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Viaje a la España que vive de cuidar a los mayores: "Somos la mayor empresa de la zona"
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Cuando un centro de mayores es un tesoro

Viaje a la España que vive de cuidar a los mayores: "Somos la mayor empresa de la zona"

Para cientos de pequeños municipios españoles el cuidado de los ancianos se ha convertido en uno de los grandes recursos económicos y un salvavidas para intentar evitar la temida despoblación

Foto: Una de las residentes del centro de mayores de Arcos de Jalón leyendo una revista. (J. I. R.)
Una de las residentes del centro de mayores de Arcos de Jalón leyendo una revista. (J. I. R.)

A Aida el covid le dejó un brazo prácticamente inmóvil, pero dirige a sus huéspedes con el otro sin problemas. Lleva 25 años haciendo un trabajo similar en el mismo lugar, así que se conoce cada paso de memoria. "Esto no es nada, antes compaginaba este trabajo con otros dos porque necesitaba sacar adelante a mis 8 hijos", comenta. Esta ecuatoriana es una de las trabajadoras más veteranas del concurrido centro de mayores de Arcos de Jalón, un pequeño municipio del sur de Soria. Allí llegó desde su tierra natal con toda su prole y ya es una más en el pueblo. Un ejemplo casi perfecto de un fenómeno nacional que las localidades cuidan como oro en paño, sobre todo por casos como el suyo. Es el sueño de la España rural que sale adelante cuidando a sus mayores.

Al igual que esta gerocultora ecuatoriana, cada vez son más las personas que en el medio rural se dedican a un sector que no para de ganar posibles clientes y en el que siempre hace falta mano de obra. En la España más envejecida y asediada por la despoblación, la asistencia a los ancianos es un cabo al que administraciones y vecinos se agarran para generar empleo, atraer vida e intentar evitar que la marea del abandono les acabe ahogando. Centros de mayores y negocios de cuidado a domicilio van al alza, pero hace tiempo que el sector no solo se queda ahí. Esta población también requiere de servicios adaptados, comercios que sirvan a sus necesidades y hasta un simple acompañamiento para no quedar desamparados mientras sus familias llegan de la gran ciudad.

Como Arcos del Jalón, los municipios con mayor ocupación en el sector de los cuidados, tanto en residencia como a domicilio, son aquellos que, aunque sufren los efectos de la despoblación y del envejecimiento de los habitantes que quedan, no son exageradamente pequeños. El ránking lo lidera Serón, pueblo almeriense de unos 2.000 habitantes en el que una de cada diez personas se dedica a este ámbito. Le siguen otros de características similares, como Montánchez (Cáceres) o Espiel (Córdoba).

"Nosotros nos dimos cuenta de la inversión que necesitaba este sector hace ya casi 30 años y nos lanzamos a la piscina. Empezamos con un pequeño centro y otro negocio de asistencia a domicilio y taxis adaptados. Fuimos creciendo y ahora somos la mayor empresa privada de la zona y damos trabajo a unas 90 personas entre todos los servicios", cuenta Javier Sanz, gerente de Jalón Asistencial, SLU, la pequeña empresa que gestiona ahora la residencia Peña Rubia de Arcos de Jalón. Además de a Aida, en el centro, que dirige la socia y esposa de Javier, Mónica Gisbert, trabajan ahora otras 67 personas, tienen 128 residentes y siempre andan buscando manos. "En el medio rural toda empresa es difícil, pero es cierto que aquí al menos siempre tenemos demanda y es un servicio que se necesita más allá de los números", añaden.

La construcción de residencias es un objetivo de cualquier pequeño municipio y los que las tienen hacen lo imposible para no perderlas. Eso sí, en las zonas rurales, la mayoría de estos espacios viven del oxígeno que les suministra el propio Ayuntamiento que asume como una inversión necesaria y justificada el gasto en este sector. Aun así cuesta que los grandes grupos se lancen a sus concesiones.

placeholder Vistas del centro de mayores de Arcos de Jalón y sus dos gestores, Javier Sanz y Mónica Gisbert. (Jon Imanol Reino)
Vistas del centro de mayores de Arcos de Jalón y sus dos gestores, Javier Sanz y Mónica Gisbert. (Jon Imanol Reino)

David Ruiz lo sabe bien. Dirige la residencia de mayores de Iznájar, un municipio del sur de Córdoba de casi 4.000 habitantes. El Grupo Gestión Profesional, para el que él trabaja, gestiona servicios residenciales y de ayuda a domicilio en las provincias de Córdoba, Málaga y Almería. A excepción de una, todas son de concesión pública: "Nos hemos hecho expertos en gestión en municipios pequeños porque los grandes grupos quieren una residencia en Benidorm, no en un pueblo de la sierra de Málaga".

En el caso de Iznájar, el servicio de asistencia a domicilio tiene más peso que el residencial. Impulsado por la Ley de Dependencia de 2007 y con "muy poquita gente trabajando para lo público con sueldos muy bajos", este sector daba trabajo a 33 residentes del pueblo en 2021, aunque el gerente afirma que ahora se superan los 40 empleados. Los motivos del aumento son: dar servicio a una población cada vez más envejecida, para que pueda permanecer en su domicilio el mayor tiempo posible, además de asistir a todos los núcleos de población diseminada del municipio y un "cambio en la cultura de los cuidados", que potencia la solicitud del servicio por parte de los mayores.

Pelea por salvar la residencia

En Arcos de Jalón, con 1.500 censados, un 8,4% se dedican al cuidado de mayores. 45 de esos empadronados trabajan en residencias, mientras que, todo según el INE, otros 6 lo hacen en servicios fuera de los alojamientos. Eso convierte al negocio de Sanz y Gisbert en una pieza clave de la comarca, pero ellos aseguran que son una rara avis que se resiste al sino de las zonas rurales. "Durante unos años nos unimos a un grupo importante del sector, pero la cosa no terminó de cuajar. Estos grupos al final buscan sobre todo números, pues su modelo es diferente y estos servicios rurales no funcionan con solo cifras, hay que entenderlos de otra forma", comenta Sanz.

Su centro, un edificio bastante grande en el centro de Arcos con espacio para hasta 145 residentes, da buena cuenta de las peleas por rentabilizar y salvar estos servicios. La residencia la construyó la Caja de Ahorros de Soria en los 80 y del servicio se encargó a una congregación religiosa. La fusión de cajas hizo que el edificio pasase de unas manos a otras hasta que llegó a una fundación de la Junta de Castilla y León, Fundos. Las religiosas dejaron el servicio y el testigo lo cogió la compañía multiservicio Clece, que se unió con la empresa de los actuales gerentes, los cuales tenían otra pequeña residencia en el pueblo. Clece acabó dejando también el lugar y Jalón Asistencial asumió todo el control.

La infraestructura actualmente está en venta, pero de momento Sanz y Gisbert no se han decidido a adquirirlo. "Es una inversión fuerte que siendo una empresa pequeña hay que pensar muy bien. Nosotros empezamos con un pequeño residencial a las afueras del pueblo y somos cautos. Nos gusta lo que hacemos y en casi 30 años creemos que el resultado ha sido bueno. Pero somos realistas, sabemos la situación de los pueblos y lo difícil que son los negocios", cuenta Sanz. "Además, las administraciones nacionales y regionales no suelen ponerlo fácil. Sin ir más lejos, el año que viene cambia la ley de las residencias, habrá que invertir más y veremos cómo podemos cuadrar las cuentas", añaden.

Para conseguir que su empresa siga funcionando, ellos tienen clara su estrategia, su servicio debe ir mucho más allá de un centro en el que un cliente paga para residir allí y recibir unos cuidados. "Somos un servicio integrado en el pueblo y ayudamos a las personas. Gente que además suele tener su familia lejos y que necesita de nosotros para todo tipo de quehaceres. Pero es que o lo ves así o no inviertes", comenta Gisbert. "Además, no nos sirven ni anuncios ni nada por el estilo, porque por aquí no pasa casi nadie. Intentamos ganarnos a la gente incluso antes de que necesiten vivir con nosotros. De ahí el servicio a domicilio, los taxis, o la asistencia que damos cuando uno de los residentes va al médico o se tiene que quedar en el hospital. Dar la idea de que somos de confianza y podemos ayudar".

placeholder Una de las trabajadoras del centro de mayores de Arcos de Jalón habla con residentes y familiares. (Jon Imanol Reino)
Una de las trabajadoras del centro de mayores de Arcos de Jalón habla con residentes y familiares. (Jon Imanol Reino)

Con ideas como evitar que los mayores salgan de su entorno vital, que tengan una vida más tranquila o que se encuentren en un lugar que les integre, el cuidado de mayores en el mundo rural completa su cartera de activos. Pero tampoco es todo perfecto. "Nosotros perdimos en 2022 unos 90.000 euros. Subió el coste de la luz y nos pegó un golpe tremendo. Eso también hay que contarlo porque es la realidad y te lleva a replantearte todo", comentan desde Arcos. "Pese a ello, intentamos mantener servicios por encima del mínimo, tenemos fisios, más enfermería de la que nos requiere la legislación, servicios más completos, ratios más bajas..."

Cuando hasta los mayores se marchan

Con una población envejecida, cualquiera podría imaginar que estos negocios son el futuro, pero sus gestores también puntualizan sobre esas teorías. La realidad es que en zonas despobladas, hasta los mayores se van y cada vez hay menos. "La realidad que vivimos aquí es la que es, cada vez somos menos. Arcos tenía hace nada 5.000 habitantes y ahora no superamos los 1.500. Eso también nos afecta a nosotros. Muchos mayores se van con sus familias o simplemente ya no están y eso te lleva a replantearte el futuro del negocio", comenta Sanz. "La compra del edificio es un ejemplo de esa reflexión que aparece al ver cómo pasan los años".

Es algo que apuntala el propio Ayuntamiento, con su alcalde Jesús Ángel Peregrina a la cabeza. "Los centros de mayores son importantes para municipios como este porque encima ofrecen trabajo femenino, que es clave para evitar la despoblación. Pero claro que sufren este problema como el resto", cuenta. Su municipio, el más extenso de Soria, cuenta con hasta 12 pedanías o barrios que en la mayoría no paran de perder vecinos. "Y eso que nuestro pueblo tiene escuela, instituto, centro de salud, centro cultural, la residencia... Mantenemos los servicios y eso nos ayuda a frenar el problema, pero cuesta mucho mantener a la gente y atraerla", añade.

placeholder Una de las habitaciones del centro de mayores de Arcos de Jalón. (Jon Imanol Reino)
Una de las habitaciones del centro de mayores de Arcos de Jalón. (Jon Imanol Reino)

En el centro de mayores es algo que ven claro a la hora de contratar. No solo es que falte mano de obra, es que les cuesta mucho más contratarla y ya incluso han tenido que acudir a intermediarios para que les consigan trabajadores por todo el mundo. "Para traer aquí un médico, por ejemplo, o una enfermera, tienes que ofrecer contratos mucho mejores que en un centro de mayores de una ciudad. Y ni así consigues que vengan. Nosotros tenemos ofertas que seguimos sin poder cubrir. Y eso que hemos llegado a ofrecer hasta coche de empresa para que puedan venir desde Soria, por ejemplo", cuentan. "Intentamos mostrar las bondades de trabajar aquí y de vivir en un pueblo con los sueldos que ofrecemos, pero es dificilísimo cubrir las plazas aunque quieras".

En Iznájar han conseguido que en torno a un 95% de la población empleada en los cuidados sea del propio municipio, potenciado en su mayoría por la "estabilidad laboral que ha proporcionado el sector en los últimos años". En su mayoría se trata de "mujeres de más de 35 años con hijos" que ven en la asistencia y los cuidados una forma de permanecer en la localidad con "un trabajo estable". Sin embargo, el gerente de esta residencia cordobesa sí que reconoce haber tenido problemas en los inicios para encontrar empleados locales, debido "al rápido desarrollo del sector" y de "la falta de profesionalización y de formación pública".

Ruiz hace hincapié además en otro aspecto fundamental para la supervivencia de estos servicios en el ámbito rural: la amplicación del número de plazas públicas. Para él, "es muy difícil pagar una cuota privada en una zona agraria donde la pensión de los residentes en ocasiones ronda los 700 euros" cuando las plazas suelen rondar los 1.200 euros.

Por ahora, mientras Sanz y Gisbert se debaten sobre el futuro de su empresa, en esta mañana de miércoles de julio un buen grupo de los mayores de la residencia Peña Rubia juega a los bolos. De ahí aparece Goya, una mujer de 91 años que lleva cinco en el centro. Saluda a los gerentes y les muestra su ventana. "Mirad qué bien la tengo, llena de flores", señala. Ella, con toda una vida residiendo en Arcos lo tiene claro, espera quedarse en la residencia hasta sus últimos días. "Un día me caí y me rompí unas costillas, así que les dije a mis hijas, no quiero ser una carga para vosotras, llamad a Javi y Mónica y me quedo con ellos".

A Aida el covid le dejó un brazo prácticamente inmóvil, pero dirige a sus huéspedes con el otro sin problemas. Lleva 25 años haciendo un trabajo similar en el mismo lugar, así que se conoce cada paso de memoria. "Esto no es nada, antes compaginaba este trabajo con otros dos porque necesitaba sacar adelante a mis 8 hijos", comenta. Esta ecuatoriana es una de las trabajadoras más veteranas del concurrido centro de mayores de Arcos de Jalón, un pequeño municipio del sur de Soria. Allí llegó desde su tierra natal con toda su prole y ya es una más en el pueblo. Un ejemplo casi perfecto de un fenómeno nacional que las localidades cuidan como oro en paño, sobre todo por casos como el suyo. Es el sueño de la España rural que sale adelante cuidando a sus mayores.

Soria
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