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En lo que va de año, los presidentes o máximos responsables de Hewlett & Packard (H&P), Boeing, Walt Disney y American International Group (AIG), entre otros, han sido relevados de sus cargos de forma traumática.
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En lo que va de año, los presidentes o máximos responsables de Hewlett & Packard (H&P), Boeing, Walt Disney y American International Group (AIG), entre otros, han sido relevados de sus cargos de forma traumática.

George Bush y Alan Greenspan tenían claro desde hacía tiempo que era necesario un relevo generacional en las cúpulas de las grandes empresas y que, para

George Bush y Alan Greenspan tenían claro desde hacía tiempo que era necesario un relevo generacional en las cúpulas de las grandes empresas y que, para afrontar la competencia asiática y mejorar los datos macroeconómicos, se requerían presidencias más dinámica y jóvenes. Gente que conozca las tripas de la empresa y que esté libre de sospechas de fraudes contables. El mejor ejemplo parecía el de Citigroup, que nombró el año pasado a Sallie Krawchek, una ejecutiva de 40 años con larga trayectoria en la firma, nueva responsable financiera, es decir, número tres de la entidad.

Sin embargo, esto no está siendo la norma. Las caídas de los presidentes de las grandes empresas de EEUU se están precipitando por culpa de los escándalos. Nada de relevo natural. Desde que ha comenzado el año, han sido relevados de forma traumática los presidentes o máximos responsables de Hewlett & Packard (H&P), Boeing, Walt Disney y American International Group (AIG), todas integrantes del Dow Jones, índice en el que ponderan las 30 empresas más importantes del mundo.

Para empezar, Carly Fiorina fue cesada de H&P por su consejo de administración, cansado de que la cotización de la compañía no repuntara por el exceso de personalismo de la ejecutiva. Fiorina se empeñó en la fusión con Compaq, que se aprobó en marzo de 2002 y fue una operación de más de 20.000 millones de dólares, a pesar de que uno de los propios fundadores de la empresa, Walter Hewlett, estaba en contra.

También ha saltado a los titulares de prensa la dimisión del presidente de Boeing, Harry Stonecipher, tras descubrirse su relación sentimental con una empleada de la compañía, lo que viola los estatutos de conducta de Boeing. Por culpa de su precipitada salida, el ejecutivo perderá 27 millones de dólares en concepto de bonus, primas y acciones de la compañía.

Por su lado, Walt Disney también ha sufrido cambios en la cúpula. Michael Eisner abandonará su puesto de consejero delegado doce meses antes de lo previsto y después de 21 años al frente del grupo. Desde que el pasado lunes se supo la noticia, la empresa de entretenimiento ha subido más del 4% en Bolsa, mientras el Dow Jones ha perdido alrededor del 1% en el mismo periodo. Los expertos señalaban que la compañía se había estancado en sus decisiones estratégicas por una presidencia “en decadencia”.

Peor ha sido el caso de AIG. Recientemente, Maurice Greenberg, todo un peso pesado en Wall Street de casi 80 años, anunciaba que dejaba las funciones ejecutivas de la aseguradora y se quedaba como presidente honorario. En éstas, ha aparecido el fiscal neoyorquino Eliot Spitzer y se ha puesto a investigarle por posibles fraudes contables en el ejercicio 2000, lo que podría apearle incluso de la presidencia honoraria, tal y como reflejan publicaciones especializadas de EEUU.

De momento, los sustitutos de las cuatro compañías son gente de la casa. En H&P, Robert Wayman, ex director financiero de la firma, reemplazará de momento a Fiorina. En Walt Disney, Robert Iger, procedente de Coca-Cola, pero con más de nueve años en Disney, sustituirá a Michael Eisner. A Greenberg le reemplazará Martin Sullivan, un hombre de 50 años, con más de 30 en la aseguradora, que será presidente no ejecutivo. Como vicepresidente ejecutivo nombrará a Donald Kanak, también de la entidad. En Boeing, a Stonecipher le sucederá James Bell de manera temporal, ya que su predecesor sólo llevaba 15 meses en el cargo.

George Bush y Alan Greenspan tenían claro desde hacía tiempo que era necesario un relevo generacional en las cúpulas de las grandes empresas y que, para afrontar la competencia asiática y mejorar los datos macroeconómicos, se requerían presidencias más dinámica y jóvenes. Gente que conozca las tripas de la empresa y que esté libre de sospechas de fraudes contables. El mejor ejemplo parecía el de Citigroup, que nombró el año pasado a Sallie Krawchek, una ejecutiva de 40 años con larga trayectoria en la firma, nueva responsable financiera, es decir, número tres de la entidad.