Actualidad

Qué hace Cattelan representando al Vaticano y otros disparates de la Santa Sede en la próxima Bienal de Venecia

Por Marta de Orbe

‘La Nona Ora’, Maurizio Cattelan

El autor de La Nona Ora, la controvertida escultura de Juan Pablo II derribado por un meteorito, será el principal artista del pabellón. El cardenal Tolentino, ministro de Educación y Cultura del Vaticano, argumentó esta decisión con un verso de Adilia Lopes “el iconoclasta reconstruye el icono”.

E n 1956 Francis Bacon recuperó una iconografía apenas utilizada en el arte contemporáneo, la del retrato papal, y con ella creó una de sus obras maestras, Estudio del retrato del Papa Inocencio X de Velázquez, en la que retrataba a un pontífice de la iglesia como nunca antes nadie se hubiese atrevido a hacerlo. Ni a la institución ni a sus acólitos les gustó demasiado esta nueva forma de aproximarse a la figura papal y no titubearon en tildar a Bacon de agitador, trastornado y mediocre, creando un considerable distanciamiento entre el arte contemporáneo y la Iglesia en general, y el Vaticano en particular.

Medio siglo después, en el año 2000, el artista italiano Maurizio Cattelan, que ya convulsionaba el mundo del arte con piezas como Novencento, 1997, una instalación en la que un caballo disecado colgaba de una cúpula barroca, presentó La Nona Ora en la Royal Academy de Londres. Una obra en la que una figura del Papa Juan Pablo II cae abatida por un meteorito, mientras el pontífice se aferra al báculo de la Cruz. Su título, la Novena Hora, hace alusión a las tres de la tarde, hora en la que, según la Biblia, Jesús declaró su célebre “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” La polémica estaba de nuevo servida y el estrellato a la fama de Cattelan asegurado.

La obra fue censurada por el Vaticano cuando fue expuesta en Polonia (país natal de aquel Santo Padre), sufrió numerosos actos vandálicos y la comunidad católica la definió como sacrílega. Ahora el ministerio de Cultura y Educación de la Santa Sede define el trabajo de Cattelan como simplemente satírico.

Algo ha cambiado, y no ha sido el estilo de Cattelan, que ha seguido produciendo obras tan irreverentes y controvertidas como Him, 2001, un Hitler de rodillas en oración; Omnia Munda Mundis, 2010, la inmensa escultura de un puño con “el dedo palabrota” frente al Palacio de la Bolsa de Milán; o América 2016 Gold, 2016, un retrete de oro instalado en los baños públicos del Guggenheim de Nueva York. Además, el artista tampoco ha dejado de hacer referencias irreverentes a la fe católica en obras como su Mujer Crucificada. Sin Título, 2007. Y, sin embargo, este año será el protagonista indiscutible del pabellón de la Santa Sede en la Bienal de Venecia, lo que nos lleva a deducir que, si Cattelan no ha cambiado, ¿el cambio está en la Casa Pontificia?

‘Novencento’, 1997, Maurizio Cattelan
‘Mujer Crucificada’, Maurizio Cattelan

Pues parece que sí, ya que como afirmó el Cardenal José Tolentino, ministro de Cultura y Educación del Vaticano, “esta elección puede parecer radical, pero en realidad es una vía para redefinir la visión de lo sagrado a través del diálogo de la Iglesia con el arte contemporáneo”. Y para empezar con ese diálogo, Cattelan ha propuesto una escultura sobre la paternidad que promete, una vez más, causar sensación y controversia a partes iguales y que estará ubicada en la fachada de la capilla del singular edificio que han elegido como pabellón.

Otra audacia creativa de la Santa Sede, que no ha querido optar por las naves Giardini, ni por los Palacios Venecianos, ni las Escuelas Grandi, ni siquiera por alguna de las iglesias desconsagradas de la capital del Véneto, que suelen ser sedes de los distintos pabellones de la Bienal, el Clero ha preferido una cárcel. En concreto, la Casa de Detención femenina de la Isla de la Giudecca, una cárcel (en activo) en la que sus presas, o al menos 80 de ellas, han sido partícipes de las creaciones artísticas realizadas ex profeso para el Vaticano. Según, Tolentino, la elección de esta insólita sede “atiende a las enseñanzas del Evangelio sobre el cuidado de los hambrientos, así como a los llamamientos del Papa Francisco a tener empatía por los encarcelados”, y quizás también a no pasar desapercibidos en esta Bienal.

El primer Papa en acudir a la Bienal de Venecia

El proyecto encabezado por Cattelan creará una instalación al aire libre en los terrenos de la prisión. Además, contará con las obras de otros destacados artistas que presentarán sus propuestas bajo el paraguas del título del pabellón, dado por el Vaticano, With my eyes.

Otra indicación dada por la Santa Sede a estos artistas ha sido la invitación a que 80 de las presas recluidas en Giudecca colaborasen, de alguna manera, en la creación de esas piezas. Algunas de ellas actuarán incluso en la video instalación de 12 minutos de Zoe Saldaña y Marco Perego, las fotografías de la infancia de otras tantas serán el material para la obra de Claire Tabouret y la instalación de la artista libanesa-estadounidense Simone Fattal utilizará sus poemas.

Pero toda esta disruptiva y bien publicitada intervención de la Iglesia no es algo casual, ni una locura transitoria del Cardenal Tolentino, convertido ya en una auténtica celebridad del Art System. Esta irrupción del Vaticano, como promotor y mecenas del arte más vanguardista y atrevido, es el intento de llevar a la práctica las palabras que pronunció en su Discurso a los Artistas Francisco I, un Papa igual o incluso más controvertido que el propio Cattelan. Se celebró el pasado 23 de junio, en la Capilla Sixtina y allí, Su Santidad, invitó a la comunidad artística a no olvidar a los desfavorecidos, que no tienen voz para hacerse oír y, por ello, les invitó a "hacerse intérpretes de su grito silencioso".

‘Estudio del retrato del Papa Inocencio X de Velázquez’, Francis Bacon

Aquellas palabras se las tomó muy en serio el cardenal Tolentino que, en apenas seis meses, presentó With my eyes, un proyecto que pretende fusionar arte y espiritualidad poniendo el foco en la empatía y la reintegración social a través de la colaboración de los reclusos. "Cuando le mostré al Papa Francisco el proyecto del pabellón de la Santa Sede para la próxima Bienal de Arte de Venecia, me respondió: Yo también lo veré con mis propios ojos", ha comentado el propio Tolentino. Y así lo hará, ya que la Bienal de Venecia espera recibir, por primera vez en sus 130 años de historia, la visita de un sumo pontífice, el próximo 28 de abril.

Su recorrido por el pabellón será guiado, como el del resto de visitantes, por las reclusas del centro, no por los comisarios de la exposición. Y también el Papa, como el resto de visitantes, tendrá que dejar su teléfono móvil a la entrada para poder acceder a la exposición. Una medida justificada para que se disfrute realmente “con los ojos” de los visitantes y no a través de las pantallas de sus smartphones, aunque quizás tenga más que ver con que, al fin al cabo, están entrando en un recinto penitenciario en funcionamiento con todo lo que eso conlleva.

Sea como fuere parece que la Santa Sede tiene “atado y bien atado” su aterrizaje en la esfera del arte contemporáneo actual, solo queda esperar a que el próximo 20 de abril la Bienal abra sus puertas y podamos ver, con nuestros propios ojos, qué tal funciona este nuevo binomio Iglesia/Modernidad.

Tags
Arte