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35 años de la instantánea de Tiananmén: “Se respiraba una mezcla de emoción y miedo”

Por Sofía Guardiola

El hombre del tanque’ (‘Tank Man’). Beijing in 1989. © Stuart Franklin | Magnum Photos

A 35 años de la represión de las protestas chinas en la Plaza de Tiananmén, analizamos la icónica foto del hombre solitario frente a la fila de tanques que no hizo un fotógrafo, sino cuatro: Charlie Cole, Jeff Widener, Arthur Tsang y Franklin Stuart.

Hace pocos días, en la red social Instagram se viralizó una imagen. Como protesta contra los bombardeos de Rafah, millones de usuarios compartieron una fotografía, generada con inteligencia artificial, que representaba una vista aérea de un campo de refugiados recién atacado.

El hecho resulta sorprendente –incluso en pleno auge del uso de las imágenes generadas por IA–. Hoy en día, cualquiera puede tomar fotografías con su teléfono móvil y compartirlas, en pocos segundos, con todo el mundo. Entonces, ¿por qué la imagen que se hizo viral fue una ilustración? ¿Es que incluso hoy, estando continuamente expuestos a imágenes, muchas de ellas explícitas y violentas, nos sigue costando situarnos frente a las imágenes reales de los conflictos armados que ocurren lejos de nosotros, en otros rincones del mundo?

Este tipo de fotografía, que nació en la Guerra de Crimea (1853-1856) y se popularizó en la de Secesión estadounidense, sustituyó a los cuadros y grabados de batallas que se habían hecho hasta el momento, con intenciones propagandísticas. Son las instantáneas que han forjado el imaginario popular de los conflictos armados del último siglo: la niña del napalm de Nick Ut, el miliciano moribundo de Gerda Taro o el alzamiento de la bandera estadounidense en Iwo Jima capturado por Joe Rosenthal, entre otras.

'Muerte de un miliciano', Robert Capa
‘La niña del napalm’, Nick Ut
‘Alzando la bandera en Iwo Jima’, Joe Rosenthalv

Una de las primeras imágenes de conflictos políticos tomada en color que aparece en nuestra mente es aquella en la que un hombre, que al parecer volvía de hacer la compra con una bolsa colgada del brazo, se detiene, impasible, antes una hilera de tanques en la plaza china de Tiananmén.

Lo que muchos no saben es que no existe una sola toma de este momento histórico, sino que fueron cuatro los fotógrafos que la capturaron, puesto que podía presenciarse desde las habitaciones del hotel en que se encontraba alojada la prensa internacional. Charlie Cole, Jeff Widener, Arthur Tsang y Franklin Stuart fueron los cuatro fotoperiodistas que inmortalizaron el momento. Hemos charlado con el último de ellos sobre este momento histórico y sobre lo que busca un fotógrafo a la hora de cubrir un evento de este tipo, así como, en términos más generales, sobre su carrera artística.

Lo que nos hace desear mirar hacia otro lado

Aunque le hacemos algunas preguntas previas, lo que más nos interesa saber es cómo maneja un fotógrafo sus propios sentimientos ante este tipo de trabajos. “Yo me siento implicado emocionalmente cuando fotografío guerras u otros conflictos”, contesta sin dudarlo. “Sin embargo, lo que intento hacer para lidiar con ello es enfocarme en lo importante: reflejar la realidad de esas personas, lo que están experimentando en ese momento”.

“Cuando estuve en la Plaza de Tiananmén sentía mucha incertidumbre”, continúa. “Siempre que estás viviendo algo de última actualidad te preguntas qué es lo siguiente que va a pasar. Aquel día, en el ambiente se respiraba una mezcla de emoción con miedo y preocupación. Eso es lo que despertó en la población el alzamiento y la posterior represión”.

El pasado 4 de junio se cumplieron 35 años de este suceso. Las protestas en la República Popular China se llevaban sucediendo desde abril de 1989, pero fue con la llegada del mes de junio cuando el gobierno aplastó este movimiento, que había aglutinado a distintos grupos de manifestantes, desde intelectuales que luchaban contra la represión hasta obreros que criticaban las medidas económicas del país, aunque fueron los estudiantes quienes lideraron las protestas.

© Stuart Franklin
Brazil. Amazonia. 1999. The Kapok or silk cotton tree Ceiba pentandra) - the tallest tree in the Amazon growing over seventy metres with large buttress roots. © Stuart Franklin
Romania. 2022. Suget. Refugees fleeing the war in Ukraine and crossing the Romanian border. © Stuart Franklin

Desde entonces, Stuart Franklin ha seguido cubriendo conflictos, como la reciente guerra entre Rusia y Ucrania, aún activa, y se ha mantenido firme en el que cree que es el papel del fotógrafo en las guerras: el de narrar, mostrar lo que está pasando, ofrecer una visión a aquellos que se encuentran lejos del lugar de los hechos. Esto es, también, lo que pudo hacer recientemente en su serie sobre el covid que, en sus propias palabras, es uno de los trabajos propios que más interesantes encuentra. “Tuve la oportunidad de mostrar a los lectores de la prensa algo que no se conocía hasta el momento, de lo que la gente no había visto imágenes”, explica sobre sus fotografías, tomadas durante los días de confinamiento, en un hospital londinense.

Está claro –y la anécdota de la imagen del campo de refugiados compartida con inteligencia artificial es prueba de ello– que este tipo de imágenes nos siguen impactando e incomodando, pero a su vez ello demuestra que cumplen la labor que Franklin cree que debe desempeñar un fotoperiodista: la de reflejar no solo lo que está ocurriendo, sino el sentir de las personas ante lo que están sufriendo, que es precisamente lo que más nos interpela, y lo que nos hace desear mirar hacia otro lado.

Sin embargo, el trabajo del fotógrafo británico no trata únicamente sobre tragedias y conflictos: también la naturaleza está muy presente en él, como si su obra mostrase las dos caras de la realidad: la dolorosa y la más amable. “La naturaleza me inspira en todos los sentidos, tanto en mi trabajo como en mi vida diaria. Ahora estoy con un nuevo fotolito que trata, como otros que he elaborado ya, sobre los árboles. Me hace feliz seguir trabajando en ello”, asegura Franklin, que quizá encuentre en su acercamiento a la madera nudosa de los troncos y la belleza de los bosques cubiertos de niebla un bálsamo necesario para seguir mostrando el conflicto, la realidad que el resto preferiría no ver y que a él le afecta también de un modo muy personal.