Arquitectura & Diseño

El Tetris urbanístico para acabar la Sagrada Familia: entre el centenario de Gaudí y las quejas de los vecinos

Por Romina Vallés. Barcelona

Antonio Suárez. 'Pintura', 1957

Su última fachada por construir contempla una escalinata que supondría la demolición de dos islas de edificios colindantes. Presionado por los vecinos, el Ayuntamiento de Barcelona se halla en la tesitura de encontrar una solución urbanística a gusto de todos.

Caminando desde el mar, se vislumbra, regia y pintoresca, la reina de la arquitectura barcelonesa de todos los tiempos. Dos manzanas antes de llegar al monumento, una gran plaza y una escalinata flotante, se desparraman entre el mosaico ortogonal de Ildefons Cerdà para que los visitantes puedan contemplar, en todo su esplendor, la fachada principal de la Sagrada Familia: el Portal de la Gloria. Esta imagen, que debería ser la definitiva del templo, depende ahora de una (polémica) solución urbanística que enfrenta a los vecinos afectados por esta escalinata y a los constructores, con el arbitraje del ayuntamiento de por medio.

La construcción de la plaza y la escalinata supondría el derribo de dos islas de edificios, desde la calle Mallorca hasta la calle Aragó, pasando por la calle València, unas 3000 viviendas habitadas por 10000 vecinos, y 50 locales comerciales. La escalinata se elevaría por encima del tráfico y sortearía el desnivel de cuatro metros que existe desde la manzana superior hasta la inferior.

Así se accedería a la entrada principal de la Sagrada Familia, aunque ahora todo el mundo piense que es la que está abierta actualmente, en la fachada del Nacimiento de la calle Marina, en uno de los laterales.

El Plan General Metropolitano, de 1976 (PGM), de acuerdo con el proyecto de Antoni Gaudí, reservó como transformación en zona verde la parte central de esas dos manzanas, de unos sesenta metros de ancho, para que ya desde la Avenida Diagonal se pudiese acceder a la entrada del templo. Según los afectados sin embargo, esta proyección no sería la original de Gaudí, sino una idea a posteriori de la Junta Constructora de la Sagrada Familia. El pasado mes de marzo, la Junta puso fecha a la finalización de las obras, el año 2034, y ahora los vecinos han decidido dar un paso al frente ante el nuevo consistorio exigiéndoles un cara a cara para que interceda de una vez por todas entre ellos y el templo.

Fachada de la Sagrada Familia © sagradafamilia.org

El negocio inmobiliario que pasó por encima de un plan urbanístico

Pregunta de cajón: ¿por qué se construyeron viviendas en una zona donde ya estaba previsto inicialmente seguir expandiendo la Sagrada Familia? El PGM del 76, que asumió parte del proyecto de Gaudí, no impidió al ayuntamiento aún franquista de Joaquín Viola autorizar la construcción de 99 viviendas y otros tantos locales comerciales, despachos y cuatro plantas de ‘parking’ a la promotora Núñez y Navarro con un derecho de suelo de 50 años.

La decisión se tomó teniendo en cuenta la lenta progresión en la construcción del edificio, prevista para más allá del siglo XX. Sin embargo, con la popularización de Barcelona tras los Juegos Olímpicos del 92, los ingresos del monumento se dispararon y las obras se aceleraron, ya que estas se financian exclusivamente con el dinero obtenido de múltiples y cuantiosas donaciones privadas y, desde hace años, con el beneficio de las entradas.

Está previsto terminar la construcción vertical de la Sagrada Familia en 2026, coincidiendo con el centenario de la muerte de Antoni Gaudí

Tras el encuentro entre los afectados y el consistorio, celebrado el pasado jueves 23 de mayo, se presenta un reto para el ayuntamiento de Collboni: según la teniente de alcalde de Urbanismo, Laia Bonet, si miran de frente ahora a una cuestión tan peliaguda como la de la escalinata de la Sagrada Familia es porque está previsto terminar su construcción vertical en 2026, coincidiendo con el centenario de la muerte de Antoni Gaudí: “Hoy sabemos el calendario y necesitamos acabar con una situación de provisionalidad que existe desde 1976 y que tiene costes y afectación en vecinos”. El consistorio no desvela si es partidario de la escalinata o no, o de su tamaño y, por tanto, de la modificación concreta de las calles aledañas al monumento.

Retrato de Antoni Gaudí (1878)

Lo que sí es un hecho es que el Ayuntamiento desea “cerrar en 2027, como máximo, una modificación del PGM y que los gastos de la operación corran a cargo del templo”, nos explicaba Gabriel Mercadal, representante de la Asociación de vecinos de la Sagrada Familia, minutos después de salir del encuentro desde un taxi, camino de la primera entrevista para BTV, la televisión de la ciudad. Desde la Junta Constructora de la Sagrada Familia, señalan que “como depositarios de la obra de Gaudí, tenemos el compromiso de hacer posible el conjunto del proyecto pensado por él en su totalidad”, pero añaden que debe acabarse con base en un acuerdo con el Ayuntamiento y “encontrando soluciones justas para todos”.

Durante el mandato de la anterior alcaldesa, Ada Colau, ya hubo un encuentro por la polémica escalinata. Entonces, la propuesta urbanística que nunca llegó a hacerse oficial, pasaba por que el puente alcanzase solo la primera manzana (entre las calles Mallorca y València), que el paseo de entrada al templo tuviese 40 metros de anchura (en lugar de 60) y reducir a unos 200 el número de vecinos desplazados, que podrían trasladarse a la manzana contigua, entre las calles Marina y Lepant.

La fachada de la Gloria: dos espacios divididos y seis sepulturas

Quien haya visitado la Sagrada Familia habrá, quizás, pasado por alto el muro de hormigón que se eleva, como la nota discordante del monumento, por encima de una de sus fachadas. Está en la acera en la que nadie se detiene, porque lo más bonito está al girar la esquina. Pero si nos detenemos un momento y alzamos la vista, veremos que la futura puerta principal ya está ahí: la preside un padrenuestro de Josep Maria Subirachs, cuya obra también está presente en la fachada de la Pasión y en un par de esculturas más en el interior del templo.

© sagradafamilia.org

La futura puerta principal ya está ahí: la preside un padrenuestro de Josep Maria Subirachs 

Si hemos tenido que levantar la vista para verla es porque la puerta está elevada, concretamente a cinco metros de altura. Este último detalle, unido a que la Comisión Teológica de la Sagrada Familia de Barcelona ya entregó el año pasado al Vaticano el proyecto de fachada de la Gloria para certificar que su interpretación teológica es correcta, demuestran que la construcción avanza de acuerdo con la escalinata que ha de brotar sobre la calle Mallorca.

Si la modificación urbanística no lo altera, el puente dividirá la fachada simbólicamente en dos partes. Por debajo, para viandantes y conductores, estará representado escultoricamente el infierno. Por encima, habrá una capilla a cada lado de la fachada de la Gloria con espacio para seis sepulturas reservadas a personalidades, aún por decidir. En la fachada se verán escenas de júbilo con figuras de distintos oficios y el cielo, con 36 santos. Delante del Baptisterio y de la capilla de la Penitencia y el Sacramento habrá un surtidor y un pebetero, símbolos de la vida eterna y del fuego que purifica.