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El G-6 busca fórmulas para atar al hombre de Deloitte y mantenerlo en Pescanova
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SENÉN TOUZA NO LO VE CLARO

El G-6 busca fórmulas para atar al hombre de Deloitte y mantenerlo en Pescanova

La formación del equipo directivo de Pescanova se ha convertido en el primer problema de los bancos que han tomado el control accionarial del grupo gallego

Foto: Vista general de una junta general de accionistas de Pescanova. (EFE)
Vista general de una junta general de accionistas de Pescanova. (EFE)

El G-6 de los bancos acreedores ha tomado las riendas de Pescanova, pero no tiene todavía muy claro el organigrama de dirección que pilotará el relanzamiento de la compañía una vez que se levante la suspensión de pagos. Las entidades financieras quieren que Senén Touza, el delegado concursal nombrado a instancias de la auditora Deloitte, continúe al frente de la multinacional gallega. El problema reside en la incapacidad legal para que un administrador judicial pase a convertirse en consejero delegado, lo que obligaría al primer ejecutivo de Pescanova a trabajar bajo un contrato en comisión de servicios.

La situación del grupo pesquero empieza a resultar rocambolesca ante la indefinición de un plan industrial que garantice el proyecto de futuro más allá de la cobertura de los riesgos bancarios que atañen a los nuevos socios de referencia. El grupo liderado por BBVA, La Caixa, Sabadell, Popular, Novagalicia y el UBI italiano tienen muy claro ahora que su primer objetivo es recuperar la mayor parte de los 734 millones de euros comprometidos en Pescanova. De hecho, el nuevo convenio de acreedores elaborado por la banca ha permitido que algunas de estas entidades aseguren el reembolso de hasta un 70% de los créditos aportados durante la etapa de Manuel Fernández Sousa al frente de la compañía.


Las entidades bancarias se han encaramado a la dirección de la compañía después de agradecer los servicios prestados al consorcio formado por la cervecera catalana Damm y el fondo luxemburgués Luxempart. La opción de buscar un socio industrial de repuesto parece cada día más lejana ya que los nuevos dueños no parecen estar por la labor de dejar el timón de Pescanova a un tercero llegado de fuera y cuya sensibilidad empresarial podría entrar en confrontación con los intereses derivados de la precaria situación financiera que padece el grupo.

El tiempo corre en contra de los bancos porque, una vez cumplido el plazo de alegaciones al convenio de acreedores, el juzgado mercantil de Pontevedra devolverá de forma automática las tareas de gestión a sus flamantes propietarios. Pescanova considera que el auto judicial con el levantamiento del concurso estará listo a mediados de junio, y para entonces deberá estar convocada la junta general de accionistas encargada de despejar las múltiples incógnitas que pesan todavía sobre el futuro proyecto empresarial.

La paradoja de la próxima ampliación de capital

La primera y no menos importante es la configuración de un equipo directivo en torno a losmismos responsables que han dirigido la compañía desde el pasado mes de septiembre cuando Juan Manuel Urgoiti fue nombrado presidente de Pescanova. La gestión operativa fue encomendada a Senén Touza, socio de Deloitte, natural de Galiciay con una reconocida experiencia en el sector pesquero.

El presidente de Pescanova, Juan Manuel Urgoiti. (EFE)
Para los bancos, el ticket formado por ambos ejecutivos representa una solución de continuidad que es fundamental para emprender la nueva etapa que se abre en el futuro de la compañía. Pescanova tiene que revalidar la confianza de todos los agentes involucrados en su proyecto industrial, incluyendo al resto de acreedores financieros, proveedores, trabajadores y, sobre todo, a los Gobiernos de aquellos países extranjeros en los que el grupo español trabaja bajo licencia.

La imposibilidad de que Touza no pueda ejercer el cargo de primer ejecutivo durante este proceso de transición es un revés para los bancos, que tampoco tienen la garantía de que Urgoiti quiera seguir en la compañía una vez que Damm ha decidido pasar página en Pescanova. La cervecera catalana ha sido frenada en seco por los nuevos propietarios, que han exigido incluso su compromiso de no acudir a las eventuales ampliaciones de capital. De momento, y conforme a lo previsto en el convenio de acreedores, los bancos tienen previsto dotar a Pescanova con fondos frescos por valor de 115 millones.Una operación, curiosa paradoja, en la que no podrá participar el grupo de la familia Carcellerpero sí el resto de antiguos accionistas,entre ellos el propioManuel Fernández Sousa.

El G-6 de los bancos acreedores ha tomado las riendas de Pescanova, pero no tiene todavía muy claro el organigrama de dirección que pilotará el relanzamiento de la compañía una vez que se levante la suspensión de pagos. Las entidades financieras quieren que Senén Touza, el delegado concursal nombrado a instancias de la auditora Deloitte, continúe al frente de la multinacional gallega. El problema reside en la incapacidad legal para que un administrador judicial pase a convertirse en consejero delegado, lo que obligaría al primer ejecutivo de Pescanova a trabajar bajo un contrato en comisión de servicios.

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