Primero fue el arte el que trató de copiar a las máquinas
Por El Grito
La exposición Surrealismos. La era de la máquina se compone de más de 100 piezas, entre las que hay obras de Duchamp, Man Ray, Picabia y Stieglitz, autores que rompieron la tradición academicista y se adentraron en una nueva era de modernidad.
En 1915, Paul B. Haviland, fotógrafo y miembro influyente del grupo Photo-Secession de Nueva York, proclamaba en la revista 291 "vivimos en la era de la máquina”. Más de un siglo después, sus palabras cobran un significado aún más profundo en una sociedad donde la tecnología define nuestras vidas. La exposición Surrealismos. La era de la máquina nos transporta a los albores del siglo XX, una época marcada por la devastación tras la Primera Guerra Mundial.
En el centenario del primer Manifiesto del surrealismo de André Breton (Manifeste du surréalisme, 1924), la Fundación Canal acoge esta exposición, que desvela la influencia que la máquina ejerció sobre el movimiento Dadá y el surrealismo, hasta ahora poco explorada.
En el contexto de los enormes cambios sociales y culturales acaecidos tras la Gran Guerra, surgieron movimientos artísticos como el dadaísmo, que desafiaban las corrientes anteriores y buscaban nuevas expresiones acordes con una sociedad moderna impulsada por la ciencia, la industria y la tecnología. Los dadaístas crearon obras que fusionaban elementos de maquinaria, materiales industriales y fragmentos, creando collages abstractos que simbolizaban la sociedad fracturada de la época.
La cámara fotográfica y la fotografía misma comenzaron a ser reconocidas como medios de expresión artística, gracias al trabajo del visionario Alfred Stieglitz, quien también introdujo la vanguardia en Estados Unidos a través del grupo PhotoSecession, las galerías The Little Galleries y 291, y la revista Camera Work. Estas iniciativas sentaron las bases del arte estadounidense y su identidad única.
En ese momento, el arte miraba hacia una América industrializada y efervescente. El encuentro de artistas rebeldes refugiados en Nueva York a raíz de la guerra, como Marcel Duchamp o Francis Picabia, a los que se les une Man Ray de origen americano, configura el nacimiento del movimiento Dadá antes de que surja en Europa. El objeto industrial seriado, fruto de la máquina, aparece por vez primera en la historia del arte, para quedarse definitivamente.
El afianzamiento de las nuevas conquistas científicas y técnicas, los aparatos de laboratorio, los motores de automóviles, la optometría, las matemáticas, los aeroplanos, barómetros y otros instrumentos constituye un momento histórico que marcará para siempre la obra posterior de estos artistas que evolucionaran hacia el surrealismo.
Precisamente, será Dalí quien más adelante y dentro del surrealismo aportará el concepto del arte como “máquina del pensamiento”, una ventana abierta a un mundo onírico, al inconsciente, a lo irracional y a lo artificial.
Las tuercas que hacen funcionar al mundo
Pilar Parcerisas, comisaria de la muestra, destaca que "el surrealismo descubre el cuerpo como máquina, que elabora sueños, que genera el deseo erótico y desvela la fuerza del inconsciente y la irracionalidad como fuerza creativa".
Surrealismos. La era de la máquina se centra en estas cuatro figuras clave que representan el diálogo entre el surrealismo y la máquina: Alfred Stieglitz, Francis Picabia, Man Ray y Marcel Duchamp. Estos artistas reflejan la transformación de la sociedad moderna al transgredir los límites del arte tradicional y experimentar con la tecnología de su tiempo.
La exposición contiene más de 100 obras de diversas colecciones nacionales e internacionales. Obras que abarcan una amplia gama de técnicas y prácticas surrealistas, incluyendo fotografía, pintura, escultura, grabados, dibujos, revistas, 3 catálogos, libros y objetos ready-made, complementadas con tres audiovisuales.
El recorrido -que se divide en cuatro secciones temáticas: El nuevo mundo y la "fotografía pura"; Del desnudo artístico al cuerpo como máquina; De la abstracción a la máquina; y Eros y máquinas- y las obras seleccionadas testimonian la explosión creativa que marcó el inicio del siglo XX en Nueva York y que sigue siendo uno de los períodos más fascinantes en la historia del arte.