Arquitectura & Diseño

Un arquitecto español gana The Daylight Award por su capacidad de evocar “las cualidades espirituales de la luz”

Por Ana Mª Nimo

‘A Beggar and a Generous Elegant Man’, 1906, Frank Kafka

Alberto Campo Baeza ha sido premiado con este galardón internacional que reconoce y fomenta el conocimiento científico, además de la aplicación práctica de la luz natural

The Daylight Award pretende fomentar una comprensión holística de la importancia de la luz natural en la investigación y en la práctica. Cada dos años, las fundaciones filantrópicas Villum Fonden, Velux Fonden y Velux Stiftung distinguen con este premio a un investigador y a un arquitecto. En esta ocasión, el galardón ha recaído en el español Alberto Campo Baeza (Valladolid, 1976). El jurado, presidido por el arquitecto finlandés Juhani Pallasmaa, ha destacado que “sus edificios ejemplifican las cualidades espirituales de la luz natural y amplían así la compresión de los valores de la luz natural más allá del alcance actual de la ciencia”.

En La idea construida, publicado en 1996, Campo Baeza resume su visión de los fundamentos de la Arquitectura y se refiere a la luz como “la única que de verdad es capaz de vencer, de convencer a la gravedad”: “Y así, cuando el arquitecto le pone las trampas adecuadas al sol, a la luz, esta, perforando el espacio conformado por estructuras que, más o menos pesantes, necesitan estar ligadas al suelo para transmitir la primitiva fuerza de la gravedad, rompe el hechizo y hace flotar, levitar, volar ese espacio”.

Alberto Campo Baeza, The Daylight Award
Pabellón Robert Olnick, Nueva York. Alberto Campo Baeza
Foto: Javier Callejas

El arquitecto -y por momentos escritor- asegura que “Santa Sofía, el Panteón o Ronchamp, son pruebas tangibles de esta portentosa realidad” como también -cabría añadir- lo son obras firmadas por él mismo como el Pabellón Robert Olnick del Museo MagaZZino de Nueva York. Se trata de un edificio rectangular construido con hormigón armado que fue inaugurado el año pasado con el propósito de dar cobijo a la colección de cristal de Murano de la institución. El área de exposición principal, es un espacio blanco, cúbico e isotrópico que, como ocurre en todos sus proyectos, busca canalizar y sobredimensionar la luz a través de la aparente sencillez de sus formas. Sus edificios, blancos en su mayoría, huyen de los artificios y se sustentan en estructuras limpias y rotundas de grandes dimensiones que parecen ceder todo el protagonismo a la luminosidad que los envuelve y los inunda, otorgándole cualidades casi tangibles.

Esto también se aprecia en sus trabajos residenciales siendo La Casa del Infinito, en Zahara de los Atunes, una de sus obras más reconocidas. Su diseño surgió de la idea de que fuera una suerte de “muelle frente al mar” y que diera la sensación de perderse en él, y a la vez un anfiteatro, construido en travertino romano -en honor de los antiguos pobladores de la zona- en el que cada día se representase el mismo espectáculo: el del sol que sale y se pone de forma inexorable.

Pabellón Robert Olnick, Nueva York. Alberto Campo Baeza
Foto: Javier Callejas, William Mulvihill, Marco Anelli
Casa del Infinito, Cádiz. Alberto Campo Baeza
Foto: Javier Callejas
Casa del Infinito, Cádiz. Alberto Campo Baeza
Foto: Javier Callejas
Guardería Benetton, Treviso. Alberto Campo Baeza
Foto: Hisao Suzuki, Marco Zanta
Pabellón polideportivo de la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid. Alberto Campo Baeza
Foto: Javier Callejas
Pabellón polideportivo de la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid.
Alberto Campo Baeza
Foto: Javier Callejas
Pabellón polideportivo de la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid.
Alberto Campo Baeza
Foto: Hisao Suzuki, Fernando Alda, Duccio Malagamba, Alberto Piovano, Roland Halbe

Lo cierto es que su impronta es fácilmente reconocible en cualquiera de sus proyectos desde la Guardería Benetton, en Treviso (Italia), hasta el polideportivo de la Universidad Francisco de Vitoria, en Pozuelo de Alarcón o la Caja de Ahorros Caja Granada.

Campo Baeza lleva más de 30 años compartiendo su saber en universidades -ha impartido clases en la ETH de Zúrich, en la Universidad de Pennsylvania en Filadelfia y en la CUA University de Washington, entre otros- y conferencias, y este reciente galardón se suma a una larga lista en la que figuran desde el Premio Nacional de Arquitectura Española hasta la Heinrich Tessenow Gold Medal de la Tessenow Society, Hamburgo.

A pesar de haber nacido en Valladolid, Campo Baeza se crió en Cádiz donde le embriagó la luz del Atlántico, por eso, su propósito ha sido siempre iluminar con ella al mundo: “Tenemos el regalo los arquitectos de tener la labor más hermosa del mundo. Soñamos y podemos, si queremos, construir nuestros sueños, hacer que nuestros sueños sean realidad, construir los sueños para hacer felices a los demás, hacer un mundo mucho más feliz”.