Exposiciones

Este antiguo cine en el corazón de Menorca ya ha acogido obras de Yves Klein, Joan Miró y Stanley Whitney

Por Clara González Freyre de Andrade

© Galería Cayón

En 2018 la Galería Cayón decidió abrir una nueva sede en Mahón con una curiosa propuesta expositiva: un solo artista y una única exposición en verano. Hablamos con su fundador, Clemente Cayón, sobre la actual muestra de Soto que se puede ver hasta el 29 de agosto y del histórico espacio donde se ubica.

En pleno casco histórico de Mahón se encuentra un espacio que mezcla el arte con la historia local de una forma tan orgánica que uno podría pensar que siempre estuvo allí. Se trata de la sede menorquina de la Galería Cayón que, inaugurada en 2018, es y ha sido mucho más que una sala de exposiciones al uso: es un espacio nacido por y para acoger el arte en todas sus formas durante más de un siglo de historia.

El emblemático edificio de tres plantas -antiguo Palacio del Barón de las Arenas- fue durante casi un siglo hogar de la sala de cine más famosa y concurrida de Mahón y alrededores, punto de encuentro social y cultural. Allí se encontraba el popular Cine Victoria, bautizado con ese nombre en homenaje a la reina Victoria Eugenia de Battenberg, esposa de Alfonso XIII, al ser construido durante su reinado. Su primera proyección fue La leyenda de Pierrette, en octubre de 1917, y se mantuvo activo hasta 2006, cuando, muy probablemente empujado por la crisis, cerró sus puertas. El destino del acogedor edificio no fue otro que el abandono y el olvido.

Gracias a la labor de Alfonso y Clemente, sin embargo, los hermanos detrás de la galería de arte, el espacio donde se ubicaba este antiguo cine volvió en todo su esplendor, convertido en un espacio expositivo de referencia en la isla. Sus más de 12 metros de altura y sus 500 metros cuadrados diáfanos, imponentes desde que pones un pie en su vestíbulo, suponen un enorme lienzo en blanco, un reto y una oportunidad para los artistas que se enfrentan a él. Más allá de su sala principal, el vestíbulo y las escaleras ofrecen un espacio expositivo más pequeño, en el que exponer obras más íntimas.

Pese a su reciente andadura, la sede de la galería en la isla ya ha acogido a artistas de primer orden tales como Joan Miró, con una interesante retrospectiva vigente el verano pasado; o el colorido Stanley Whitney, en conversación con un colosal lienzo de Yves Klein, de su característico color azul. La apuesta de este año nada tiene que envidiar a las anteriores. Y es que, hasta el 29 de agosto, todas aquellas personas que visiten Mahón tendrán la oportunidad de disfrutar del trabajo de Soto a través de más de 40 obras que recorren casi cinco décadas de una trayectoria que redefinió el arte moderno tal y como lo conocemos.

Fallecido en 2005, el artista venezolano, representado por Cayón desde hace más de 20 años, es reconocido como uno de los máximos exponentes del arte cinético.

Una sede exclusivamente estival

La llegada del verano supone para muchos una época de descanso, vacaciones y viajes que también tiene su repercusión en el mundo artístico. En el caso del circuito de galerías madrileño, la época estival se traduce en la clausura del programa expositivo, que vuelve a retomarse en septiembre, con la celebración del Open Gallery Weekend. Muchas de estas galerías optan por esta decisión ante la bajada exponencial de los visitantes, que sufre un descenso vertiginoso prácticamente desde mediados de mayo. Esta realidad es la que empujó a los hermanos Cayón a buscar una nueva sede, en la que poder seguir exponiendo a sus artistas sin importar la época del año.

 “¿Cómo íbamos a desperdiciar las historias de un espacio histórico que fue punto de encuentro de la sociedad de Mahón?”

“¿Cómo íbamos a desperdiciar las historias de un espacio histórico que fue punto de encuentro de la sociedad de Mahón?”

Pero, ¿por qué en Menorca? Para conocer el motivo que les llevó a la isla, hablamos con Clemente Cayón, que nos apunta que no hay nada de fortuito en su decisión: “Desde hace 18 años veraneo en Menorca y siempre me pareció una isla interesante, particular y muy diferente al resto de las del Mediterráneo, con un vivo interés por el arte y la música”. Todos sus esfuerzos dieron sus frutos en junio de 2018, con una inauguración a la altura de los acontecimientos. La primera muestra de la sede en Mahón estuvo dedicada al norteamericano Fred Sandback, uno de los artistas referentes del arte minimalista.

La simplicidad de su obra supuso el pistolazo de salida ideal para un espacio recién rehabilitado, que impresiona y atrapa a los visitantes desde el primer momento que ponen el pie en su vestíbulo.

Aunque suene complicado, Clemente narra el proceso de rehabilitación como relativamente fácil. “Tuvimos varias ideas sobre la mesa de cómo hacer la transición de lo que era el cine, en un estado lamentable con el suelo de madera podrido, el techo a medio derruir y las cortinas de las paredes llenas de humedades, a la galería”, señala. Al final, por suerte para los visitantes, se alejaron del común de las galerías y optaron por respetar el espacio original. Recuperaron el escenario, que estaba tapado y que dota a la sala de dos alturas, y dejaron las paredes desnudas, con los distintos tonos de colores que pueden verse hoy.

Ante los halagos, el galerista le quita hierro e indica que hicieron “lo que tenían que hacer”. “Un cubo blanco lo tienes en todas partes; esto es único. Estás dentro de unas paredes con más de 150 años dedicadas al mundo del arte, en este caso como teatro primero y luego como cine pero todo ligado al mundo del arte, entonces, ¿cómo íbamos a desperdiciar las historias de un espacio histórico que fue punto de encuentro de la sociedad de Mahón?”

La andadura de Adolfo y Clemente Cayón se remonta muchos años atrás, incluso más allá de la apertura de la primera sede de la galería en Madrid, a principios de los 2000. Desde muy pequeños viajes y visitas a museos y galerías crearon en los hermanos una sensibilidad y pasión por el arte, que les llevó a aventurarse al mundo del coleccionismo desde muy jóvenes. “La relación de mi hermano Adolfo con el arte viene desde los 12 o 13 años; no ha sido una idea de un día para otro. Empezó desde el coleccionismo más primario, comprando grabados de artistas como Clavé o Tàpies a plazos”, señala Clemente.

Con apenas 20 años, se aventuraron a dar el salto al comisariado, haciendo pequeñas exposiciones en espacios públicos, con un máximo de 200 obras. Probablemente no podían imaginar que, poco después, en 2005, su proyecto expositivo se traduciría en la apertura de la galería, con una exposición de monotipos y grabados de Picasso que ya indicaba su vocación internacional. Poco después pasaron a ocupar dos espacios contiguos en el barrio de Chamberí, en Blanca de Navarra 7 y 9, donde actualmente se encuentra la sede madrileña.

La apertura de su espacio en Menorca, en 2018, que acoge una única exposición al año en época estival, supuso una nueva oportunidad para sus artistas representados, así como la llegada de nuevos talentos dispuestos a dar a conocer sus obras en un espacio inigualable. “Hay artistas que han trabajado con nosotros en Madrid y exponen allí y artistas que nunca han trabajado con nosotros y, por el espacio, que es un reto, se animan a exponer”, apunta el galerista. “En el caso de los artistas que ya hemos expuesto, es totalmente diferente porque debido a las dimensiones, les permite hacer cosas que en Madrid no son posibles. Les permite hacer una propuesta magna con un espacio difícil de encontrar”.

Además de la doble sede madrileña y la sala en Menorca, la galería también cuenta con un pequeño espacio en Manila. Las exposiciones de este último están sobre todo enfocadas en el desarrollo de artistas locales, como Fernando Zóbel, los más valorados por los coleccionistas filipinos. Pero la ambición de los galeristas abarca mucho más; trabajan por el cambio y por hacer que el mercado del país se abra, poco a poco, a nombres internacionales.