Exposiciones

Tras los pasos de Walter Benjamin

Por Pilar Gómez Rodríguez

Gonzalo Elvira, El ángel, 2022. Cortesía del artista. © de la obra, Gonzalo Elvira, 2024. Fotografía: Dani Rovira

Coinciden en el tiempo dos exposiciones que recrean la estancia del filósofo alemán en Ibiza: la de las fotografías de Cecilia Orueta en el Goethe-Institut, de Madrid; y la de Gonzalo Elvira en Es Baluard, de Palma de Mallorca. En ambas los libros reales o imaginarios tienen un papel protagonista.

A veces haces las fotografías que tú te imaginas”, afirma Cecilia Orueta. Si tienen algo mágico —y Orueta así lo cree— van por ahí los hilos (mejor que los tiros). Hay muchos hilos que se cruzan entre las suyas, que hasta primeros de octubre se exponen en el Goethe-Institut de Madrid, además de en los trabajos de Gonzalo Elvira que se pueden ver en una muestra recién inaugurada en Es Baluard Museu de Palma de Mallorca.

La primera exposición se titula Ibiza. La isla perdida de Walter Benjamin e inicia un eje temático dedicado a los caminos de la memoria, a las memorias. La segunda, titulada Serie ibicenca, da nuevas oportunidades al pasado mediante objetos y situaciones que pudieron ser y no fueron. La primera exposición no es una exposición, en realidad, nació libro, un trabajo exquisito publicado por Eolas ediciones. La segunda imagina nuevos libros de autores muertos. Todo este torbellino tiene a la figura de Walter Benjamin y a la geografía de Ibiza en su origen y vamos a explicarlo.

Pero quizá sean necesarias unas palabras preliminares sobre Walter Benjamin, una figura imprescindible en el siglo XX en diversos campos: la filosofía, la crítica literaria y de la cultura, la traducción, el arte... Benjamin escribió memorables páginas de ensayo sobre todo lo anterior. Fue importante porque vivió en un tiempo convulso del que consiguió distanciarse para así observarlo mejor, con mayor precisión. Fue testigo de que el mundo —un mundo— se acababa y lo sabía. Si algunas personas, encorvadas, parecen llevar el peso del pasado sobre sus espaldas, Benjamin llevaba el del futuro que adivinaba. Y no le gustaba. Fue un hombre preocupado, atribulado, que vivió una guerra mundial, escapó de la segunda, pero murió in itinere. Hizo lo más difícil, pasar la frontera a pie desde Francia, pero llegó a Portbou y se suicidó por cansancio, por hastío, porque sí, porque sentía que ya había dicho o escrito todo lo que tenía que decir y porque nadie lo esperaba.

Gonzalo Elvira, Ibiza, 2023. Cortesía del artista. © de la obra, Gonzalo Elvira, 2024. Fotografía: Dani Rovira

El memorial que Dani Karavan le dedicó en las cercanías del cementerio de esa localidad gerundense, donde está enterrado, es uno de los más perfectos. Se titula Pasajes, una palabra clave en la obra de Benjamin, y nadie que descienda por los escalones estrechos de ese túnel que acaba en el infinito, en el mar, puede evitar recordar con estremecimiento.

“El libro estuvo guardado en la mesilla mucho tiempo y al final asomó. Y cuando leí Las cartas de la época de Ibiza, de Benjamin, aquellos textos me sugerían una serie de imágenes. Ese es el embrión de este trabajo. Empecé a imaginar una serie de imágenes y, con esas ideas, con esa Ibiza, digamos, imaginada, me fui a la isla”, explica la fotógrafa Cecilia Orueta. Solo había que encontrarlas. Solo.

Las circunstancias eran propicias. La pandemia había actuado como un pequeño fin del mundo y todo había sido trastocado: menos gente, más naturaleza y unos caminos que Orueta no había transitado. “He trabajado como restauradora en algunas iglesias de Ibiza y tengo relación con la isla, es decir, el territorio me resultaba relativamente familiar. Pero la lectura de las cartas de Benjamin me permitió descubrir una Ibiza que yo no conocía: zonas menos transitadas, bosques del interior…”. Todo tras los pasos y las líneas de un escritor que tuvo en Ibiza dos estancias en los años 1932 y 1933. Fueron meses clave para él y años decisivos en el devenir de Europa.

Benimussa, Sant Josep © Cecilia Orueta

Un encuentro imaginario

“Las autoridades españolas del nuevo régimen de Franco —sí, de aquel mismo general con el que pudo haberse cruzado en San Antonio el día 6 de mayo de 1933— le exigieron el visado francés de salida y […]”. La frase se encuentra en las páginas finales del ensayo Experiencia y pobreza. Walter Benjamin en Ibiza, del poeta Vicente Valero.

Pero lo que importa no es la frase, sino la acotación, ese encuentro sugerido quedó resonando en la cabeza del artista argentino Gonzalo Elvira. “Yo había leído algunos textos de Benjamin y en un momento, en 2017, Manolo Laguillo me habla de ese libro y me dice ‘tienes que leerlo que te va a interesar’. Justo lo habían reeditado en Periférica y, bueno, lo leí y dejé apuntado un hecho que me había llamado la atención: el encuentro entre Franco y Benjamin como una posibilidad espacio-tiempo ese 6 de mayo de 1933... Pensé que podía ser una animación. La idea quedó ahí guardada hasta que llegó la invitación para el proyecto en Es Baluard y dije, bueno, es un momento para retomar esta etapa ibicenca de Benjamin”. Esa fantasía se convirtió, pues, en la obra primigenia de la muestra que se acaba de inaugurar en el museo palmesano.

Está hecha dibujo a dibujo y son “400 más o menos”, explica Gonzalo Elvira. En ellos aparece el filósofo leyendo debajo de una higuera y Franco pasa por delante, se detiene… “Benjamin, como escribe Vicente Valero, igual podría estar con Viaje al fin de la noche de Celine, que resulta que lo leyó ahí, en Ibiza y Franco pasa, se detiene unos segundos, sale de la escena y recién en ese momento Benjamin levanta la cabeza”. Es justo mencionar a Pepón Meneses, que “me ha ayudado a hacer el montaje de la animación” y a Juliane Heinemann, encargada de la música. Un elemento importantísimo. “Ha utilizado una canción tradicional alemana, Die Gedanken sin frei, que dice que ya te pueden apresar, encerrar…, los pensamientos siempre son libres. Una canción llena de simbolismo utilizada en su momento por la Rosa Blanca, el grupo estudiantil de resistencia antinazi…”, explica Gonzalo Elvira.

Gonnzalo Elvira, Belleza y serenidad, 2022. Cortesía del artista. © de la obra, Gonzalo Elvira, 2024. Fotografía: Dani Rovira
Gonzalo Elvira, El concepto de constelación, 2023. Cortesía del artista. © de la obra, Gonzalo Elvira, 2024. Fotografía: Dani Rovira
Gonzalo Elvira, Historia de amor en tres etapas, 2023. Cortesía del artista. © de la obra, Gonzalo Elvira, 2024. Fotografía: Dani Rovira

El otro blanco de Ibiza

La muestra del Goethe-Institut es una pequeña cata del libro de fotografía de Cecilia Orueta en Eolas y de él recibe el nombre. Su trabajo tiene que ver siempre mucho con la literatura y con la pintura también. No es la primera vez que se enfrenta a un trabajo que pone a girar distintas disciplinas artísticas. Aunque ha tratado temáticas como la belleza y la dureza de la vida en el entorno rural o el ocaso de la minería en León, en 2018, NØrdica publicaba Los paisajes españoles de Picasso, en el que la autora rastreaba la huella de esos paisajes en la iconografía del artista malagueño.

“Lo que hago es leer todo lo que puedo, documentarme a tope y luego con esos conocimientos, voy buscando esas imágenes”. Ella lo denomina, una especie de brasa que queda y que se aviva con el propio trabajo, los descubrimientos… “Me cuesta mucho coger la cámara y salir a hacer fotos sin un tema en concreto. Necesito una excusa, algo que me guíe, porque si no me pierdo, mientras que si tienes una especie de guión establecido, ya sabes lo que tienes que buscar”. Las arquitecturas inexpugnables, macizas, que tanto impresionaron a Benjamin; los bosques selváticos de antes y de ahora; las aguas con la declinación del azul en todas sus posibilidades; el blanco que en las imágenes de Orueta lo inunda todo o lo envuelve todo… “Huyo de los cielos azules. No me hallo trabajando con ellos... Me dan la sensación de que se apoderan de la imagen. En este caso, con imágenes que más que describir tienen que sugerir, creo que es importante que haya una luz indefinida, que envuelva, que no marque tanto esos cielos azules”. Eso se puede buscar trabajando a ciertas horas del día y desde el punto de vista técnico, sobreexponiendo algunas imágenes “con toda la intención —explica Orueta—: es decir, que si tú ves el negativo, es original, no tienen ningún tratamiento posterior”.

Además, examinadas de cerca, parecen una pintura, aunque ese efecto no sea buscado. “No soy consciente. Pero, es verdad que mi formación tiene que ver con la pintura, al fin y al cabo soy restauradora de obras de arte. Quizá a la hora de escoger determinados encuadres o determinadas imágenes, cuando estás trabajando en el ordenador, aparezcan ciertas influencias que me vienen de la pintura. Luego, en el caso de esta exposición, he escogido un papel que es un papel de algodón, y que también ayuda a esa sensación un poco pictorialista de las imágenes, porque es un papel que adquiere cierta profundidad, tiene textura y es muy parecido al papel de los acuarelistas”.

Gonzalo Elvira, La cerca de cactus, 2023. Cortesía del artista. © de la obra, Gonzalo Elvira, 2024. Fotografía: Dani Rovira
Gonzalo Elvira, 6 de mayo de 1933, 2023-2024 (fotograma de laanimación). Lápiz sobrepapel. Duración: 1’ 10’’. Ayudante de realización: Pepon Meneses Gutierrez. Música: Juliane Heinemann. Cortesía del artista.© de l’obra, Gonzalo Elvira, 2024
Gonzalo Elvira, Carnet de biblioteca, 2023. Cortesía del artista.© de la obra, Gonzalo Elvira, 2024. Fotografía: Dani Rovira

Escribir la trama

Con su oportuna polisemia, la palabra trama abarca tanto el ámbito literario como el del arte. Gonzalo Elvira la ha escogido para dar título a uno de sus proyectos más personales y queridos: Escribir la trama. “Llevo ya años trabajando con una biblioteca ficticia de títulos de autores que son reales, pero que no han escrito esos libros. Nada más existe la portada”. Camus, Gisèle Freund, Grete Stern, el psiquiatra catalán Tosquelles, bastantes nombres del mundo del psicoanálisis y se van sumando gentes del mundo del arte, de la música... “Llevo como setenta de estas portadas. Y eso se complementa con frases que también voy extrayendo de autores, como aforismos, y eso queda como si fuera un póster”. De la serie ibicenca forman parte títulos como Belleza y serenidad, El concepto de constelación o Historia de amor en tres etapas. Si no estás familiarizado con la obra de Walter Benjamin asumes que son suyos. Si lo estás, lo dudas y vas a comprobarlo.

Todas ellas llevan el sello de la casa, el dibujo minucioso a base de trazos sencillos geométricos que se repiten hasta conformar el resultado que se busca. Otras veces el resultado brota superpuesto encima de una enciclopedia, una vieja fotografía (el Ángel sobre el retrato de Anne Marie Blaupot), una carta, una postal… Documentos de memoria, al fin. El repertorio total de imágenes incluidas en la exposición abarca tanto escenas reales como posibles, retratos del propio Benjamin y de otros personajes relacionados con su biografía, hasta otro tipo de piezas más relacionadas con diseños y estructuras gráficas concebidas por Elvira. Juan de Nieves, el comisario de la muestra, resumen así su práctica: “Lectura y contemplación son dos principios fundamentales en los proyectos de Elvira, tal es su método en la producción laboriosa y performativa de cada uno de sus dibujos cuando las imágenes van brotando desde el blanco y conformándose tan solo a través de los puntos y líneas que contienen”. Lectura y contemplación. Ambas actividades describen también los recursos y modos de Cecilia Orueta.

“Todo estará hecho como aquí. Tal como nuestro cuarto es ahora, así será en el mundo venidero; donde ahora duerme nuestro hijo, dormirá en el mundo venidero. Lo que llevamos puesto en este mundo, lo llevaremos también en el mundo venidero. Todo será como aquí, solo que un poco distinto. Así lo quiere la imaginación. Solo es un velo que cubre la lejanía. Puede que todo esté como estaba, pero el velo ondea y algo imperceptible se desplaza tras él”. Los artistas juegan desde el presente con aquel velo que mencionaba Benjamin en ese texto, Al sol, publicado en el invierno de 1932, tras la primera estancia en la isla y meses antes de volver. El porvenir que entonces invocaba Benjamin es ahora nuestro presente. Desde el ahora, y con permiso de la imaginación, los trabajos de Cecilia Orueta y Gonzalo Elvira, bien distintos en su resolución, comparten un poderoso elemento: miran con nuevos ojos a un pasado frondoso, le retan en su misterio inagotable, juegan al veo-veo con la memoria.