Arquitectura & Diseño

El rifirrafe entre Le Corbusier y Perret o por qué todavía hoy están mal pensadas las ventanas de tu casa

Por Alberto G. Luna

La orientación y distribución de las casas actuales son idénticas a las de los años 20, sin embargo, nuestra vida ha cambiado. Actualmente hasta un 58% de la población considera que no tiene un espacio fresco en su vivienda. ¿Por qué siguen estando expuestos los dormitorios hacia el tórrido oeste del verano?

Allá por los años 20, el famoso arquitecto y urbanista Le Corbusier mantuvo una acalorada discusión con su maestro, Auguste Perret, a través de distintos artículos publicados en el Paris Journal. El primero en atacar fue este último, quien cargó contra “los nuevos arquitectos de vanguardias” y, más particularmente, acusó a Le Corbusier de “olvidarse del abecé de su trabajo”, que no era otro sino el de construir casas habitables.

“Los jóvenes arquitectos —llegó a afirmar— cometen, en nombre del volumen y la simetría, los mismos errores del pasado. Por un capricho deliberado de su diseño, Le Corbusier tortura las aberturas extendiéndolas excesivamente dejando áreas ciegas”.

De mentalidad neoclásica y amante de la arquitectura académica, Perret creía con una fe ciega en que la finalidad primordial de las ventanas era la de iluminar, que no decorar. Para eso estaban hechas. Oponiéndose a cualquier tipo de ruptura de la hermosa tradición francesa. Esta crítica le molestó especialmente a Le Corbusier quien, dolido, le contestó hasta en dos ocasiones en el mismo periódico: “La rareza a la que Perret hace alusión cuando habla de mis fachadas responde precisamente a la intención de llevar más aire y luz a las casas”.

Le Corbusier con su modelo para la Villa Savoye, 1928

A lo largo de la historia, han sido muchos los arquitectos que han mostrado cierta preocupación por las ventanas, como podemos comprobar, sin llegar a un consenso. No es de extrañar, por tanto, que la convivencia entre estas y los edificios en los que han habitado no siempre haya sido especialmente buena. En 1928, pocos años después del rifirrafe entre los dos famosos arquitectos, Alejandro Klein publicó otro interesante artículo titulado El problema de la vivienda en el que denunció el hecho de que cada vez se construyeran más casas pensando en el retorno económico —insisto, en 1928—, en lugar de en las propias personas. Lo argumentó alegando que se estaban empezando a fabricar en masa, sin tener en cuenta aspectos tales como la posición de los dormitorios con respecto a los puntos cardinales, así como la ubicación, forma y dimensiones de las ventanas, lo que redundaba en el bienestar de sus habitantes.

Klein ya alertó por aquel entonces de la importancia de ubicar los cuartos hacia el este, y los espacios destinados al día a día, como el salón o la cocina, hacia el oeste. El propósito de esta distribución es el de tener el sol de la mañana en las habitaciones y el de la tarde en el resto de la vivienda, para que se pueda aprovechar la luz solar en los momentos de mayor actividad, o descansar cuando se quiera. El arquitecto se mostró especialmente crítico, además, con las grandes ventanas y dormitorios que daban al oeste, ya que las tórridas tardes de verano las sobrecalentaban impidiendo un correcto descanso.

Les llamará la atención esto último porque, hoy, casi 100 años después, es muy raro encontrar viviendas que cumplan con estos principios tan básicos. Algo que, según el arquitecto Juan Coll-Barreu, ocurre por la vagancia del sistema: “La orientación y distribución de las casas actuales son idénticas a las de los años 20, sin embargo, nuestra vida ha cambiado. Idear una fachada y ventanas distintas para afrontar el duro oeste de Madrid, por ejemplo, no tendría por qué encarecer mucho más un proyecto. Aunque también es cierto que, todo lo que supone hacer algo igual, es más barato”.

Le Corbusier combatió el calor en la Unité d'Habitation con su característico brise-soleil.

Es cierto que existen raras excepciones con dos soluciones de fachadas distintas en una misma estructura, pero no son la regla. Las grandes ciudades están repletas de edificios con dormitorios abrasados por el duro sol o materiales que absorben aún más el calor del verano. Según un estudio de la Universidad de Navarra que evalúa la adaptación de los hogares españoles al calentamiento global, un 58% de la población considera que no tiene un espacio fresco en su vivienda. En internet, de hecho, abundan los consejos para combatir el sobrecalentamiento veraniego en las casas. “Hay bloques con fachadas ciegas que dan al norte y sur, paradójicamente las mejores orientaciones, simplemente porque no han querido cambiar el diseño de planta y alzado —añade Coll-Barreu—, lo que te resume a la perfección la importancia que le han dado”.

Carlos de Almeida, de CBRE, apunta en otra dirección: “El comprador prefiere viviendas que no den a zonas comunes ruidosas y que estén bien orientadas. Pero claro, todo esto repercute en el precio. Estas son entre un 5% y 7% más caras”. O dicho de otra forma, si todas las casas tuvieran una distribución y orientación adecuadas, no se podrían maximizar tanto los precios de las más buenas.

Una teoría sobre la ventana de tu casa

Klein opinaba que una vivienda es un organismo vivo que debe responder a las formas de vida más elementales. Los espacios en sombra, la escasez de superficies continuas para moverse, la mala ubicación de las ventanas o de las zonas de descanso producen un desgaste psíquico en quienes las habitan. “El problema no solo tiene que ver con una mejor o peor distribución de planta —decía—, sino también con el exterior que rodea a la casa”.

También era contrario a ensombrecer, a medias o por completo, los cuartos principales por medio de balcones o galerías; y de las ventanas en los extremos de las estancias. "La disposición central ofrece al ojo la posibilidad de ver directamente el exterior, obteniéndose la impresión de un espacio más grande. Además, genera una iluminación más uniforme mostrando únicamente dos ángulos muertos”.

Edificio en Madrid con dos soluciones de fachadas distintas. Foto: Imagen Subliminal
Edificio en Madrid con dos soluciones de fachadas distintas. Foto: Imagen Subliminal

Meses después de su disputa en el Paris Journal, un todavía indignado Le Corbusier publicó otro artículo en la revista Almanach en el que aparecía un dibujo realizado por él mismo de una de sus casas. En su interior, justo al lado de una abertura alargada desde la que se podía atisbar un gran lago, se encontraba Perret sentado en una butaca. El bastón del viejo maestro apuntaba, precisamente, en la dirección de la ventana. Feliz de haberlo sorprendido cómodamente instalado, Le Corbusier le felicitaba: “Muy bonitas tus ventanas largas”.

Como no podía ser de otra forma, Perret contraatacó con “¡La ventana larga no es una ventana!” Ya saben, nada nuevo desde que el ser vivo existe en la faz de la Tierra. La eterna lucha entre lo moderno y lo viejo.