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No solo Marlborough, las otras galerías de arte que también están cerrando

Por Sol G. Moreno

Simon Lee Gallery, Basel 2023

El mercado primario del arte contemporáneo parece que se está resintiendo. Galerías como Simon Leed o Darren Flook de Londres han tenido que cerrar, lo mismo que las neoyorquinas TriBeCa o Betty Cuningham. ¿Por qué?

Reinventarse o morir. Ese es el destino que espera a prácticamente todas las galerías de arte contemporáneo. No lo digo yo, lo dicen los datos que en los últimos meses arrojan cifras demoledoras sobre el cierre de numerosas empresas intermediarias con el artista, tanto en Londres como en Nueva York, por fijar solo dos puntos cardinales. En los últimos meses hemos asistido a un goteo constante de clausuras, que no han hecho más que sumarse a un problema que creíamos endémico de 2023, cuando el mercado global del arte se contrajo cerca de un 4%; pero que, sin embargo, se ha alargado con el tiempo dejando una larga lista de cadáveres como la todopoderosa Marlborough, que también se ha visto recientemente obligada a claudicar.

Un ejemplo lo tenemos en Simon Leed, que fue fundada en 2002 y desde entonces se había dedicado a vender obras de artistas establecidos como Christopher Wool, George Condo o Michelangelo Pistoletto. El pasado verano su fundador anunció que entraba en concurso de acreedores y poco después se supo que había dejado sin pagar algunas piezas a sus representados. Según algunos medios británicos, la deuda ascendía a diez millones de libras.

Fold Gallery. ‘Fair Game’, Kes Richardson
Imagen cortesía de la galería
Darren Flook Gallery
Imagen cortesía de la galería

Fold y Darren Flook son otras dos empresas artísticas que resistieron el covid pero terminaron 2023 sin apenas ingresos. En las últimas semanas también ha caído Paraffin, con una trayectoria de 10 años, y Addis Fine Art. Esta última decidió dar el salto a Europa en 2021 en el barrio de Fitzrovia, pero no ha durado ni tres años. Los costes generales y la incertidumbre del mercado son algunas de las razones que ha dado Rakeb Sile para cerrar su oficina londinense en tiempo récord y volverse a Adis Abeba, donde tiene su sede original. "Las galerías especializadas como la nuestra tienen márgenes extremadamente bajos, especialmente a la luz del aumento del costo del envío de obras de arte, las ferias, etc.", llegó a confesar.

Pero, ¿qué está pasando en el mundo de las galerías de arte contemporáneo? Entre las causas de esta debacle se encuentran, cómo no, la crisis económica y la elevación de los precios, que han terminado de dar la puntilla a muchas galerías que ya iban justas de presupuesto. Eso es lo que adujo el pasado mes de julio la fundadora de Vitrine, Alys Williams, para despedirse de su público después de 15 años apostando por el arte emergente. “La decisión de poner fin a este capítulo llega con tristeza”, comentó antes de referirse a la falta de apoyo a las artes tras el Brexit y al aumento del precio de los seguros, el transporte y almacenamiento de piezas “que se ha multiplicado por seis en los últimos 12 meses”.

Rakeb Sile y Mesai Haileleul, sede londinense de Addis Fine Art
Foto: Bandele Zuberi. Imagen cortesía de la galería
Vista de la instalación de Amel Bashier realizada en la sede londinense de Addis Fine Art este 2024
Foto: Deniz Guzel. Imagen cortesía de la galería

“Los desafíos que enfrentan las galerías hoy en día están bien documentados”, añadió posteriormente. “Uno de ellos es la creciente expectativa de que las galerías de tamaño mediano tengan que competir con operaciones mucho más grandes”. Williams se refería a la cada vez mayor desigualdad entre los distintos agentes del mercado del arte, donde las subastas y las grandes corporaciones –hace tiempo que Gagosian o Lisson Gallery dejaron de ser solo galerías– se han convertido en los absolutos protagonistas.

Por otra parte, está la necesidad de acudir a ferias para conseguir visibilidad internacional y nuevos clientes. Un gasto que se asume como un mal necesario pero que no siempre trae consigo un buen resultado. Según el analista del mercado del arte, Gregorio Cámara, “el problema es que estos costes también se han disparado, llegando a exigir niveles de ventas que oscilan entre los 40.000 y los 100.000 euros”.

El contagio de Londres a Nueva York

El testigo de Londres parece haberlo cogido Nueva York, que en tiempos recientes también ha visto cómo algunas de sus galerías cerraban de manera definitiva, en muchas ocasiones por culpa de la subida de los alquileres. Si la segunda mitad de 2023 nos despedíamos para siempre de TriBeCa, Denny Gallery, JTT o Alexander & Bonin, 2024 no ha sido mucho mejor.

La ola parece haberse prolongado hasta fechas actuales, cuando una veterana del mundillo como Betty Cuningham, que estableció su primera oficina en 1972, se ha despedido con una lacónica muestra titulada The last picture show. En mayo renunció a su espacio físico para reducir costes, de modo que ahora solo podremos encontrarla en la web. “Este es el final de nuestro contrato de arrendamiento, así que era un buen momento para dejarlo. Lo cierto es que ha sido un buen año financieramente, pero es un momento difícil para todos”, han manifestado.

Exterior de la muestra Ludovica Gioscia: The Tendersness of Insects celebrada en la sede de Basilea de VITRINE en 2020

No ha sido la única en despedirse de la Gran Manzana. El mismo mes de abril Fortnight Institute anunciaba en su cuenta de Instagram que concluía su programación y cerraba las puertas de su sede en el Bajo Manhattan tras ocho años defendiendo el trabajo de los artistas más jóvenes. Lo mismo que Washburn Gallery, empresa con medio siglo de historia. “Los gastos aumentaron de forma tan radical que no parecía factible que pudiéramos mantenernos abiertos donde estábamos”, reconocía una abatida Joan Washburn. Ya en 2017 tuvo que mudarse porque el propietario del inmueble rescindió el contrato de manera unilateral, decisión que después supo estaba motivada por la demolición del edificio, que ahora tiene el permiso de construcción de una moderna torre de 52 pisos.

Habrá quien piense que el cierre de estas galerías son simplemente ejemplos de empresas fallidas que se quedaron por el camino, pero la realidad es que hay mucho más que lamentar. Porque su pérdida no supone solo una disminución de negocios en el mundo del arte, va en detrimento de los artistas, que son los que al final salen más perjudicados. Autores noveles con una carrera por desarrollar que se quedan sin recursos para seguir creando. Escenario difícil, por tanto, para ellos, pero no imposible, porque a pesar de todo siempre quedarán galeristas dispuestos a arriesgarse por su trabajo..