que las empresas que cotizan en Bolsa publiquen anualmente las retribuciones, muy influidas por la parte variable, en particular por la productividad.

El debate sobre salarios y productividad es un clásico en la economía laboral, donde los empresarios, desde luego en el caso de la patronal, siempre han defendido que las retribuciones de los trabajadores se vinculen a su evolución. Durante las últimas negociaciones sobre el Acuerdo interconfederal de negociación colectiva, CEOE animó a sustituir "conceptos retributivos obsoletos por otros vinculados a la productividad y los resultados".

También en el sector público ha sido históricamente un motivo de controversia debido a que muchos funcionarios de los niveles más bajos sostienen que los bonus por productividad adolecen de transparencia y benefician más a los funcionarios mejor situados.

La productividad, como se sabe, lo es todo (o casi todo) en economía. Todos los gobiernos, y también las empresas, por supuesto, buscan incrementos adicionales en busca de una mejora de la eficiencia del sistema productivo utilizando los menores recursos disponibles. Pero hay una cara b desconocida en el marco de la actual correlación de fuerzas en el seno de las empresas. Los avances de productividad están influyendo de forma determinante en el ensanchamiento de las desigualdades salariales. No es que la productividad sea nociva por sí misma, muy al contrario, sino que se ha convertido en una externalidad negativa a causa de cómo se han repartido sus beneficios.

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