Es noticia
"Vamos a traer a Cáceres el secreto belga para la fábrica de Brabante"
  1. Empresas
ENTREVISTA A IGNACIO PAN DE SORALUCE

"Vamos a traer a Cáceres el secreto belga para la fábrica de Brabante"

Hace algo más de tres años sacaron al mercado la primera cerveza premium independiente, antes de que el furor por las cervezas artesanales se hiciera un hueco entre los consumidores"

Son castizos, tienen paladar belga y lucen un gallo como enseña. Estas tres credencias tan poco convencionales están detrás de Brabante, probablemente la marca de cerveza premium con sello español más conocida del mercado. Cuando toda la atención groumet giraba en torno al vino, un grupo de valientes (y novatos) decidió apostar en plena crisis del consumo (2011) por algo más sofisticado que una caña fresquita y espumosa, aunque para ello tuvieran que irse al mismísimo corazón de Bélgica, cuna de las mejor es cervezas del mundo, y desde allí abrirse paso en el reñido mercado nacional.

De todo eso han pasado más de tres años. Antes, Ignacio Pan de Soraluce (Madrid, 1977) y Jaime Gil Casares (Pamplona, 1976), dos amigos treintañeros con carreras distintas, uno como publicista, otro como financiero, estuvieron otro año dando vueltas a la idea, después de convencerse de que su plan sobre una cerveza española premium no era un disparate. Esos pajaritos cogieron vuelo definitivo cuando alguien les puso en suerte con José Manuel del Olmo (Genk, 1959), “el español que más sabe de cervezas”, antiguo director general de Heineken y responsable de traer Maes a nuestro mercado.

La irrupción de las cervezas artesanales ha contribuido a segmentar el mercado de la cerveza, un fenómeno que ya existía en el mundo del vino

Formado el trío y estudiado el mercado, lo demás fue echar a rodar. Como recuerda el propio Ignacio Pan de Soraluce, el siguiente reto fue atreverse a fabricar en Bélgica. Para ello, los fundadores de Brabante (ducado belga que formó parte de la corona de los Habsburgo) sondearon la posibilidad de asociarse con algún gran productor, pero al final alquilaron una fábrica familiar y contrataron a un maestro cervecero belga, que fue quien desarrolló las fórmulas mágicas (cebada y lúpulo) para dar forma a las cinco variedades de cerveza (Trigo, Lager, Oro, Oscura y Gran Triple) que sacaron al mercado.

Tres años han bastado para creerse la viabilidad del proyecto. Por milagroso que parezca, Brabante se ha abierto camino en plena guerra del consumo. La moda low cost también hizo mella en este segmento, donde causó furor los cubos de botellines por 3 euros. “Para diferenciarnos sólo bastaba con ponerse al otro lado, donde casi no había competencia”. De esa manera, la cerveza hispano-belga apostó por una referencia de precios más alta, donde ninguno de los grandes operadores estaba claramente posicionado, e hizo marca en la plaza madrileña para saltar luego al resto del territorio.

Superado el reto de darse a conocer yganarvolumen (2 millones de litros), los fundadores de Brabante se han liado la manta a la cabeza. Como si fueran tras los pasos del rey hispano-alemán Carlos V, enterrado en tierras cacereñas, la marca española ultima los flecos para instalar su propia fábrica en Cáceres. “Tenemos identificados dos emplazamientos”, explica con cautela Pan de Soraluce, que señala esta decisión como un punto determinante para hacer del joven proyecto una decidida apuesta empresarial. Además de buenos comerciales, dentro de poco tendrán que aplicarse como industriales.

Sin pretenderlo, la irrupción de Brabante como cerveza española premium ha coincidido en el tiempo con el reciente furor por las cervezas artesanales. El desarrollo de esta tendencia refuerza aún más, como señala Pan de Soraluce, la paulatina segmentación del mercado de la cerveza, como ya ocurría en el mundo del vino, ya que hasta ahora la oferta antes era casi monolítica entre tres o cuatro grandes referencias. Incluso estos gigantes han comenzado a desarrollar sus propias enseñas para defender cuota y atacar este segmento de nicho, asociado a experiencias de consumo más sofisticadas.

Son castizos, tienen paladar belga y lucen un gallo como enseña. Estas tres credencias tan poco convencionales están detrás de Brabante, probablemente la marca de cerveza premium con sello español más conocida del mercado. Cuando toda la atención groumet giraba en torno al vino, un grupo de valientes (y novatos) decidió apostar en plena crisis del consumo (2011) por algo más sofisticado que una caña fresquita y espumosa, aunque para ello tuvieran que irse al mismísimo corazón de Bélgica, cuna de las mejor es cervezas del mundo, y desde allí abrirse paso en el reñido mercado nacional.

Vinos Cerveza
El redactor recomienda