Arquitectura & Diseño [Interiores]

La casa de pescadores que John Le Carré transformó en su refugio literario

Por Elvira Sáez Saiz

El afamado autor británico encontró la inspiración en un rincón costero de Cornualles con vistas a las Islas Sorlingas. El escritor rehabilitó el interior de tres modestas viviendas colindantes para dar forma a una acogedora casa de campo en la que no faltan una envidiable biblioteca ni una piscina cubierta.

Situada entre Lamorna y St. Loy Cove y rodeada de varias hectáreas de verdes terrenos, Tregiffan Cottage era, originalmente, una propiedad con tres antiguas cabañas para pescadores que pertenecían a un granjero local. John Le Carré -cuyo nombre real era David Cornwell- se topó con ella en una de sus recurrentes visitas a Cornualles, donde vivía su amigo y artista John Miller, y quedó encandilado con sus privilegiadas vistas al mar.

En ese momento el autor ya había publicado tres obras entre las que se encontraba El espía que surgió del frío (1963), una de sus novelas más vendidas, y pudo adquirir la propiedad. En vez de tirar las cabañas y construir una casa de cero, decidió mantener el edificio y adaptarlo a las necesidades de su familia. Para conseguirlo, se llevó a cabo una importante transformación dando lugar a un hogar con un espacioso salón, comedor, cocina, cuatro dormitorios, cuatro baños, una biblioteca, piscina cubierta e, incluso, un ala independiente para los invitados con sala de estar, dormitorio y baño.

El estilo de las diferentes estancias es clásico y en la mayoría de ellas la madera tiene gran presencia, tanto en las paredes como en el mobiliario. El dormitorio principal se encuentra en la primera planta y uno de sus principales atractivos es un ventanal saledizo desde el que se puede observar el mar. Justo en el centro del mismo hay una mesa de madera con una silla en la que sentarse a disfrutar de las vistas. El techo es de cañón, dispone de baño en suite y suelo con moqueta de color azul.

La cocina también se sitúa en esta planta y cuenta con una pequeña isla central, un amplio comedor y acceso al jardín. Asimismo, la vivienda dispone de un porche totalmente acristalado con sofás y una mesa de centro que permite disfrutar del entorno en cualquier época del año. Otra de las estancias que destaca es la biblioteca, que se sitúa junto al salón y cuenta con amplias (y repletas) librerías de madera, así como altos techos con vigas en el mismo material. El suelo está decorado con varias alfombras estampadas en diferentes tonalidades que aportan elegancia.

Como era de esperar, el que fuera funcionario de los servicios secretos británicos también reservó un espacio de la casa para la creación de sus obras. Un anexo con cuarto de baño propio situado en el último piso de la vivienda, con muchas ventanas y un balcón con vistas al mar. El inspirador estudio vio nacer muchas de sus posteriores historias de espionaje, como El Topo, basada en su propia experiencia como agente de espionaje, que tuvo que abandonar cuando la Unión Soviética descubrió su identidad en 1964. Esto permitió que en los años posteriores pudiera dedicarse por completo a su carrera literaria y así lo hizo hasta el final de su vida.

Aparte de la vivienda principal, la propiedad también dispone de varias dependencias de madera que albergan una gran piscina cubierta con ventanales desde los que se ve el acantilado, una pequeña cocina y un baño. En el inmenso terreno que rodea la vivienda hay un huerto, varios invernaderos y acceso directo a un sendero por el que realizar caminatas junto a la costa.

Tras la muerte de Le Carré en 2020, sus hijos heredaron la propiedad -junto a otras que pertenecían al escritor- y decidieron ponerla a la venta hace unos meses. Fue valorada en 3 millones de euros y, como es posible comprobar en la inmobiliaria Savills, ha sido vendida recientemente.