Actualidad

¿Arte conceptual o simple hurto? Vuelven a robar en el Museo Británico (y esta vez ha sido un artista)

Por Rocío Romero / Pedro García Martín

Ilê Sartuzi. Foto: Carmen Gray

El artista Ilê Sartuzi aprovechó el descuido de un guía para robar una moneda histórica. Su objetivo no era lucrarse, sino grabar la secuencia en vídeo para mostrarla en su tesis de posgrado. Lo que ha vuelto a poner en jaque a la reputación de la pinacoteca.

El pasado mes de junio alguien robó una moneda histórica de la Sala 68 del Museo Británico. Lo hizo de forma sutil: la sacó de su vitrina y la reemplazó por una réplica aprovechando un despiste del guía. Podría parecer el hurto perfecto, aunque lo cierto es que estos hechos tienen alguna peculiaridad: el ladrón no buscaba lucrarse, sino grabar los acontecimientos para, después, mostrar las imágenes como parte de la exhibición de su tesis de posgrado en la universidad de Goldsmiths, Londres.

Fue el artista brasileño Ilê Sartuzi quien llevó a cabo esta trama mientras lo grababan tres compañeros. Lo planeó todo durante un año, según relata. Así, tras extraer la moneda original de la vitrina, la llevó hasta la planta baja para depositarla en la caja de donaciones de la propia pinacoteca. Sartuzi considera su acto una obra de arte conceptual a la que llama Sleight of Hand (juego de manos), en referencia a la prestidigitación que practicó para reemplazar la moneda original por su réplica.

No era la primera vez que lo intentaba. El día anterior, sin ir más lejos, trató de llevar a cabo esta misma operación (aunque sin éxito). Fue pillado por uno de los guías. Para burlar la seguridad de la institución y volver a entrar, afirma, solamente tuvo que afeitarse. El artista reconoció posteriormente que este proyecto pone de manifiesto "el problema de los museos universales", señalando que el Museo Británico "es una parte fundacional del sistema colonial e imperialista".

La respuesta de la pinacoteca no se hizo esperar: "Se trata de un acto decepcionante y derivado que abusa de un servicio dirigido por voluntarios cuyo objetivo es ofrecer a los visitantes la oportunidad de manipular objetos reales y acercarse a la historia", declaró un portavoz de la institución, añadiendo que "servicios como este dependen de un nivel básico de decencia humana y confianza, y sería una pena tener que revisar la prestación de estos servicios debido a acciones como esta”.

En cualquier caso, no es la primera vez que sucede algo así. La pinacoteca lleva tiempo siendo víctima de numerosos hurtos de pequeñas piezas de arte sin catalogar que se encontraban en sus almacenes. Unas piezas que, a día de hoy, todavía está tratando de recuperar.

Las desapariciones del Museo Británico

En 2021, cierto marchante de arte advirtió al Museo Británico de que algunas de sus obras estaban siendo robadas y vendidas en internet. El director adjunto de la institución hizo caso omiso a esta advertencia. Al menos en ese momento. Un par de años después sin embargo, en el verano de 2023, el museo certificó el robo, desaparición o daño de hasta 2.000 piezas.

Las consecuencias de este garrafal error no tardaron en llegar: despidos, dimisiones en la presidencia y el patronato, investigaciones policiales al personal de mantenimiento e investigadores académicos… Y, por supuesto, el gran mazazo a la reputación de un museo que, durante años, ha defendido que las piezas expoliadas durante siglos, se encontraban más seguras en Londres que en los países y las colonias de origen. Tras conocerse estos hechos, países como Grecia, Nigeria y China solicitaron la restitución de diversas piezas, poniendo en duda la capacidad de la pinacoteca para salvaguardarlas.

El robo de obras de arte mueve ingentes cantidades de dinero. La historia le ha dado voz a los más sonados. No obstante, en la mayoría de casos, los ladrones han sido gente sencilla en lugar de glamourosos ladrones de guante blanco. Ahí tienen a Vincenzo Peruggia, un emigrante que se ganaba la vida en París haciendo chapuzas y que robó La Gioconda; o Kempton Bunton, un taxista de 61 años que hizo lo propio con el Retrato del Duque de Wellington de Goya en la National Gallery, entre muchos otros.

En España tenemos el robo del Codex Calistinus de la catedral de Santiago de Compostela en 2011. Lo cometió un electricista que, después de trabajar durante veinticinco años en la catedral, había sido despedido por los canónigos. Aunque haya sido una simple moneda histórica, esta excelsa lista ya puede contar con uno más, por mucho que después la devolviera.